Zero

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Según los libros más antiguos , la existencia de la humanidad fue escrita por un solo dios, una deidad poderosa capaz de crear y mover tanto cielo como mar y tierra.
Nadie sabe realmente cómo es , tampoco saben si en verdad fie una persona , lo único que se sabe es que es algo que tiene un poder más allá de lo que el ser humano podrá obtener...

Sin embargo un día todo cambió, y ese dios se aburrió de ser el único responsable de toda la raza humana, por lo que en consecuencia acudió a tomar una decisión que beneficiaría o condenaría a todos....

Actualmente, todos alguna vez en su vida conocen a su dios.
Desde que nacemos , se nos asigna un dios especial a cada uno de nosotros y ellos se aparecen una vez en la vida para conceder un deseo especial que podría cambiar nuestra vida por completo.

Nuestros dioses son animales.
Y si bien, puedes utilizar tu deseo a tu antojo ya sea para intimidar a otros, para vengarte o incluso para mantener tu dignidad, debes entender que cualquier acción tendrá una reacción, y esa reacción podría alterar no sólo tu destino sino también el de otros...

(...)

Así como a cada persona le ocurría en su debido momento, el dios de Kim Hongjoong se presentó ante él cuando tenía sólo once años.
Un pequeño e inofensivo gato negro con ojos afilados de un color azul rey que intimidaban a cualquier ser apareció en su habitación, dándole al peliazul una curiosidad inmensa.
Según su madre, no era común que un Dios se presentara a su humano a tan temprana edad, según los libros, un dios sólo aparecía frente a su humano cuando este alcanzara la madurez necesaria para pedir un deseo, sin embargo Hongjoong aún no había ni empezado su etapa de pubertad cuando ese pequeño minino se manifestó, insistiendo de una vez que pidiera su deseo, pero pese a su corta edad y gracias a todos los cuentos que su madre, portadora de un Dios mono, le contó acerca de la responsabilidad que conllevaba un deseo, el pequeño peliazul no se dejó llevar por la emoción y ansia de tener su regalo especial, ignorando por completo la existencia de ese gatito por unos largos años.
Era bien sabido que aveces los dioses retaban a sus dueños para probarlos y ver qué tanto se podrían dejar llevar por su codicia y hambre de poder o venganza, pero por sorpresa, aún cuando tenía una vida relativamente de clase media baja, Kim nunca se dejó caer ante la tentación que le ponía su Dios, ofreciéndole riqueza eterna, una empresa gigante o yéndonos al extremo, un título importante que catapultara su nombre y el de su familia al éxito.
Hongjoong era sencillo, amaba trabajar arduamente para poder pagarse algún día sus estudios y su bondad fue lo que le trajo muy buenas propinas en la pequeña cafetería donde trabajaba. Estaba agradecido por lo que tenía y no lo cambiaria por nada, pues gracias a eso conoció al amor de su vida y su alma gemela: Park Seonghwa.
Park era un joven que al igual que él, trabajaba día con día para poder entrar a una buena escuela. Seonghwa quería estudiar medicina para ayudar a las personas, pero claramente la carrera no era barata, así que tenía dos trabajos de medio tiempo que aunque le dejaban muy poco, era más que el día anterior y cada vez estaba más cerca de cumplir su objetivo. Seonghwa era una persona muy dulce y cariñosa y así como Hongjoong, su dios se le manifestó a una temprana edad.
Su Dios era un polluelo amarillo muy pequeño y gracias a ello recibió muchas burlas por parte de compañeros desalmados, hasta que por fin decidió pedir su deseo, un deseo muy inocente para un niño de trece años.

Hongjoong se despertó tras posponer su alarma unas tres veces. Odiaba levantarse tan temprano, pero si no lo hacía probablemente Seonghwa lo regañaría y sermonearía por horas.
Estiró su cuerpo por unos segundos para intentar ir más despierto que dormido al trabajo y en eso escuchó un maullido, se giró y encontró a un lado de su cama a ese molesto e insistente gato negro, que le veía con sus ojos azulados juzgando cada acción.

Unmei [Honghwa]Where stories live. Discover now