CÁPSULAS

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de José Asunción Silva


El pobre Juan de Dios, tras de los éxtasis

del amor de Aniceta, fue infeliz.

Pasó tres meses de amarguras graves,

y, tras lento sufrir,

se curó con copaiba y con las cápsulas

de Sándalo Midy.


Enamorado luego de la histérica Luisa,

rubia sentimental,

se enflaqueció, se fue poniendo tísico

y al año y medio o más

se curó con bromuro y con las cápsulas

de éter de Clertán.


Luego, desencantado de la vida,

filósofo sutil,

a Leopardi leyó, y a Schopenhauer

y en un rato de spleen,

se curó para siempre con las cápsulas

de plomo de un fusil.

Poesía de José Asunción SilvaWhere stories live. Discover now