Capítulo VIII

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Hacía más de cinco horas que lo habían apartado de Sakura. Por más que lo intento no lo dejaron entrar a la sala de cirugía. Ino se había volteado y con la misma determinación con la que la arranco de sus brazos lo detuvo. "Solo me estorbaras", fue lo que le dijo. Esa mujer le había dicho al Kage de la Arena que estorbaba, le había gritado delante de sus shibobis, le había arrebatado a su mujer de sus brazos y aun así él no podía más que agradecerle a Kami por su oportuna presencia. Ella le había enfrentado en medio de la espesa neblina que le había llevado a herir a la mujer que amaba y lo había hecho por ella, por Sakura. Pero ahora después de cinco horas el desespero empezaba a apoderarse de él. Siempre había sido alguien estoico, frío, distante, carente de emociones. Era pragmático, no se dejaba llevar por sus sentimientos. Era un Shinobi y sin embargo con cada movimiento de las manecillas del reloj su agonía crecía. En manos de Yamanaka Ino estaba su vida. Sabía que ella lo entendía, cuando la vio a los ojos recupero algo de la compostura perdida y luego cuando su hermana le cacheteo él termino de reaccionar.

Ese par de rubias le dejaron en ridículo ante los ninjas que presenciaron la escena y sin embargo no podía más que estarles infinitamente agradecido. El instante siguiente a la cachetada Temari lo abrazo y en su oído pronuncio "Sakura te necesita", solo eso había sido suficiente para que él reaccionara. Sakura seguía luchando por su vida y él en su desesperación no lo había notado. Esa era su mujer, una guerrera, había creído imposible enamorarse aún más de ella pero se equivocó.

Después de que Ino se adentró a la sala de cirugía con una inconsciente Sakura luchando por su vida, el silencio se había apoderado de la sala de espera. Él se quedó parado frente a la puerta sin saber qué demonios hacer, Temari y Kankuro se dirigían miradas preocupadas y Shikamaru se encontraba dándoles indicaciones a los ninjas que habían seguido la escena para que quienes estuviesen de servicio siguieran con sus funciones y quienes no se fuesen a descansar, los cito a todos a una reunión en las horas de la mañana y les recomendó amenazadoramente no hablar de lo sucedido hasta recibir indicaciones directas del Kazekage. Los Shinobi de la arena lo veían con recelo pero al darse cuenta que este contaba con el apoyo de Kankuro y Temari simplemente obedecieron. Sabía que también debía agradecerle a su cuñado. Su cabeza fría estaba manteniendo a raya la tormenta que se desataría, dándole el tiempo para concentrarse en lo verdaderamente importante, la pelirosa en la sala de cirugía.

Media hora más tarde o un poco más se abría la puerta de la sala de cirugía y de ella salía una visiblemente agotada Yamanaka Ino, se veía algo pálida, sus pasos eran lentos como si su cuerpo pesara y sus músculos no tuvieran la fuerza para sostenerle, su cabello perfectamente peinado ahora se veía enredado, su mirada se notaba apagada, como si luchara contra el sueño y sin embargo su semblante irradiaba tranquilidad. Cuando la vio salir supo que Sakura estaría bien, no obstante se abalanzo sobre ella, necesitaba que le confirmara el estado de su mujer, que le permitiera verla, no se despegaría de ella ni por un momento.

-¿Yamanaka-san, como esta Sakura? ¿Está bien? ¿Puedo verla? –Intentaba no sonar tan nervioso y ansioso sin embargo fracasaba olímpicamente, para quien lo conociera verlo así sería sorprendente, al punto de crear la duda de si en verdad era Sabaku No Gaara.

-Kazekage-sama, la frente de marquesina esta delicada, sigue inconsciente y no creo que despierte sin embargo el peligro ha pasado. Ahora debemos esperar a que su cuerpo inicie su recuperación natural, mañana seguiremos acelerándola con chakra por ahora no hay nada más que podamos hacer. En cuando a verla, no se lo prohibiré, aunque me gustaría que antes de dirigirse a la habitación me responda. ¿Piensa controlarse esta vez? No sé qué paso, solo sé que Sakura es mi mejor amiga, una hermana para mí, luche por su vida y lo haría cuantas veces fuese necesario, de igual forma me enfrentaré a cualquiera que quiera lastimarla, aun cuando esa persona sea el Kage de la aldea en donde vive. –Había sido directa, tanto como Sakura le había contado que lo era. Le agradaba por eso, valoraba infinitamente esa cualidad. Cualidad de la que carecía el concejo, en el campo de batalla Gaara sabía que esperar, sabía a qué se enfrentaba, en las reuniones con el concejo era todo lo contrario. Fue allí donde aprendió a valorar a las personas directas y sinceras.

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