Capítulo 26

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Piper estaba llorando, un llanto incontrolable, de esos que te hacen jadear, hipar, y te provocan un gran dolor de cabeza. Más del que ya tenía.

— ¡¿Me vas a explicar porque decidiste ayudarla!? ¡Otra vez estás siendo estúpida y te atreves a llevarme la contraria! —. Su padre estaba furioso, discutía con su madre que también estaba botando algunas lágrimas... y el no se consoló de ni ninguna de las dos.— ¡Habla!

— Por favor cálmate —. Dijo su madre en un intento fallido porque dejara de gritar y se calmara un poco. Pero estaba casi tan deshecha como Piper.

— Cállate, como me puedo calmar cuando me han estado viendo la cara de idiota de nuevo....

Piper no entendía a qué se refería con de nuevo, aunque estaba claro que no le gustará que lo desafiaran, y enterarse que Piper había salido había hecho que atara muchos cabos que Piper no sabía que estaba persiguiendo.

Supo que iba llegando, porque oyó a su madre murmurar en la llamada y vio cuando la dejo entrar ... Dedujo que había sido con alguien porque tenía que haber salido de la ciudad para ir a algún lago o playa, le gritó que como se atrevía a desobedecerlo. Y Piper se congeló por la intensidad que emanaba de el.

Pero su padre pronto dedujo otras cosas, el silencio de Piper le otorgó la verdad, aunque Piper no hablaba simplemente porque estaba algo en shock.

Su madre intentó meterse y también a ella le tocó buena parte de los gritos, como en ese momento.

— ¡Habla! Ahora mismo me vas a decir con quién has estado viéndote... —. Piper estaba llorando sentada en la sala de su casa, con su mirada fija en sus manos, tardó unos segundos en levantar la vista tras darse cuenta que volvía a dirgirse a ella.

Estaba muy alterada, no podía dejar de llorar. Pero no diría nada. Ella no delataria a Alex, y de no ser ella tampoco le diría nada sobre nadie. Se quedó ahí en silencio solo viéndolo con ojos temerosos. Y el seguía manteniendo su tono de voz furioso.

— Habla maldita sea, me vas a decir con quien has estado viéndote, porque no creo que sea la primera vez no soy idiota.

Su madre había quedado en un rincón de la sala callada. Piper notó que aunque quiso defenderla poco pudo hacer. Y le dolía demasiado la cabeza, para pensar en que decir o contestarle algo.

Su padre la tomó por el brazo con violencia, Piper se quejó audiblemente y se levantó por su cuenta antes que la terminara jaloneando más.

— No vas a volver a salir de esta casa —. Le gritó justo en la cara, y Piper solo se volteo para alejarse lo más posible.— Y está vez espero que no seas tan estúpida para pensar que puedes hacer lo que se te venga en gana ¿entendiste?

Las lágrimas corrían por las mejillas de Piper, apretó fuerte sus ojos para despejarse la vista que la tenía nublada debido a la misma causa. Asintió levemente haciendo una mueca de dolor, la soltó bruscamente y se marchó como un torbellino.

Piper estaba demasiado agotada, la cabeza le iba a explotar. Se sentía mareada de tanta presión en ella, y el brazo le dolía un poco. Ni siquiera dejo que su madre la tocará después de que su padre la soltara y está quisiera acercarse a ella.

Se dirigió a su cuarto y se dejó caer en la cama. Quería gritar, estaba demasiado molesta... ¿Qué demonios le pasaba a su padre?

Se golpeó un par de veces la cabeza... Estúpido dolor.... No cedía.

Se obligó a tratar de calmarse... Su respiración debía controlarse, se forzó a pensar en otras cosas. Alex.

Deseo con todas sus fuerzas no estar en aquella situación, se sentía inútil, ni siquiera podía pensar en huir de nuevo, aunque quisiera salir corriendo de aquella casa no tenía opción. Porque era estúpida, como había dicho su padre. No tenía dinero, no tenía a dónde ir ni con quién.

Pensó en Alex. La confianza tan pronta que se tuvieron y esa sensación de quietud cuando estaba con ella. Pero no podía pedirle ayuda. Estaba alterada. Debía calmarse... Debía soportar a su padre el tiempo suficiente para reconstruirse.

Lo odiaba. Y esa sensación siempre había estado ahí, y ahora que había sucedido esto, estaba segura. Ese sentimiento siempre había estado ahí, sentía que así era. Y no lo dudaba.

En el corazón se perteneceWhere stories live. Discover now