CAPITULO 4- Aclaraciones

2.3K 248 65
                                    

Había intentado irme, pero no podía. Perú no dejaba de vigilarme, no quería separarse de mí. Cuando le mencioné que tenía intenciones de viajar me lo prohibió. Y me asusté... No por la forma en que lo dijo, que fue seca y cortante, fue por la idea de que ahora estaba atado a él. Si antes no tenía libertad alguna ahora mucho menos.

Estaba atrapado en un territorio diferente, con costumbres muy diferentes, pero no eran vacaciones para mí. Ni siquiera tenía el valor para intentar escapar, ya no. Ya me habían dado varias advertencias, tenía que cumplir con este acuerdo por el bien de mi territorio. Además ¿Cómo podría hacerlo? Vigilan mis pasos, informan donde estoy, hay un chofer al que tengo que acudir si o si, si es que quiero ir a algún lado.

Perú se ha encargado de quitarme todo... Todo lo poco que tenía. O al menos eso se podría decir. Aún tengo algo que me mantiene esperanzado de que puedo salir de este conflicto.

Rusia es mi esperanza en un momento así, donde no tengo a nadie, donde ruego por un abrazo, quiero que él venga por mí y que me saqué de esta. Es tan tortuoso tener que sonreír para alguien que poco a poco odias más y más. Lo odio. No entiendo que pretende.

¿Qué quiere el Perú? Si lo tiene todo. Solo es avaricioso y egoísta, ahora cree que por ser importante tengo que doblegarme ante él, que por darme regalos caros voy a venderme. Yo no soy así, y él tampoco lo era.

Una risa se escapó de mis labios. Era gracioso tener recuerdos de Perú, de una época diferente... Una época en la que pensé que éramos amigos. Ahora es incluso divertido pensar que estamos en un mismo nivel, o que él me ve como un objeto que le pertenece. Me han rebajado de persona a florero de exposición.

Francia es en parte culpable de esto. Yo sabía bien qué clase de lecciones le daba Francia a Perú, yo vi el odio en el corazón de ella, el odio hacia Reino Unido. Y con ese odio, esa culpa y ese rencor habían enseñado a Perú. No era el mejor momento para tomar consejos de una persona tan dolida por la traición.

Cuando conocí a Perú era una persona totalmente diferente. Era una pieza brillante, alguien con un aura cálida, alguien que parecía sonreír a pesar de todo, amable siempre, dulce, dispuesto a ayudar o a dar la cara por quienes consideraba sus amigos. Lo amaba... Amaba eso de él, ambos nos queríamos y en ese momento desbordaba felicidad. Amaba mucho a Perú, lo quería tanto que él era la única razón por la cual visitaba la casa de mi madre pese a sus constantes regaños y llamadas de atención, porque sabía que Perú iba a estar ahí para darme consuelo, para hacerme sentir capaz... Le dije tantas veces que lo amaba, y luego me obligaron a dejarlo ¿Ahí empezó todo esto? Tuvimos que terminar esa relación de forma obligada. La gente que estaba por encima de mí no consideraba a Perú un buen pretendiente para mí, y yo solo acepte dejándome llevar y sin la capacidad para pelear por él. Después de todo, era un amor juvenil, pasajero como muchos otros que había tenido ¿No es así? Para mí no había significado la gran cosa, solo un buen recuerdo de verano...Pero para Perú ¿Qué había significado?

Ahora Perú era diferente, eso me causaba algo de incomodidad, de curiosidad también. Nos habíamos cruzado unas cuantas veces antes pero nunca había notado el cambio tan radical de este país. Al contrario, siempre que necesitaba ayuda o estaba en aprietos aparecía Perú y me apoyaba en todo, siempre me invitaba a comer algo luego de las reuniones y pensé que su amabilidad se debía a nuestra cercanía de hace unos años, que ahora solo era un recuerdo divertido y curioso en mi memoria, que me hacía sentir a veces inferior a él y a veces me hacía verlo con envidia.

Por eso era tan confuso. Perú... ¿Era realmente un egoísta? Aunque a simple vista parecía que sí, no podía solo encasillarlo ahí. Porque aunque Perú me haya hecho daño, lo ha hecho indirectamente. Me ha dado un lugar tranquilo, incluso me ha dado dinero para gastar, y no me he tenido que preocupar verdaderamente de mis responsabilidades durante casi dos semanas. Extraño mi libertad, sí, pero era tan poca que de algún modo me siento más libre aquí, lejos de todo el trabajo extenuante que me ponían para que no pareciera un inútil. ¿Eso es lo que él quería? O será que solo estoy siendo demasiado positivo ante de la idea de que quizás haya otras razones para que Perú me haya elegido además de las armas y el potencial de mi ejército. No quiero creer que Perú ha desaparecido dejando en su lugar a una persona tan despreciable. No si yo en algún momento lo admiré tanto...

Perú, la potenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora