|D I E C I S I E T E|

39 4 0
                                    

El jueves la mayoría de los estudiantes cargaban con un gran cansancio, se les notaba en la cara y en su forma de caminar. Y era evidente que eran los que asistieron a la fiesta.

Cuando cruzamos la puerta del instituto todos los estudiantes se giraron a vernos. Especialmente a mí.

Claro, habían presenciado la caída.

Muchos me miraban con pena, otros muy confusos y algunos simplemente se burlaban.

Al parecer la voz había corrido rápido porque hasta estudiantes que no habían ido ya estaban enterados de todo. Incluso de lo que se suponía que tenía con Jesper. Oh sí. Hubo muchas miradas y comentarios al respecto.

Me sentía una vez más un pez fuera del agua. Me sentía extraña allí, y aunque era común haberme sentido así desde mi primer día de clases hace cinco años, los chicos habían logrado en poco tiempo que me sintiera parte de algo y de ser incluida. Además los había conocido y fue una de las mejores cosas que podrían haberme pasado en la preparatoria.

—¿Se les perdió algo? —gruñó Reanna.

Casi de inmediato todos volvieron a lo que sea que estaban haciendo antes de que entráramos.

Le agradecí en un gesto y ella me guiñó un ojo en complicidad.

Mi día comenzaba a mejorar.

...

Mi móvil sonó en una notificación de un mensaje nuevo.

Terminé de guardar mis cosas y, mientras iba hacia la cafetería a reunirme con los demás, lo leí.

«No te distraigas, no te descuides».

Seguramente me vi como una ingenua parada en el medio del pasillo. Pero no me importó. Porque lo que más me preocupaba era aquel mensaje. No era de Ruby, ya que la había agendado para saber si provenían de ella o no, ni tampoco era el mismo número que también me había escrito unas pocas veces. Pero a diferencia del segundo remitente que advertía en sus letras, este no sabía cómo tomarlo. ¿Una amenaza o una advertencia?

Fui una estúpida al creer que todo había terminado. Creí por un momento, nuevamente, que me dejarían en paz.

Al parecer no.

Una persona que está dispuesta a hacer daño no parará hasta ver sus actos.

Porque cuando finalmente intentaba aceptar que mis pedazos iban uniéndose nuevamente de a poco, volviéndome fuerte con cada unión, justo antes de alcanzar mi mayor logro personal, todo se desmoronó.

Me desvié hacia los baños del instituto y me encerré en un cubículo.

Necesitaba pensar muchas cosas antes de entrar en un colapso.

La situación me sobrepasaba y, al parecer, los problemas iban acumulándose en una gran bola que algún día iba a estallar y no sabía si estaba preparada para que eso suceda.

Tenía demasiadas cosas en mente que una estudiante de preparatoria no debería de tener.

Muchas cosas se sumaban y no estaba lista para enfrentar y resolver cada una.

Quizás era hora de ponerme firme ante las adversidades y pelear, confrontar y ganar. Dejar de ser una cobarde y enfrentar mis problemas.

Eso sería un buen comienzo y un buen plan para intentarlo cuando mi mundo estuviera un poco más estable y no como en ese momento. No cuando se iba haciendo pedazos y me aplastaba en el suceso.

Unas risas me sacaron de mis pensamientos más profundos.

Intenté recomponerme y cuando estuve lista para salir, unos gemidos me detuvieron en mi sitio.

¿Por qué siempre me encontraba en estas situaciones?

El universo estaba empeñado para que me halle en el lugar equivocado en el momento equivocado.

—Ree, nos descubrirán —murmuró su acompañante. Una chica.

—Anoche en la fiesta no decías lo mismo.

¿Qué? ¿Estuvo con una chica y no con un chico?

¿Quién será la afortunada que se robó el lado más sentimental de Reanna Johansson? Sea quién sea, espero que no rompa su corazón.

—Olvidé mencionarte... le envié el mensaje. ¿Por qué no le dices las cosas de una vez?

—Todo a su tiempo. Además es mucho para soltar de sopetón... no lo soportaría y no quisiera ver a mi primo sufrir una vez más —explicó Ree.

—Tienes el poder de evitar que pase algo más grave, cariño. Yo te apoyaré y lo sabes. Ruby le hará daño, lo sé.

—No es momento Brigitte, aún no es el momento. Deja que yo me encargue, aún debo informar de algunas cosas a Zia.

—Es muy admirable lo que hacen. Nunca nadie se preocupa por los que sufren bullying, y ustedes han logrado mucho desde hace tiempo.

—Bueno... ¿no dicen por ahí que los ricos son egoístas? La generación élite lo va a cambiar. Los chicos de sociedad como nosotros siempre podemos hacer algo —aseguró Ree.

El baño quedó en un profundo silencio, tanto que tenía miedo que oigan mi respiración, por lo que contuve el aire unos segundos.

Al parecer retomaron lo suyo y mi mente seguía estancada en lo que acababa de escuchar.

¿Brigitte? ¿Ella no es una de las mejores amigas de Ruby?

Necesitaba muchas explicaciones y salir de ese cubículo para ir por respuestas.

Porque el universo, al parecer, comenzaba a enviarme señales.

The Society ©Where stories live. Discover now