Parte 3

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Las noches en Nyingchi eran cada vez más frías anunciando la llegada del otoño y con ello también le preocupaba los métodos horribles de crianza de la Al Ghul.

Solían dejar las ventanas abiertas para que aprendiera a soportar las temperaturas frías y tampoco lo alimentaban directamente. Parecía un chiste de mal gusto.

Al día siguiente volvió al cuarto del niño, cuando sabía que Thalia iba a atender ese gran problema por el cual lo tenía cautivo y que mantenía a los guardias en cada entrada y ventana que diera contacto directo con el exterior. Damian lucía mucho mejor que la noche pasada, con las mejillas sonrosadas y menos pálido.

-Hey. Hola, pequeño -lo saludó y este volteó a verlo con sus pequeños ojos verdes.

Lo levantó en brazos, envolviéndolo con la sudadera roja para darle más calor y el pequeño se removió incómodo ante el torpe agarre.

Con su pequeña mano morena tocó la playera de Jason y comenzó a jalarla. Al no lograr lo que quería comenzó a llorar muy bajito igual que la noche anterior. Aún estaba muy lejos de estar bien, incluso sus agarres eran débiles.

-Hey, tranquilo. ¿Tienes hambre verdad? -y comenzó a levantarse la playera-Ya voy, ya voy... -y apenas logró contorsionarse para detener la cabeza del bebé con su brazo derecho y con el izquierdo trataba de enroscar su ropa para que no le cayera en la cara.

Torpemente intentaba aferrarse al pezón, hambriento y lloroso. Él no estaba seguro de como tenía que hacerse, nunca había visto una madre real hacerlo. Tenía leves nociones que el dar pecho era diferente para un hombre omega, por la forma del pecho o algo así. En estos momentos se arrepentía de no haber puesto más atención a la educación básica sobre como criar un cachorro.

Guió la cabeza del pequeño niño hasta que al fin pudo succionar sin derramar leche.

Palmeó sin fuerza la espalda del bebé y este respondió poniendo su pequeña mano sobre su pecho. Se sentía fría y como pudo, intentó frotarla para darle calor.

Pronto se quedó dormido y volvió a dejarlo en su cuna. Ni siquiera tuvo que cambiarlo de pecho en esta ocasión.

Se bajó la playera y se dio cuenta que el otro pecho había comenzado a gotear.

-¿Que carajos?

Durante el resto de la semana se escabullía en las noches para poder alimentarlo. Esperaba que Talia no se enterara pues no sabía cual sería su reacción.

Algo dentro de sí se estrujaba dolorosamente al pensar que podrían separarlo de ese pequeño. Al principio no estaba seguro que estaba haciendo, era simple instinto, probablemente... Sin embargo, regresó durante siete días seguidos a alimentarlo. El dolor desapareció al tercer día y solo quedaba la sensación de su pequeña boca sobre su pezón, sus manitas buscando tocar su piel y la calidez que le daba el sentir formarse un lazo invisible con Damian.

Nunca pensó tener esa conexión con alguien, menos con un...

La idea de separarse para siempre dolía más que el amargo recuerdo del rechazo de su padre o incluso el recuerdo de su muerte.

Al pasar de esos siete días decidió cambiar las playeras por simplemente usar la sudadera sin nada debajo o esas batas tradicionales que Talia parecía comprar por toneladas. Era más rápido, cómodo y fácil para poder alimentar a Damian. Sin embargo, durante la cena del séptimo día cuando lo llamó a cenar sin ser escoltado por los ninjas habituales, le mandó una en especial de material simple y color rojo.

-¿No me esperaste para cenar? -se burló Jason al verla tomar una copa llena de vino.

-No arruinarás mi buen humor con tus groserías, RedHood.

El renacer de un aveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora