Yo volaría mil millas

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Sungmin


Revisó su teléfono cada vez que se levantaba para orinar esa noche. Ninguna respuesta. Cuando se despertó por la mañana sin recibir ningún mensaje de Kyuhyun, volvió a poner el teléfono debajo de la almohada y salió de la cama para orinar una vez más.

Regresó a revisar su teléfono una vez más, dándose cuenta que, si Kyuhyun hubiera tenido un iPhone, hubiera verificar que al menos había visto el mensaje.

No. Enviado como un SMS. ¿Por qué no había pensado enviarle un mensaje en alguna plataforma de redes sociales que te dijera cuándo alguien leía tu mensaje? Si lo hiciera ahora, Kyuhyun podría sentirse como si lo estuviera acosando, enviándole mensajes a cualquier lugar que pudiera, y eso no era lo que quería. Ahora no. No cuando más necesitaba la buena voluntad de Kyuhyun. Sin importar lo que pasara entre ellos, Kyuhyun necesitaba saber que el bebé era suyo.

Pero no había nada que pudiera hacer hasta que respondiera. Metió su teléfono de nuevo debajo de la almohada cuando Seungah asomó la cabeza — ¿Hambriento? —Llevaba puesto su delantal de cocina, hecho de tela a rayas blancas y moradas, bordeado de volantes de color rosa.

Su estómago se revolvió, pero no de hambre. Sabía que, en media hora, estaría muy hambriento, y probablemente solo podría dar tres mordiscos. Eso es lo que sucedía cuando un bebé aplastaba tus entrañas, como demasiada pelusa dentro de un animal de peluche.

–Hice tocino —Seungah meneó las cejas, y Sungmin olfateó el aire.

–Probablemente pueda comer algo. —Se puso de pie y se estiró.

–Es lo que pensaba. Tengo una ronda lista y enfriada. Mejor apúrate antes de que me los coma todos. —Desapareció con una floritura de su delantal de cocina con volantes rosa.

Estaba en su segundo plato de tocino cuando llamaron a la puerta.

— ¿Estás esperando a alguien?.

Seungah sacudió la cabeza, se secó las manos con una toalla y fue a abrir la puerta. La corta pared entre la cocina y la puerta, bloqueaba su vista desde su asiento en la barra de desayuno, a pesar de que se estiró para ver quién era.

— ¡Oh! Hola, um... —El saludo nervioso de Seungah no le dijo nada sobre quién les estaba dando una visita tan temprana. Ella retrocedió y se volvió hacia él con una expresión ansiosa, y luego Kyuhyun apareció, sus ojos se dirigieron directamente a los de Sungmin — ¿Por qué no los dejo a los dos? Necesito una ducha de todos modos. ¡Oh! ¡Pero el tocino! —Sus ojos se lanzaron entre la puerta de su habitación y la sartén de tocino.

—Puedo terminar el tocino, —dijo Kyuhyun, sorprendiéndolo. —Siéntete libre de hacer lo que necesites.

–Sí, um... —Seungah lo miró para su confirmación.

–Adelante, prepárate, —dijo Sungmin. Sabía que ella no sentía la repentina necesidad de quitarse la grasa de tocino, estaba tratando de averiguar si él quería espacio y tiempo a solas con Kyuhyun.

Seungah se quitó el delantal y se lo tendió a Kyuhyun, luego se lo pensó mejor y trató de quitárselo, pero él lo tomó con una expresión seria y se lo puso sin una palabra, se acercó a la sartén y levantó un tenedor para empezar a voltear trozos de tocino. Parecía ridículo en el delantal con volantes, pero lo último que quería en ese momento era reírse.

–No sabía que cocinabas —. Qué cosa tan estúpida para priorizar, con todo lo que no se decía entre ellos.

–No lo hago, —dijo Kyuhyun —Nada más allá del tocino y macarrones con queso de caja —Tiró varias piezas hasta el plato cubierto con una toalla de papel junto a la sartén. Sungmin intentó tomar un sorbo de jugo de naranja y tragó mal, y comenzó a toser en seco y a jadear mientras el líquido ácido le quemaba la garganta.

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