Decisión

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Luego de asesinar a Senku, Tsukasa se había dado la tarea de reunir las estatuas de todo joven que encontrara a su paso, destruyendo a su vez las de los adultos, todo mientras reunía ácido nítrico de la cueva. En uno de sus tantos viajes de exploración, se topó con una estatua que se le hizo sumamente familiar, se acercó a ella y quitó las enredaderas que la cubrían para poder observarla mejor. Era difícil decirlo, la última vez que vio a esa persona fue de niño, poco antes de que fuera llevada fuera del país, pero el tiempo pasa, y la persona petrificada en frente de él ya debía tener alrededor de 18 o 19 años; la única forma de estar seguros de que en realidad era ella era despetrificandola, si no era ella a lo mucho perdería una dosis de la fórmula, y aún así sería una ayuda para su Imperio del Poder. Decidido, cargo la estatua fácilmente sobre sus hombros y se dirigió al lugar en donde se había instalado con la base de su imperio, dejando la estatua de la chica al frente de las demás estatuas que había reunido mientras iba por el ácido nítrico para poder preparar la fórmula de despetrificación.

"Um... Tsukasa-san... ¿Quien es esa chica?"

Yuzuriha se encontraba a su lado limpiando la piel de un oso que él había cazado recientemente viendo como preparaba la fórmula con cuidado, recordando lo que Senku le había explicado antes de morir.

"No estoy seguro"

Fue lo único que dijo antes de ponerse de pie.

"Confecciona algo para que pueda ponerse"

Y, sin esperar respuesta, vacío el líquido algo amarillento sobre la cabeza de la estatua. Segundos después, la cubierta de piedra comenzó a agrietarse y a desprenderse en pequeños trozos, dejando a la vista primero sus ojos, luego su nariz, su boca, el resto de su cabeza, y luego bajando por el resto de su cuerpo. Ella abrió los ojos con lentitud, notando de inmediato que se encontraba desnuda y sin poder reconocer el lugar en donde estaba, fijo su vista rápidamente en la castaña, tachándola como posible amenaza, por lo que su atención se enfocó en Tsukasa, quien tenía una pequeña sonrisa en sus labios.

El ahora largo cabello era exactamente del mismo hermoso color plateado de cuando eran niños, sus ojos heterocromáticos, la piel blanca y que se veía tan tersa, era ella, no había duda de ello. Se quitó la capa hecha con piel de león y la pasó sobre sus hombros, cubriendo su cuerpo desnudo.

"Bienvenida de vuelta, (T/N)"

Ella se quedó observándolo sin expresión alguna en su rostro, no parecía importarle el haber estado desnuda hasta hace un momento, tampoco parecía importarle la mirada confundida de la castaña a su lado, solo le importaba el hombre frente a ella, recordando perfectamente el momento en que lo conoció.

Ella había salido de casa, si es que así podía llamarse el viejo cuartucho construido con desechos de construcciones de la zona, ella dormía en una esquina, en el suelo, tratando de refugiarse del frío y del agua que se colaba por todas partes; salió, con la pequeña esperanza de escapar de su familia aunque fuera durante un par de horas, antes de que la encontraran y la obligaran a volver jalando su cabello, solo para que pudiera robar algo de comida para ellos. Si, su familia era pobre, y todo era culpa de ella, o eso le decían; le recriminaban que, desde que nació, todo había ido de mal en peor. Poco le importaba lo que dijeran de ella, en realidad, poco le importaba si seguía con vida o no, pero esos momentos en que lograba escabullirse a la playa y pasear descalza sobre la arena la mantenían de pie.

Solía ir a una zona en donde, generalmente, nadie más iba, así que era algo como su pequeño paraíso personal, la única cosa que creía poder llamarse como "suyo", aún sabiendo que no era así, pero era un agradable pensamiento. Corría imaginando la sensación de sus pies enterrándose en la arena, mas cuando llegó, vio a un hombre adulto, notablemente borracho, golpeando a lo que parecía ser un niño que se encontraba tirado sobre la arena, doblándose sobre sí mismo. Antes de poder pensar en lo que estaba haciendo, tomó la primera cosa que encontró a sus pies, una pequeña piedra, y la lanzó al hombre, logrando golpearlo en el hombro. La piedra era tan pequeña, y ella era tan débil, siendo apenas una niña de cinco años, que probablemente no le causó ningún daño, pero el hecho de que lo golpearan fue suficiente para, primero, enfurecerlo aún más, y segundo, que dejara de golpear al chico y comenzara a perseguirla a ella en su lugar.

ᴀ ʙᴏᴏᴋ ᴀʙᴏᴜᴛ ɪsʜɪɢᴀᴍɪ sᴇɴᴋᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora