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Viaje con malas pulgas 2.0. 

La historia volvía a repetirse de alguna forma con un par de puntos diferentes:

Primero: ya no nos encontrábamos huyendo de un alfa psicótico, sanguinario y absurdamente obsesionado con mi persona, que, de hecho, se encontraba en el asiento del copiloto. Ahora su trasero ex peludo estaba aposentado en la parte de atrás del vehículo y había pasado de amenaza inminente a un mal menor.

Segundo: la familia de mi beta (por no apelar a otra clase de sobrenombres confusos) me perseguía, al igual que la mitad de la población de licántropos para hacerse con mi poder y desencadenar una cruenta guerra contra los defensores de la raza humana y los propios seres humanos.

Tercero y por ello no menos importante, Lyha se estaba muriendo y yo con él.

Luego estaba el tema de Kramer corriendo a vender al mejor postor su exclusiva sobre mi identidad.

Crispé los dedos entorno al volante durante unos segundos cuando el torrente de pensamientos rebosó el límite de lo que podía asimilar. Me forcé a respirar muy despacio por la boca, concentrarme en la carretera y no torturarme con los hechos.

El instinto de supervivencia debía prevalecer sobre las ganas de hacerse popó en las bragas.

—Oye, Thara —la voz de Luke se coló en mi mente, despertándome del trance autodestructivo. Parpadeé un par de veces, regresando del todo del viaje astral y giré la cabeza unos segundos para chequear su rostro e indicar que lo escuchaba—. Todo saldrá bien, ya lo verás.

Solté un suspiro.

Desde que el vínculo se había restablecido entre ambos su presencia me resultaba menos amenazante. Al parecer la relación alfa-beta lograba remitir los impulsos de alarma que cualquier hombre lobo provocaba en mí.

O quizás fuese tan solo otro síntoma más de la rápida generación de Lyha.

¡Optimismo, siempre!

—Eso espero —pronuncié en un susurro—. Lo último que quiero es que me utilicen como arma contra mi familia. Lauren y Riley son lo único que tengo, y están indefensas.

Capté como se reacomodaba en el asiento.

—También me tienes a mí —recordó él y su mano se posó sobre mi rodilla. Este contacto desencadenó un escalofrío que alcanzó las terminaciones nerviosas de mis dedos— ¿Has...?

Asentí, tragando saliva.

—Lo he notado —respondí.

Luke alzó las comisuras de los labios en una breve sonrisa que le iluminó los rostros e hizo refulgir sus ojos azules, otorgándole ese aire aniñado que siempre me había parecido contradictoriamente sexy.

—Es bueno —remarcó, con entusiasmo—. Lo es, porque así ambos somos más fuertes. Y ahora mismo, nos viene muy bien.

Su sonrisa terminó contagiándome.

—Tienes toda la razón.

—Qué romántico —ironizó Ryan.

Le eché un vistazo por encima del hombro. Se había apoderado de todos los asientos, tumbándose cuan largo era, con los brazos cruzados sobre el pecho en actitud relajada que destilaba un aire de chulería inherente a su persona.

Mantenía los ojos cerrados, como si estuviera a punto de dormirse.

—Si no te portas bien, te dejaré en la cuneta —amenacé con un punto de seriedad en la voz.

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⏰ Última actualización: Jun 21, 2020 ⏰

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