VI

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Nueva Alderaan, 53 DBY.

– Ben no puede revelarse o sino Plagueis hará que, poseido, mate a Rey con sus propias manos y Rey no puede tratar de matar a Plagueis porque si lo hace también mataría a Ben en el proceso.

Anakin estaba estupefacto. Eran tantas revelaciones en tan poco tiempo que ni podía procesar todo con tranquilidad.

– ¿Como sabe todo esto, maestra?

– Digamos que soy algo así como una guardiana del mundo entre los mundos – trato de explicar la Togruta – Que la fuerza te acompañe, Joven Ani – dijo Ashoka despidiéndose con una pequeña sonrisa y se desvaneció frente a él.

El pelinegro pensó que se iba a desmayar. Tenía miedo, no sabía que hacer con exactitud y todavía tenía muchas preguntas sin contestar ¿Cómo salvaría a sus padres? ¿Como derrotaría a el antiguo Sith él solo?

Sabía que si Plagueis lo estaba buscando a él para cobrar venganza, eso significaba que probablemente podría hacer cosas horrorosas por encontrarlo, no permitiría que eso pasará, no dejaría morir a alguien más por culpa de él, no de nuevo.

Pasarón tres días en los que le ocultó a sus amigos lo que había encontrado y les pidió seguir la búsqueda para distraerlos.

Poe se contactaba con él a diario y le pedía que volviera a la capital. El General no podía abandonar su puesto en la armada por eso no había ido a buscarlo.

El grupo que fue a Scarif reportó que no habían encontrado nada y volvieron a Coruscant siguiendo las órdenes del chico Solo.

La noche del tercer día Anakin logró reconocer en sus sueños el lugar donde estaba el maestro Sith. Había sido solo una imagen en su cabeza pero eso le bastó para saber a donde se dirigía.

A escondidas tratando de que nadie se diera cuenta de que se marchaba, se dirigió al hangar y antes de tomar una nave cualquiera, entró a la nave de su abuelo Han y buscó unas de sus cosas.

Un Beep lo hizo detenerse en seco y miro a sus espaldas, eran BB8, Artoo y ThreePiO, de seguro lo habían visto escabullendose por los pasillos.

– Amo Ani ¡¿Qué está haciendo?! – preguntó alterado el droide dorado.

– Lo siento chicos, pero tengo que hacer algo urgente y tengo que hacerlo solo.

Los droides se alteraron y le pidieron que no se fuera, que al menos se llevara consigo a BB8 para que lo ayudar pero todo fue en vano. Anakin les dió la orden de ponerse en estado de hibernación hasta que que amaneciera. Calculaba que para aquel entonces él ya estaría muy lejos.

Con su mochila al hombro y su sable se fue a una nave pero antes de abordar una risa burlona a su lado izquierdo lo distrajo.

– Joven Solo Skywalker.

– ¡Maestro Yoda!

– ¿Haciendo tú estás qué? – pregunto con su particular forma de hablar – Huyendo, tonto eso es.

– No estoy huyendo maestro – respondió mirando al anciano – Debo rescatar a mi madre y mi padre de Plagueis, pero debo hacerlo yo solo. Nadie más debe morir por mi culpa.

– Miedo tienes tú, eso malo es.

– No tengo miedo maestro, pero no me arriesgaré a perder a mis amigos o a alguien más de mi familia por mis errores.

– Lo que a tú hermana le pasó tú culpa no fue.

– ¡Leianna murió por mi culpa!

– Protegerte decisión de ella fue – el maestro se acercó y le pidio que se agachara a su altura y le palmeó el hombro – Ah, joven Solo Skywalker, el miedo vencerte no debe, convertirlo en valor debes.

After War - A Star Wars StoryWhere stories live. Discover now