XXXVIII

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El último mes pasó como una tormenta de verano. Aunque todos los días salía el sol,  siempre acababa lloviendo.

Hugo y yo no volvimos a vernos y el único contacto entre nosotros fue debido al grupo conjunto que teníamos en WhatsApp. Ahí felicitábamos o comentábamos todos los logros de nuestros compañeros, pero nunca hablábamos directamente.

El mundo volvió a estar en su contra nada más terminar aquella noche. Fue bastante parecido a lo ocurrido aquella vez que Hugo se dejó llevar con Eva y terminó traicionando a la que por aquel entonces era su novia en directo.

Todo el mundo habló por días de su nueva traición, de como fue capaz de bailar con otra de ese modo estando yo delante. Nadie creía que solo había sido un baile, incluso yo a veces había llegado a dudar, pero tampoco había pruebas de lo contrario.

Está vez Hugo optó por no pronunciarse, nadie habló sobre el tema y yo tampoco. Desaparecí del foco público durante semanas, incapaz de entrar en esos mundos y ver las miles de teorías que circulaban sobre lo ocurrido.

Conseguí convencer a los productores de que no era necesario que me alojará en un hotel durante los ensayos para gira con mis compañeros. Yo ya vivía en barceloba y disponía de vehículo para dirigirme por mi misma todos los días a los ensayos, nadie tenía que pasar a buscarme.

Fingí que escogía aquella opción por comodidad cuando en realidad lo hacía para evitar pasar más tiempo del necesario con Hugo. Puede que aquella decisión terminara por apartarme del grupo, pero era un riesgo que debía correr.

Hugo y yo no acabamos del todo mal, no hubo una gran pelea, no hubieron más reproches de los necesarios, pero terminamos y siempre es difícil volver a pasar tiempo con alguien que quieres pero que ya no tienes.

Eran las 12 cuando mi teléfono volvió a sonar. Mis compañeros ya se encontraban todos en el hotel y el chat conjunto se había llenado con fotografías del reencuentro.

Desbloqueé el teléfono convencida de encontrar una nueva foto cuando su nombre apareció en la pantalla. Después de un mes de silencio Hugo había decidido volver a hablarme.

"Dónde estás?"

Era una pregunta simple, seguramente le habría sorprendido mi ausencia pero también podría haber preguntado a los demás. Mai y Bruno sabían que no iba a venir hasta mañana por la mañana.

"En casa"

Contesté sin saludar igual que él. Al parecer después de semanas sin hablar era normal empezar una conversación sin tan siquiera un simple "hola".

"¿Cuando llegas al hotel?"

"No voy a llegar, vivo en Barcelona así que iré a los ensayos y volveré a casa"

Creía que mi respuesta contestaba todas sus preguntas así que volví a bloquear el teléfono convencida de que la conversación había terminado.

"El mes pasado también vivías en Barcelona y te alojaste con nosotros"

Un nuevo mensaje, para Hugo la conversación no había terminado. Él tenía razón, podría haber regresado a casa esa noche, pero había pedido una habitación.

En ese momento no creía que fuera un problema convivir con ellos, quizás una parte de mí tenía una mínima esperanza de que las cosas cambiaran es noche. Y lo hicieron, aunque no de la forma que yo habría deseado.

Tardé más de la cuenta en contestar. Hugo sabía que estaba en línea y había leído su mensaje pero yo no sabía que decir. ¿Cómo podía explicar mi cambio de planes sin darle a entender que quería pasar el menor tiempo posible en su compañía?

"Y quedo bastante claro que fue un error ¿no? Yo intento aprender de nuestros errores."

Envié el nuevo texto y esta vez no cerré el chat, sabía que él iba a responder y a los pocos segundos pude ver como su estado cambiaba de "en línea" a "escribiendo"

"Yo también intento aprender de mis errores, pero resulta imposible si no estás aquí"

Escribió y mi corazón que hasta el momento había conseguido permanecer tranquilo se aceleró. Empezó a galopar con fuerza, descontrolado, queriendo tomar la palabra.

Después de un mes de silencio, después de no intentar hacer nada para demostrarme que me había equivocado con la última frase que le delidiqué: le dije que me había convertido en una más de sus conquistas y él solo negó con la cabeza antes de marcharse. ¿Ahora pretendía corregir errores?

"No deberías intentar corregir un error que yo no quiero volver a cometer, Hugo, buenas noches"

Esta vez fue él quien tardó más de la cuenta en contestar. Su estado cambió de "en línea" a "escribiendo" a estar de nuevo "en línea" una y otra vez, estaba intentando decir las palabras definitivas. Hugo sabía que después de desearle buenas noches seguramente ya no contestaría.

"Odio que vuelvas a referírte a nosotros como un puto error, ¿no quedó claro que no lo éramos? Que tú y yo nunca seremos un error, Anaju, por más fallos que cometa, por más fallos que cometas. Porque tu también la cargaste ¿sabes? Tú me dejaste ir ese día, ¿recuerdas? Decidiste no seguirme, que no era suficiente queremos, y jamás tuve los cojones de pensar que por eso eras un puto error... Buenas noches. "

***
Fui la última en llegar, algo normal si teníamos en cuenta que todos los demás habían llegado juntos.

Mai fue la primera que corrió a mis brazos  al verme, los demás no tardaron en un unirse y todos hicimos una especie de abrazo colectivo improvisado. Llevábamos un mes sin vernos y no podía negar la emoción y felicidad que me invadía al volver abrazarlos.

- Te he echado de menos. - Eva fue la penúltima persona a la que abracé.

- Y yo. - dije rompiendo nuestro nudo.

Habíamos hablado un par de veces durante el último mes. Ella y Rafa estaban juntos, al igual que Nía y Jesús y Bruno y Mai. No era nada oficial pero ninguno se estaba escondiendo. Los únicos que no habíamos conseguido superar nuestros problemas éramos Hugo y yo y flavio y Samantha. Estos últimos no habían funcionado como pareja pero seguían siendo grandes amigos. Hugo y yo no habíamos logrado conservar ni siquiera eso.

- Estás guapísima.

La última persona que me faltaba por saludar terminó acercándose a mi para mi sorpresa. Hugo no se había únido al abrazo grupal con el que todos me recibieron, así que había dado por sentado que no íbamos a saludarnos.

- Gracias.

Nos miramos por un par de segundos sin saber muy bien cuál debía ser nuestro siguiente movimiento. Un abrazo sería demasiado, un apretón de manos demasiado poco. ¿Dos besos? Parecía mentira que hubiéramos llegado al punto donde nisiquiera sabíamos como saludarnos.

Como casi siempre en estas situaciones, Hugo terminó tomando la iniciativa. Apretó con su mano mi cadera y se acercó para besar mi mejilla. El contacto provocó un cortocircuito en ambos.

- Sigues quemando. - dije sin poder evitar expresar mis pensamientos en voz alta.

- Siempre.









Inconsciente || AnahugOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz