CAPÍTULO 4

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ERICK

-¿Estás listo? –pregunta Jared con el pomo de la puerta de salida en la mano.

-¡Jared que pregunta tan tonta! –siempre consigue enfadarme –claro que no estoy listo, siento que voy a explotar en cualquier momento.

-Tú siempre tan amable Erick dice sarcástico y me da un codazo – ¡Anda ya!

Aunque Jared iba manejando yo venía tratando de concentrarme en la carretera porque no quería pensar en las miradas de los que un día se hacían a un lado a mi paso. No quería reaccionar de un modo violento porque ya mi madre no era la única dueña y porque además quería demostrarle a Alice que si podía ser una mejor persona.

Jared pasó todo el camino tratando de distraerme contando historias sin sentido, hasta me habló de un chico nuevo de intercambio que había ingresado pero yo no estaba interesado en nada de eso, solo quería volver a verla.

Tan pronto como aparcó el coche, salí disparado y maldije entre dientes porque eso solo consiguió que me diera una punzada de los mil demonios en la herida que aún no había sanado por completo.

-¡Tienes que tomártelo con calma, Erick! –dice Jared tratando de socorrerme.

-Jared por favor, no me pongas más nervioso –resoplé.

-¡Tú nervioso! –se burla –eso ya es nuevo.

-En lugar de estarte burlando por qué no me ayudas a buscar a Alice –le ordeno enarcando una ceja.

Jared me miró con pesar y supe que algo estaba pasando.

-Erick hay algo que debo contarte –susurró como si no quisiera que nadie lo escuchara.

Sabía que algo estaba pasando, lo que acabó de decir solo confirmó mis sospechas. Cuando me disponía a escuchar lo que tenía que contar una visión perturbadora hizo que casi perdiera el sentido. Alice y sus dos hermanas pasaban por delante de nosotros, pero eso no fue lo que me molestó, la acompañaba un chico que nunca había visto antes.

-¡¿Quién es ese?! –le pregunto a mi amigo casi gritando.

-Cálmate Erick, es el chico de intercambio, se llama David.

David era alto, cerca del metro ochenta, y podía presumir de ser bien parecido y de tener un cuerpo bien marcado y corpulento. Su cabello de un negro azabache intenso, hacían resaltar unos ojos verdes muy llamativos y profundos. Su presencia me hizo sentir algo que no había sentido antes, miedo. Era un rival muy peligroso y estaba demasiado cerca de mi chica, tanto que no me pude controlar y fui a su encuentro.

-¡Quién es ese Alice! –le grito haciendo caso omiso de la presencia del extraño mientras sus hermanas me miraban desconcertadas.

-¡Que te importa! –ella también quería exhibir su prepotencia.

Traté de tomarla por el brazo con la intensión de hacerla subir al auto, pero el idiota de ojos verdes me lo impidió.

-¿Te está molestando? –pregunta esta vez ignorando mi presencia.

La rabia que estaba sintiendo era tan fuerte que aunque traté de contenerme no lo logré.

-¡Lárgate idiota! –intervine muy irritado.

-¿Por qué no te largas tú? –Su melena castaña se agitó crispada.

Ante su negativa repentina y la intervención del tal David me tuve que retirar antes de que pudiera lograr lo que era mi objetivo en un principio. Tan enojado iba que no vi que alguien se cruzaba en mi camino. Chocamos bruscamente frente a todos. Al separarnos vi como Alice me miraba ceñuda. La chica de cabellos negros tenía los labios preparados para soltar algún insulto pero por una extraña razón al percatarse de quién era, se detuvo en seco.

-Eres Erick… ¿verdad? – pregunta expectante.

Debo reconocer que la chica estaba guapa, el pelo negro que caía en risos sobre su hombro desnudo era demasiado sexy como para no quedarse embobado. Ahí estaba ella, dejando que sus caderas se dibujaran provocativas bajo una corta falda negra que combinaba con unos ojos que me observaban, expectante a mi reacción, que no fue otra que mirarla de arriba abajo. Tenía que admitir que estaba increíble y que aquellas piernas no eran aptas para cardíacos, pero sabía que todas aquellas sensaciones un tanto libidinosas no se comparaban con lo que sentía por Alice. La única razón por la que la miré de esa manera era por la reacción que estaba causando en ella. Aunque no entendía muy bien ese cambio de actitud de su parte no podía negar que me estaba haciendo sentir poderoso.

-Mucho gusto –extiende su mano.

Una Alice furiosa continuaba atenta a mis movimientos y quise hacerle sentir lo mismo que ella me hizo sentir a mí al ir muy sonriente por toda la universidad con ese recién llegado.

-El gusto es mío hermosa y….tú eres…

-¡Virginia! –se inclinó hacia adelante y me besó en la mejilla - ¡Virginia Philips!

La Oscuridad Del Príncipe(Segundo Libro De EL PRÍNCIPE DE LA NOCHE)Where stories live. Discover now