La dulzura que oculta en su interior

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"(...) No soy una niña, entiendo que está siguiendo su sueño y no podría ser tan egoísta como para quitárselo.

No he hablado sobre esto con nadie, aunque Ángel me insista en que le cuente todo, pero primero quiero lograr hablar una sola vez con ella respecto a... Lo nuestro.

Siento como si ya no tuviese lugar aquí, aún a pesar de que desde la semana pasada Al ha estado muy pesado con incluirme en cada una de las conversaciones que tiene con ella y es muy lindo de su parte, pero más le vale que no le haya dicho..."

— Espera ¿Acabo de escribir que él es muy lindo?

— ¿Quién? —me preguntó desde el balcón en el segundo piso que da hacia el hall.

Al escucharlo se me pusieron los pelos de punta y lancé un grito ahogado tapándome la boca con ambas manos, el susto me hizo caer del sofá.

— Debí sospechar que vendrías esta noche —dije recogiendo el lápiz y mi diario.

— ¿En serio me estoy volviendo tan predecible? —dijo mientras bajaba las escaleras y se acercaba hacia mi— Puede que la próxima vuelva dentro de 2 semanas, pero temo que me extrañarás demasiado —comentó burlón mientras sonreía.

— Pues si no me queda de otra —por primera vez en todo el largo mes que llevaba él aquí tuve que reprimir una sonrisa, lo disimulé lo más que pude pero creo que lo notó... Nah, de haberlo hecho no habría perdido la oportunidad de señalarlo— entonces ¿Vienes por lo de siempre? —pregunté con desagrado.

— Hmmm —se dio un tiempo para pensar acariciándose la barbilla y mirando al techo— no, hoy iré por algo diferente.

— Mientras no contenga champagne —él se río a carcajadas, yo simplemente no lo pude evitar esta vez y tuve que cubrir mi boca con la palma de mi mano, pero corté mi risa inmediatamente al darme cuenta de que él me estaba mirando.

— ¿Era esa una sonrisa la que ocultabas tras tu mano? —preguntó relajando los ojos y ladeando la cabeza, mientras sonreía mostrando los dientes.

— No —le respondí molesta, al ver mi cambio de expresión levantó una ceja.

— Como digas —subió los hombros y se sentó frente a la barra tras lo cual su sombra encendió las luces y comenzó a buscar entre las botellas— ven y toma asiento querida, esto va a ser emocionante.

— Yo no quiero nada Al —abrí bien el ojo en ese momento, le dije "Al", no se dio cuenta, cambia el tema— ¡E-está bien, de acuerdo; iré, no es como si tuviera algo mejor que hacer!

— Esta maravilla me la enseñó Husk hace unos años —me comentó mientras yo tomé asiento en el banco de al lado.

— Me imaginaba que no se podía ser un alcohólico funcional sin aprender un par de cosas sobre tragos —dije apoyando el codo sobre la barra y mi mejilla sobre mi palma.

— Hoy pareces más alegre de lo común —me miró sonriendo con los labios juntos, pero sin perturbar su postura. Tenía razón, yo debía calmarme— hoy el cantinero preparará algo muy especial —su sombra levantó una botella y la dejó sobre la mesa, yo me acerqué para leer la etiqueta.

— ¿Absinthe? —me trajo recuerdos de mis días viva.

— La "i" se pronuncia como "a" y la "e" es muda —dijo mientras su sombra acomodaba sus herramientas sobre la mesa— los franceses la llaman "la fée verte".

— Eso no importa, ya lo he probado y no me gusta —dije mirando al techo— y de todos modos esas copas son muy grandes, los vasos de shot están por allá —señalé la dirección, pero la sombra se tapó la cara y Alastor giró los ojos como si hubiera dicho alguna estupidez.

Aquellas NochesWhere stories live. Discover now