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Era horrible, odiaba todo este desastre. Quería su vida de vago de nuevo. Christopher estaba siendo forzado a aprender sobre autos, aprender sobre dinero y tonterías que no le interesaban.
Su madre estaba loca si creía que iba a hacerlo.

Le gustaba quedarse en casa y no poner atención en nada, prefería usar los autos que estaban en casa y perderse por horas lejos de casa. Hasta que un día alguien dijo que cuando cumpliera 22 era su obligación dirigir la marca de autos creada por su tatarabuelo abuelo quien no tenía ni una maldita idea de quien era y que por tradición debía continuar con una compañía de automóviles que a el no le importaban.

-¡Escuchame! ¡Tienes que hacerlo, tu hermano no entra en la clausula por que tiene un negocio propio grande!

-¡Que lo venda! Yo no quiero nada. - camino hacia la salida jalandose el cabello.

-Ademas que debes dejar de teñirte el cabello y los aretes, y esa ropa tan... extraña tuya.

-Olvidalo.

Cerro la puerta principal y con las llaves que traía espero que la luz de alguno de los autos se encendiera para llegar hasta el.

-¡Christopher! -escucho a su madre tras de el. -Si aceptas ahora dejaré que tomes el puesto sin casarte.

-Debes estar mal de la cabeza si crees que eso es una buena propuesta... -giro los ojos antes de cerrar la puerta del auto y patinar frente a ella antes de salir de los terrenos Vélez.

Estaba harto.

Continuo por la carretera y se odiaba por tener hambre justo ahora, no había usado dinero como huelga así que iba a un pequeño lugar donde tenía postres ricos pero la comida no era tan buena.
Usaba dólares que tenía arrumbados en alguna parte de su cuarto y compraba cualquier cosa que supiera bien pero los últimos días le enfureció que en su mundo lleno de fastidio y molestia apeteciera ese niño que sonreía siempre, ese que llegaba con un suéter amarillo y pantalones tan ajustados y unas vans azul cielo.

Era ridiculo.

No entendía que podía tenerlo tan feliz, eso se había preguntado hace dos meses la última vez que lo vio acompañado de un chico tan alto.

Ahora le enfurecia más verlo con la mirada pegada a la mesa mientras las mangas de sus suéteres negros limpiaban sus ojos.

Gruñia cada vez que sus sollozos interrumpían sus quejas mentales sobre su madre.

Se levantó de la mesa para cambiarse de lugar y no escucharlo pero al parecer pensaron lo mismo chocando uno con otro.

-L-Lo siento... -Erick le devolvió los lentes que habían caído al suelo en el impacto.

-Que torpe.

Solo lo esquivó arrevatandole los lentes y caminando a la otra mesa.

Además de llorón, torpe.

...

Debía cambiar de lugar donde comer y ocultarse de su madre.

Ese niño lo sacaba de sus casillas. Solo lloraba todos los días, solo estaba tomando un vaso de leche con un pequeño pastel el cual no comia.

Queria ir y quitárselo a ver si así dejaba de llorar.

Tal vez solo debería dejar de sentarse frente a donde el lo hacia.
Pero... había algo que lo hacía quedarse a observarlo.
Tal vez sus sus tontos suéteres o su tonto cabello hecho un desastre o sus ojos.

Los había visto antes, eran tan brillantes, tan llenos de algo que Christopher no tenía ni entendia. Tan verdes y ahora eran tan opacos cubiertos de lagrimas.

Todo Arruinado. ☞ChriErick☜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora