CAPÍTULO DIECIOCHO: DESESPERADO POR ESTAR A TU LADO

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¿Cómo entenderte? Si yo contigo no he hablado,

Si ni siquiera sé cómo te llamas,

Ni siquiera sé cómo se siente tu boca sobre la mía.

—Ya te di tu beso de buenas noches —bromeó pasando sus labios por la nariz de ella, Caro cerró los ojos al sentir su cuerpo caliente. Renzo, él solo sacaba su lado vulnerable, ese que necesitaba protección.

—Ve con cuidado, Renzo —se despidió y tiró de ella cuando se estaba alejando, entrelazó sus dedos y besó sus labios, suave, lamiendo y luego bajó su boca hasta su cuello, dejando un beso ahí. La soltó y empezó a caminar hacia el carro, ignorando lo que aquel beso había causado en la chica.

Subió y sacudió su mano despidiéndose con una sonrisa en la boca, una que le gustó. Él no se fue hasta que ella no cerró la puerta y quedó segura, caminó hasta su habitación y se acostó, sintiendo la suavidad de su cama, después de eso; pudo dormir.

Ese viernes era demasiado especial, era la exposición de su idea con Luz, y luego sería aprobada y se lanzaría al mercado. Ese día se había levantado a las siete, peinado y maquillado, una bonita falda con una camisa blanca. Alondra ya tenía el cuadro listo, León la llevaría y Luz estaba más que nerviosa, pero sabía que saldría bien.

Ese día se decidió por tomar el tren, leer y ver las fotos, cada uno y se detuvo por más tiempo en las fotos de Lucio, la mirada picara que tenía, esa sonrisa que te decía que con él la vida sería una locura, pero era ese tipo de hombre que hacían sentir pena, luego tenían sexo y al otro día no eras nadie. No, no iba a complicarse por ningún hombre, ya en el pasado lo había hecho.

Cuando llegó pudo ver a Leo con dos cafés en mano, Luz con unas notables ojeras y Alondra con el cuadro cubierto, su cabello suelto y aquel vestido marcaba cada curva que enloquecía a su esposo, su mejor amiga le sonrió y cuando ella quiso ver el cuadro; negó, diciendo que era una sorpresa.

—Espero sea bueno chicas, estoy poniendo mi fe en ustedes —ambas asintieron y entraron al salón principal, llenaron la sala con las fotos que Caro había tomado y en el centro el cuadro, entraron los editores de la revista, y los mejores fotógrafos, todos tomaron asiento y esperaron que Luz hablara.

—Desde que la literatura erótica fue lanzado al mercado, desde que los hombres de piel perfecta y traje salieron; nos vendieron una imagen equivocado de la belleza del hombre, de lo que una mujer debe esperar —los tacones rojos de Luz sonaron, la joven sonrió señalando la primera fotografía donde Mario colocaba cada ladrillo blanco mientras Pablo hacia la mezcla, y un Lucio estaba recostado en el árbol, señalando. Su ceño fruncido, y marcando cada línea en su rostro, lo acabado que estaba—. Nos vendieron un hombre frío, de traje y de oficina, un símbolo que hasta ahora significa belleza, ¿no es así?

>>A todo color este mes dará un concepto diferente. ¿Qué piensan cuando hablan de belleza oculta? ¿Qué piensas tú, Caro, siendo una fotógrafa?

La pelirroja parpadeó y miró cada foto, se acercó con cautela a una en particular, una donde Lucio salía mirando a la cámara con seriedad, su rostro lleno de manchas a causa del sol, las patillas y algunas hebras grises. Ella sonrió y señaló la foto, todos dirigieron su mirada a ese lugar.

—Ojos, las líneas y manchas. Él —contestó con seguridad—. Un hombre común y corriente, un hombre sensual que ha sido descartado de los prototipos de belleza.

UNA CERVEZA Y ALGO MÁS (II)Where stories live. Discover now