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CAPÍTULO XXXI
¿Y si en lugar de un sueño todo hubiese sido real? Sería más estresante que ahora


El pelinegro se la había pasado todo el día recostado en el sofá de la sala con un brazo colgando, su mirada perdida en un punto diáfano y su mente maquinando miles y millares de situaciones, pensamientos, inquietudes, dudas.

Se sentía... Ni siquiera sabía cómo se sentía, sólo no quería inmutarse, habían pasado horas desde que se echó en el sofá como si estuviera en un leve caso de tristeza, mas no era así, desde temprano corrió el tiempo hasta ser las seis de la tarde, Beomgyu había pasado diez malditas horas sin levantarse del sofá, sin moverse, sin hacer nada.

Y todo por causa de un ridículo sueño en el cual los protagonistas eran él y su hyung, Choi Yeonjun.

En parte fue algo extraño, su cabeza mezcló tantas cosas irreales con reales, llegó a presenciar a Iron Man en su sueño, incluso a algún personaje de anime, la situación era como de una película de guerra, pero él estaba tranquilo, su hyung estaba con él y aparentemente los dos estaban en una relación. No supo porqué, pero en el sueño era lo más usual del planeta imaginario, incluso llegó a una parte donde le preguntaba a Yeonjun si volvería y si no lo dejaría solo, Beomgyu quería verle, él ni siquiera comprendió la cuarta parte del sueño, pero sí quedó con algo que lo intrigó y lo azoró.

Él quería besar a Choi Yeonjun en ese sueño, y no pudo, quería abrazarlo y no pudo siquiera tocar a su hyung.

Cuando despertó se confundió a sí mismo ya que esas impresiones no las sentía realmente, él no quería besar a Yeonjun, no refutaba que lo tocara, pero él no daría afecto por medio de contacto físico a Yeonjun voluntariamente, y en ese sueño... lo deseaba, las emociones fueron tan reales allí y cuando despertó todo eso que sintió se había convertido en una molesta acidez de estómago.

—Beom, cariño, ¿No vas a comer nada? —cuestionó la abuela del mencionado mirándole preocupada, y claro, como le pedirían que no lo estuviera si su nieto había estado con el estómago ocupado nada más por sus pastillas y un poco de agua.

—No —soltó en voz baja, sin esfuerzos de hacer resonar correctamente su voz.

Aquella le miró apacible, sabía que la mirada perdida de Beomgyu no era debido a una tristeza o alguna inquietud fuerte, era vacía, profunda, pensativa, como si intentara resolver una ecuación con mil incógnitas sin llevar registro físico, sólo en su débil cavidad mental.

La de cabellos canosos apretó los labios y se perdió por el arco que daba entrada a la cocina dejando al azabache nuevamente en su translúcida burbuja. Beomgyu siguió con su viaje astral sin fin, a veces perdía la noción de lo que estaba pensando y se quedaba a la deriva con el cerebro en total blanco.

En el día sus primos le miraban curiosos, pero no se acercaban a preguntar o a molestar ya que se ocupaban en quedarse viendo al chico centrado en la mancha de la pared.

¿Por qué no podía descifrar cuál era el nombre de la sensación que tenía en ese momento? Era casi frustrante no poder darle nombre y apellido a esa cuestión, no sabía si lo ponía triste, no sabía si lo ponía feliz o intrigado, no sabía y no creía poder saberlo.

Quería dormirse, continuar el sueño, mas sabía que era casi imposible. Era increíble que el primer sueño que tiene en mucho tiempo tenga que ver con Choi Yeonjun, es más, era increíble como un simple producto de su imaginación incontrolable lo haya puesto así.

—Beomgyu, tu celular lleva rato sonando en la habitación —avisó el padre del mismo aludido pasando por la sala y siguiendo su rumbo de largo.

His Little Anxiety™ © Yeongyu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora