IV

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Coruscant, 53 DBY.

Esa noche, en sus sueños, ningún fantasma se apareció. En vez de eso, una mariposa de un hermoso color azul brillante se posó en su mano derecha. Anakin la contempló, cual niño mirando un juguete nuevo con todo negro a su alrededor

De un momento a otro el insecto voló hacia una silueta femenina que se llenaba de luz blanca, como si fuera un ángel. La mariposa se posó encima de la cabeza de la mujer y ella sonrió divertida. A ella si la reconoció al instante, por un momento se sintió feliz.

– Bisabuela Padmé – dijo maravillado.

La senadora estaba vestida como el día de su funeral, con las flores en su cabello castaño risado, el vestido de princesa y el amuleto que su amado le había dado hacía mucho tiempo atras; todo esto complementado con una sonrisa en su rostro.

Su bisnieto le pidio que le hablara, que le diera respuestas a sus preguntas, pero ni una sola palabra fue pronunciada por su antecesora. Lo unico que hizo fue tomar las manos del chico y volvió a colocar a la mariposa en ellas.

Cubrió las manos del chico con las suyas hasta cerrarlas y por un momento él pensó que habían matado al insecto. Pero al abrirlas de nuevo vió un cristal Kyber azúl. Levantó la vista anonadado y miro a la mujer.

Ella le hizo una seña para que bajara la cabeza un poco porque él había heredado la estatura de su padre. Padmé soplo suave sobre su frente y le dio un pequeño beso sobre esta después. Le volvió a sonreír y se desvaneció, cual diente de león al viento.

Despertó y sin más espera reunió a su equipo en el hangar. Debían ir a inspeccionar Endor lo antes posible, un presentimiento se lo decía.

El equipo de Matthew, que iría a Scarif ya estaba a punto de despegar cuando el equipo de Anakin se terminaba de alistar en la pista.

– ¡Hey! ¡Matthew! – grito el pelinegro, cuando su amigo estaba siendo el último en abordar la nave.

– Que la fuerza los acompañe – dijo el equipo Endor al unísono.

– Siempre – respondió Matthew inclinando un poco la cabeza.

La nave despego y en cuestión de segundos se perdió de vista. A lo lejos, el joven Solo pudo ver a su tío acercarse seguido por 16 soldados que los acompañarían.

– ¿Es necesario que nos acompañen los soldados? - preguntó un poco fastidiado Dann.

– ¡Si! – apoyo Pete – Creo que podemos nosotros solos.

– Pues nunca se sabe cuándo necesitarán refuerzos – respondió el General.

Los soldados abordáron y uno a uno, los caballeros Jedis Grises ingresaron a la nave, despidiéndose formalmente de Poe.

– Te esperamos en la nave – dijo Haly quién iba al lado de Maia.

Las chicas entraron y sobrino y tío se quedaron hablando unos minutos.

– ¿Seguro de que estarás bien? – preguntó preocupado.

– Estoy muy seguro.

– No se mucho de la fuerza y tu mamá nunca me explicaba nada, lo cuál me hacía enojar – soltó una risa nostálgica – Pero aferrarte a ella, es tú mejor arma en estos momentos.

– Si, juntó con esto – dijo el pelinegro sacando su sable láser y activándolo frente al mayor. La hoja de color gris le iluminó el rostro y se sintió digno de su legado.

Se abrazaron y se despidieron. El halcón milenario despegó siendo piloteado por Chewie. Él Suspiró y pensó en todo lo que había pasado las últimas noches.

After War - A Star Wars StoryWhere stories live. Discover now