MADRIGAL

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de José Asunción Silva


Tu tez rosada y pura, tus formas gráciles

de estatua de Tanagra, tu olor de lilas,

el carmín de tu boca, de labios tersos;

las miradas ardientes de tus pupilas,

el ritmo de tu paso, tu voz velada,

tus cabellos que suelen, si los despeina

tu mano blanca y fina toda hoyuelada,

cubrirte como un rico manto de reina;

tu voz, tus ademanes, tú... no te asombre:

todo eso está, y a gritos, pidiendo un hombre.


Si el filipichín éste de Silva no hubiera escrito el Nocturno que empieza "¡Oh! Dulce Niña pálida..." (publicado aquí en primer lugar), entonces, éste "Madrigal" que rebosa de sensualidad y belleza, sería mi preferido entre sus poemas.

Poesía de José Asunción SilvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora