dieciséis. - [ final ]

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STAY HERE.
En verdad, no podía creerlo. Era simplemente magnífico. ¿Su vida de verdad era así? ¿Cómo asegurarse de que no era una ilusión y seguía inconsciente? Todo era demasiado perfecto para ser real. Tan sólo hace unas horas su habitación había estado llena de gente, cosa que ni siquiera en su edad de oro sucedía. Enserio, ¡había entre siete y ocho personas conviviendo ahí! Urata jamás se hubiera imaginado que podría tener tantos amigos. Y más, considerando los miedos que tanto lo habían acomplejado. Ahora, esas cadenas que lo ataban no eran tantas ni lo oprimían como antes, pero igual algo seguía ahí. Pero estaba bien. Ahora tenía amigos para apoyarse, no estaba solo. Era feliz.

Ya era casi la media noche, todos estaban limpiando el cuarto y recogiendo sus cosas, para no causar molestias. Los primero en irse fueron Senra y Naruse, le siguieron Soraru y Mafu, y finalmente se fue Shima, solo. Sakata se quedaría un poco más.

—Gracias por quedarte a ayudarme a limpiar todo, Sakatan. No era necesario —dice el ojiverde, mientras extendía las sábanas de su cama.

—No agradezcas, está bien. ¿Cómo te sentiste hoy?

—Muy bien —dijo, mientras en su cara se pintaba una sonrisa sincera, aunque tímida —, incluso se me hace difícil pensar que ésto es verdad... ¿Y si sigo en coma? Me cuesta aceptar que tengo tantos amigos de repente...

—¿Quieres confirmar que es tu vida de verdad?

—Pues... Algo me dice que lo es... Pero estoy curioso, ¿qué tienes en mente? —pregunta, y camina hacia donde está el pelirrojo.

—He estado practicando desde ése día, ¿quieres que bailemos? —y le extendió la mano, con una bella sonrisa en sus labios.

—¿Y eso en qué me ayudaría a saber si es mi vida de verdad? —cuestiona, aceptando la mano.

—Bueno... Alguna vez leí algo de que cuando las personas hacen lo que les apasiona, sienten que están realmente vivos, y creo que mencionaste que el baile es tu pasión, ¿o no? —dice, acercando su cuerpo al de Urata.

—Es genial que recuerdes tantas cosas tan simples. Y sí, el baile es mi pasión.

—¿Crees que puedas hacerlo? Digo, casi acabas de salir del hospital, ¿no te esforzarás demasiado?

—Creo que puedo hacerlo. Me siento extrañamente bien, como si nada hubiera pasado.

Sakata sonrió y apretó la mano de Urata, y empezó a moverse. Había estado practicando un único vals, había visto como 300 veces el vídeo tratando de imitar los pasos, y aunque al final no lo logró, aprendió técnicas y soltó más su cuerpo. Sus movimientos eran ahora más livianos, calmados, gentiles. Urata era un consumado maestro en la danza, especialmente en los vals y baile moderno, así que le era sencillo encontrarle el ritmo a Sakata y seguirle los pasos. Además, Sakata aún era un bebé en lo de bailar, a Urata le resultaba más sencillo.

—¿Qué se siente bailar con el nuevo Sakata de 17 años? —sonríe el pelirrojo.

—¿Eh? —exclamó, mirándolo a la cara —Oh... Ya recordé. Cumpliste años ayer, ¿verdad? Por eso no recuerdo haberte felicitado ni nada... Lo siento.

—No te preocupes, ¡es lindo que lo tengas en cuenta! Ahora ya soy de la misma edad que Uratan, ¿qué tal esa? —comentó riendo.

—Bien, supongo que está bien... Tal vez te dé algún regalo.

Mientras hablaban, seguían bailando. Era una especie de conexión especial. Cuando se tomaban de las manos y sus cuerpos se acercaban, sentían que algo hacía que se unieran más. ¿Era esa la famosa sensación del hilo rojo del destino? Sakata hasta ahora que lo recordaba. Recordó esa conversación que tuvo con Urata hace algunos meses, cuando Urata le preguntó sobre el amor. Al final, su persona especial estuvo todo el tiempo junto a él. ¿Cómo no pudo notarlo?

i don't care ー urasaka Where stories live. Discover now