001

10 4 2
                                    

Un lindo chico de tan solo 16 años corría con toda la alegría en una hermosa pradera de color verde llena de girasoles y algunas amapolas carmín.
Reía con gran alegría, se podía reflejar en su gesto y en sus ojos caramelo.

Mientras esté corría, le seguía un lobo tan blanco como la nieve y de ojos azules de un tono zafiro, muy lindos. Este gran animal corría con la lengua afuera como los canes domésticos, solo que este no era un lobo normal, era un cambia-formas o híbrido, como desees llamarle.

Aquel híbrido amaba aquel chico, desde que se conocieron hasta estos días; ambos se tiraron al césped con sus respiraciones agitadas.
El chico de hebras doradas le abrazó con una gran sonrisa en su rostro. — ¡Deberías correr más seguido, lobito! – Exclamó alegre el chiquillo.

La respuesta del gran lobo solo fue mover la cola y ladrar suavemente dándole su aprobación.
"¡Ray!, ¡¿Dónde te has metido, hijo mío?!"  Exclamó su progenitora a los 4 vientos; el chico se despidió del lobo dándole un gran abrazo para después prometer que se volverían a ver mañana a la misma hora y se fue corriendo, pero antes tomo una linda amapola blanca, para dársela a su madre.

Al llegar con su progenitora, solo recibió un suave regaño porque estaba algo obscurecido y un beso en su frente por la linda amapola.

Le ayudo a su madre a preparar la cena mientras cantaban con alegría una que otra canción que se acordaban.
Al ya estar la cena lista su padre, un granjero y cazador respetado llegó y se les unió en la cena, para después darse las buenas noches y dormir.

Por otro lado, el lobo blanco de nombre Sean había tomado su forma humana cuando llegó a su casa y decidió descansar en su suave cama, soñaría con aquel chico, no habían dudas.

Lobo // Ya No Le Seguí pq perdí lo que escribí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora