Capítulo 14

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Me hallaba bajo el cielo oscuro de Mirum, observándolo y la nostalgia me invadía. Pensaba en Hoeni, y en su sonrisa, y el brillo de sus ojos.

Levanté los brazos, dejando así que la magia me recorriera poco a poco, y también el lindo de recuerdo del Hydand.

Concentré toda mi energía en el cielo, recordando todas las veces que Hoeni se elevó y comenzó a irradiar luz.

Los Mirumnianos que habían sobrevivido estaban detrás de mí, observándome.

Entonces, sentí unos brazos rodearme desde atrás.

No volteé mi mirada para ver quién era, pues lo sabía. Reconocía esa energía que me rodeaba, reconocía el tacto de esta...Era Hoeni quien me abrazaba.

Tenerla tan cerca en aquel momento, para mí, era una sensación increíble, era como volver a la vida y sentir que no estaba tan sola en este mundo; que ella y sus aventuras me acompañarían siempre.

—Puedes hacerlo—me susurró ella—. Eres el héroe que salvó a este mundo, y eres el héroe que le devolverá la vida.

Una sonrisa se esbozó en mi rostro y sentí cómo aquella energía que nunca muere me desbordó. Sentí como el cosquilleo del fuego que me invadió.

Concentré mi energía en el cielo oscuro mientras que mis menos se llenaban de humo verde, y cómo los haces de luz invadían mi cuerpo y el cielo.

El color del cielo comenzó a volverse un poco más claro, menos negro y más azul. Poco a poco, la oscuridad se disipaba... Se iba la oscuridad y todo se llenaba de luz, de una luz angelical, de la luz del amor que siento por Hoeni, de ese amor que nunca muere.

Mientras le devolvía la vida al Hydand yo solo recordaba mis mejores momentos con aquella Dríada de pelo verde y ojos brillosos. Aquella Dríada extraña de piel morena que me mostró el sentimiento más hermoso que hay: El amor. Aquella Dríada que tanto me asustaba, aquella Dríada que amo con vida.

Pronto, el cielo se pintó de azul. El azul más bello que vi en mi vida. Un azul vivo, un azul hermoso, un azul maravilloso; como Mirum.

El cielo se llenó de polvo de estrellas, que, dando vueltas, formaron un espiral en lo más alto del cielo.

Y no pude sentirme más feliz cuando logré ver viva la creación de Hoeni. No pude sentir más viva que cuando todo comenzaba a tornarse de color, y de su belleza: La belleza de la Dríada que seguía abrazándome.

—Dales un hogar donde descansar, a Los Celestiales...—dijo ella a mi oído.

Abrí mis brazos y el cielo se llenó de humo blanco...

—Celestiales, ahora pueden reinar en las nubes—les dije cuando me di la vuelta con una sonrisa en mi rostro.

Los Celestiales me miraban con ternura y una sonrisa en su rostro.

—Gracias—dijo uno de ellos y entonces, se elevaron y surcaron los cielos de Mirum.

Miré a Los Celestiales, felices, volando y rompiendo las nubes.

Mis ojos se humedecieron y Hoeni me soltó, y se puso enfrente de mí, y me miró con ternura y con una sonrisa en su rostro.

Ella se acercó a mí.

Podía ver el cielo a través de ella.

—Yo jamás te dejaré sola—dijo y se acercó más a mí, cortando la distancia que había entre nosotros y, tocando suavemente mis mejillas con sus manos, se acercó a mí y besó mis labios.

Sentí su energía en recorrer mi cuerpo, su calor, pero también podía sentir su ausencia. Aquella Hoeni que me besó no era más que energía... La energía que nunca muere.

MIRUM: El Origen de las DríadasWhere stories live. Discover now