ᴄɪɴᴄᴏ

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27 de abril del 2012 ; Seúl, Corea del Sur.

El día había transcurrido con normalidad, al menos para el resto de alumnos que no se llamasen Kim SeokJin. Quién estaba sufriendo por la seriedad que de pronto tomó su maestro para consigo, pero no era como si él había reaccionado de la mejor manera, ahora que quería que el castaño lo mirase, este no mostraba interés alguno por hacerlo. Se sintió patético de nuevo.

Horas antes había llorado frente a él porque se sentía acosado y, ahora rogaba por atención.

No hubo nada relevante en la clase, pues comenzaron con las presentaciones, en la que cada uno se levanta y dice sus datos para que el maestro vaya conociéndo a todos. SeokJin detestaba ese tipo de cosas, detestaba ser el centro de atención, más bien, no aguantaba tener todas las miradas puestas sobre él. Le incomodaba.

Cuando llegó su turno, TaeHyung no hizo más que alzar una ceja, muy al contrario de lo que hizo con todos, a los cuales le dedicaba una cálida sonrisa. Seguro el mayor lo odiaba. Lo odiaba por no dejarse atrapar.

Era obvio que ese hombre quería algo de él, lo quería utilizar y como no lo consiguió ahora le iba a hacer la vida imposible.

Estúpido, estúpido, estupi-

—Joven, SeokJin.

Los pensamientos del pelinegro fueron interrumpidos por una voz tan profunda como el mar mismo.

SeokJin no sé había dado cuenta de que tenía la cabeza gacha y sus manos por encima de ésta. Cuando se levantó y estuvo erguido pudo ver como toda la clase tenía sus ojos puestos en él, sintió tanta vergüenza que su cara se llenó de tonalidades rojas y comenzó a morder su labio inferior como siempre lo hacía cuando estaba en ese tipo de situaciones.

TaeHyung por su lado trató de no reaccionar, le costó evitar verlo durante toda la tarde para no incomodarlo, se sentía mal por lo que hizo hace horas. Y sus intentos habían dado frutos.

Pero, le fue difícil hacer caso omiso al comportamiento que el pelinegro estaba teniendo, se preocupó cuando vi al chico como un una crisis, debía emplear el papel de maestro responsable.

—Joven, Jin —repitió esta vez con más suavidad—. Si no se siente bien, puede ir a la enfermería.

—E-estoy bien, gracias— para ese momento SeokJin quería ser un avestruz y meter su cabeza en el suelo.

—Mantenga una buena postura, por favor— el tono de voz empleado por el castaño era seco—. Está en el salón de clases, no en su casa.

Se escucharon un par de risas en el fondo, en otra ocasión el pelinegro se hubiera encogido en su lugar, pero eso ocasionaría llamar aún más la atención.

¿Por qué su padre tuvo que contratar a este hombre? y ¿por qué se empeñó en cambiarlo a una clase de la que ni siquiera disfrutaba?

SeokJin nunca ha sido un gran fanático de la pintura, no lo veía siquiera como un pasatiempo y aunque no se le dé nada mal. Simplemente no era algo de su agrado. Por otro lado, tenía una gran pasión por el canto, es como su talento oculto, pues nadie más que él mismo y los utensilios de baño han escuchado la melodiosa voz del pelinegro. Él había estado encantado en su anterior clase, la de música. Habría seguido allí si no fuera por su padre y su absurdo fanatismo por TaeHyung, SeokJoun había movido cielo y tierra para poder tener al pintor entre su personal. Ya que así aumentaría la demanda de estudiantes, y todos saldrían beneficiados.

Todos excepto Jin. Quién prefería mil y un veces la clase del hombre de facciones felinas y que era un experto en el piano. Con él si que se llevaba bien, era una persona muy amable, muy al contrario de lo que pensaban todos, quiénes tachaban al pobre hombre de amargado y para nada accesible. Pero era cuestión de conocerlo y darse cuenta de la buena persona que es.

𝑁𝑢𝑚𝑒𝑛; 𝚃𝚊𝚎𝙹𝚒𝚗Where stories live. Discover now