XXIII. Volviéndote loco

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En cuanto leáis que Zenitsu le da play a la única canción que sale en el capítulo, para más ambiente, reproducid esto. Es lo que me inspiró a escribirlo:

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Jamás había sentido tanto dolor emocional como en aquel momento. Realmente deseó morir solo para que se detuviera. Era insoportable. Su tráquea apenas dejaba pasar el aire,era incapaz de deshacerse del yunque que tiraba de ella. ¿Así era como se sentían todas aquellas personas del mundo que, por terrible capricho del destino, perdían a sus parejas por accidentes o enfermedades? Tenían tanta fortaleza para no volverse locos... Era... no sabía lo que era. No existía una sola palabra adecuada para describir la angustia y el sufrimiento que atacaba sin piedad los corazones, ya rotos, de esa gente. No pudo soportarlo, de verdad que no. Y ni siquiera era real... Emitió un quejido en alto, desgarrando su voz. Se le clavaba tanto por todos los rincones de su pecho. Las olas de calor que subían constantemente eran desesperantes, no eran agradables, ni cálidas. Ardían y quemaban, le dañaban. Había llorado muchas veces viendo películas o series, leyendo libros o jugando videojuegos con historia profunda. Pero jamás había sentido aquello, nunca se notó tan echo polvo. Casi podía ver los trozos de su alma espardicos por el suelo, quebrados. Aún sujetaba en su mano aquella nuca colgante, inmóvil por tan solo un segundo más hasta que la cabeza se alzó. El movimiento que notó le hizo levantar la propia, con la mirada borrosa, húmeda. Pero... Podía percibir aquel tono verde. De alguna manera, todo el dolor, todo el ardor en su corazón se marchó, quedando tan solo las pruebas en lágrimas atascadas en sus ojos y rastros sobre sus mejillas irritadas.

-Que no estoy muerto... -su tono de voz, tan pequeño, tan asustado y culpable, tan tierno, fue todo lo que Tanjirou necesitó para sentir que se bañaba con agua cálida en un frío día de invierno. Y aun así, este siempre supo que lo estaba, que no era de verdad. Sin embargo, el simple hecho de verlo así fue... desgarrador.

-Y-ya... -pero fue tan fiel, tan realista. Fue soltando poco a poco, permitiendo que Inosuke se sentara por sí mismo. Sus ojos rojizos, empapados, no eran capaces de apartar la atención de él, temerosos por algo. Fue entonces, que abriéndolos mucho más, observó aquellos brazos alzarse hacia él, separados. Le estaba creando camino para ser consolado, y no dudó un solo segundo. Ni siquiera lo pensó. Se lanzó a sus brazos, encogido, dejando que le apretara suavemente contra aquel pecho cálido, escondiéndose en él y volviendo a llorar, esta vez en silencio. El joven más pálido lo acariciaba de forma tan gentil, tan delicada, como si el pelirrojo fuera del más fino cristal, frágil. Masajeaba con tanta compasión su espalda, sus cabellos rojos. Inosuke sintió su rostro húmedo moverse, la mejilla canela plantarse en su ropa. -Lo siento... -sorbió por la nariz, desesperado. -Estás cosas me pueden... Dame... Dame un minuto...

Todos los minutos que deseara le daría. No tenía prisa alguna por nada. Continuo reconfortándolo, regalándole tanto cariño, todo el aprecio cercano que Tanjirou le había estado dando a él los días anteriores. Adoraba tenerlo cerca, se sabía, pero más le encantaba que fuera el propio pelirrojo quien quisiera ser mimado por él, que buscara sus caricias y apoyo, no al revés. Se sintió tan feliz, tan realizado. Tan agradecido con Zenitsu por su plan que simplemente no podía ignorar al rubio más. Giró la cabeza en su dirección, pero en cuanto el tercer chico se dio cuenta... Saltó por sí solo en el sitio del kotatsu.

-¡No estoy llorando! -sin que ninguno hubiera dicho nada, él gritó para defenderse de algo que nunca le llegó. Se limpió la cara, desviándola con desesperación y respirando humedad. -¡Se me metió polvo en los ojos! -qué mentiroso. Los ojos rojizos se levantaron lo suficiente para verlo, confusos por un par de segundos, al igual que los verdes. Hasta que ambos emitieron unas suaves y melodiosas risas.

Detrás de la luzWhere stories live. Discover now