Capitulo Uno

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Libertad

Narra Mingi

12 de febrero de 2020

Todo el mundo cree que por el hecho de venir de una familia acomodada, sin ningún tipo de problema económico y con más dinero del que se pueda contar, hace que seas feliz.

La cosa no funciona así y yo lo veo a diario, cada vez que salgo de mi modesto apartamento y cojo la ruta para ir a trabajar, encontrándome a las dos horas aproximadas de empezar mi jornada laboral con Kim Hongjoong quejándose por lo agobiado que vive a diario, soportando todas las ordenes de su madre viuda, el como su hermano mayor ya está casado, reprochando que siga soltero a su edad.

Todo eso por supuesto no me lo cuenta a mi sino a su acompañante, el cual a estas alturas ya se que es su mejor amigo, su cuñado además, del cual su madre, la de Hongjoong, presumen por haberse casado con su hijo mayor.

A diario mientras trabajo, conformándome con mi vida simple, mi trabajo que lo justo me da para mantenerme desde que me independice con veintitrés años, veo y escucho ese drama aunque no quiera.

Todo esto ocurre desde hace seis meses, tratándose del mes de agosto cuando fue la primera vez que le vi entrar en este local, en mi trabajo, preguntándome si podía prepararle un plato combinado y servirle sin limite cerveza.

Tuve mis reservas en aquel entonces pero, según la política del negocio el cliente es lo primero, siempre hay que satisfacerle y eso hice. Luego tuve que cargar con él y dejarle envuelto en un profundo sueño en la puerta de su casa. Ese día sentí que me gustaba, a pesar de lo mal que se sintió.

Estuve una semana entera sin verle tras ese día y después de eso a diario casi acudía con el mismo que le acompaña ahora.

Para Kim Hongjoong quizá su vida no sea más que una pesadilla, pero más pesadilla podría atreverme a decir que es vivir enamorado de alguien para quien eres invisible.

— Mingi.

Apartando ahora mi atención de esa mesa, fijándola en Young Jo, mi compañero de trabajo y quien prepara cada pedido que yo mismo sirvo ya sea en las mesas o teniendo que ir a domicilio, cojo la bolsa de sus manos y el papel con la dirección donde ahora debo ir.

Dispuesto a cruzar la puerta para ir hacia la calle, a mitad de camino del local para llegar a esta, me detengo encontrándome con Hongjoong, quien me mira dispuesto a decir algo.

— Supongo que ahora no podré pedirle una nueva ración de comida —miro su mesa y los platos vacíos —pediré la cuenta y nos iremos.

— Puede pedírselo a mi compañero —le señalo —no hay ningún problema con eso.

Kim Hongjoong, aún frente a mi impidiendo que llegue a la puerta, sigue manteniendo su vista fija en mi, con su expresión seria, sus brazos ahora cruzados y su paso firme volviendo a la mesa que estaba ocupando.

Saliendo del local puedo ver como no se sienta sino que recoge sus cosas, parando en la barra dispuesto a pagar.

Todo es demasiado bonito y tan solo puedo soñarlo porque nunca se hará realidad.

Subiéndome a la moto de reparto, habiendo guardado de forma anticipada el pedido, me pongo el casco en el momento justo en el que salen del local.

— ¿Crees que pueda quedarme hoy en tu casa? —Hongjoong se lo pregunta a su amigo —Yunho no verá mal que lo haga. Al fin y al cabo soy su hermano.

Ya no escucho más de esa conversación. Poniendo en marcha la moto, dirigiéndome ahora hasta la dirección donde debo entregar el pedido, me centro en no tener ningún accidente, no pudiendo controlarme cuando su angelical cara de expresión seria, con el cansancio reflejado en sus ojos, se vuelve ha hacer presente.

Por suerte llego a mi destino sin haber sufrido un accidente, encontrándome a los pocos minutos de llamar al timbre con el último cliente que esta noche atenderé, quien incluso deja propina en el pago de su cuenta, marchándome no mucho después.

El camino quizá no es muy largo por el tipo de vehículo que estoy usando, pudiendo llegar con más facilidad y en menos tiempo que si usase un coche. Aparcando, entrando de nuevo al local que ahora está siendo limpiado por Young Jo, me dirijo a la zona de preparados, viendo un papel mal doblado con mi nombre escrito de forma visible.

— Lo ha dejado el chico ese que siempre está lamentándose de su patética vida de niño rico —la abro despacio —se queja cuando no tiene que pasar horas en un lugar como este, vendiendo bocatas y comidas por más de ocho horas para cobrar un sueldo que te da lo justo para vivir.

— No por mucho dinero que tengas serás más feliz —me fijo en las palabras sobre el papel —vete si quieres. Ya termino yo de recoger.

Young Jo se marcha, quedándome solo, leyendo de mejor forma y más tranquilo las palabras frente a mis ojos.

Es una lástima que te hayas ido pero es tu trabajo asique no puedo reclamarte nada. Veo aunque no lo creas como me miras. Seré breve pidiéndote que no pierdas el tiempo con ilusiones vanas porque no pasará nada entre nosotros. No soy lo que deseas tener en tu vida, creeme y buscate a alguien mejor que yo.

Negando, guardándola en el bolsillo de mi pantalón, salgo de donde me encuentro, ocupando los diez próximos minutos en limpiar, apagar todas las luces, conectar la alarma y marcharme después de cerrar a mi pequeño hogar, lo suficiente para mi solo, no necesitando más espacio que ese para vivir independiente, libre.

Entrando, encendiendo tan solo la luz de la entrada, dejo mis zapatillas a un lado de la misma sintiendo ahora si alivio en mis pies después de tantas horas de trabajo. Sin molestarme en ponerme las zapatillas de andar por casa, viendo en el reloj de mi muñeca que ahora me quito para dejar en el mueble de la entrada, me dirijo al único cuarto de baño de toda la casa, ese que está a tan solo unos pasos de mi habitación.

Quitándome la ropa, dejando esta a un lado, entro en la ducha, bajo el agua que regulada sale templada. El alivio en mi cuerpo llega pronto, cerrando los ojos, permitiéndome descansar así por unos minutos, los cuales son los que tardo en limpiar cada parte de mi anatomía, mi pelo que poco a poco se va pegando a mi frente de forma que casi cae sobre mis ojos.

No duro mucho en la ducha, envolviéndome en una toalla que engancho en mis caderas después de secarme, yendo así a mi habitación, ahora si, poniéndome un pijama limpio, calentito.

Mirándome al espejo del baño ahora, al cual he vuelto para recoger las cosas y dejarlo ordenado, puedo ver bajo mis ojos la marca del cansancio que ya forma parte de mi.

— Solo tengo veintitrés años —repaso con calma las marcas bajo mis ojos, aplicándome un poco de crema —y ya estoy como si me hubiesen condenado a una vida de esclavitud sin descanso.

Young Jo diría si me escuchase que mientras nosotros vivimos así, lo estúpido de los comentarios de Hongjoong es el berrinche de un niñato.

Cuando le conocí pensé igual, pero el tiempo y mis sentimientos me hicieron quitar esa idea de mi cabeza, centrándome en mi trabajo y en fijar mi atención en él cada vez que tenia ocasión.

Nadie puede luchar contra los sentimientos, pero si por una libertad bien merecida aunque su situación a muchos les parezca una por la cual uno no pueda quejarse.

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