Capítulo 9

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Lauren

Conduzco unas pocas cuadras y llego a mi residencia.

Tenso las manos sobre el volante y siento una ola extrema de felicidad en todo mi cuerpo. Creo que mi sonrisa no se borrará esta noche.

Se veía tan hermosa con mi chaqueta puesta. El cuero sobre ese vestido rosa  se ve fenomenal.

Me partió el alma haber notado esas ojeras pronunciadas y sus labios resecos. Su aura y su humor estaban por el suelo. No controlé la necesidad de protección que surgió. Fue inevitable sacarla de la Universidad. Es más, a partir de ahora seré su centinela.

Estar juntas en ese parque cumplió una de mis fantasías. No me equivoqué al pensar que allá se relajaría y volvería a su estado natural. Se parece a una ninfa. Tan pura como la naturaleza. Tan inocente como los seres vivientes más dulces.

Escuchar sus suaves sollozos y notar sus ojos rojos, con el dolor reflejado en ellos, fue mucho a la vez. No obstante, tuve que estar serena. No hay nada mejor que la calma en medio del caos. Si me desesperaba, ella se angustiaría y arruinaría todo así que intenté brindarle silenciosa compañía.

Mi camioneta es grande y alta. Por ello, le ayudé a subir y a bajar. El extasis que sentí cada vez que ponía mis manos en su cintura, no es normal. Mi corazón estaba a punto de salirse de su lugar. Y cuando pasé mi brazo sobre sus hombros, todo dentro de mí se relajó. Experimenté la dicha y la ternura. Quiero que sea mi rutina de cada día.

Al principio la llevé a su resistencia porque había estado alterada y no quería que la pesadez volviera al tener que conducir. Sin embargo, cuando sugirió volver no pude evitar ofrecerme como chófer. Afortunadamente aceptó después de insistir un poco.

Solo puedo pensar en el cambio que tuvo bajo mis cuidados. Decir que siento un orgullo feroz es minimizar lo que está ocurriendo. Definitivamente es mía para cuidar, mimar y consentir.

Sus sonrojos de vergüenza y timidez me llenan de posesividad. Casi rocé mis nudillos sobre su mejilla. Poner mis labios sobre su piel rosácea suena como un sueño cumplido.

Me dirijo a mi habitación casi corriendo. Hay una inyección de adrenalina en mi sistema. Me siento ligera y feliz.

A penas llego me tiro en la cama y cierro los ojos suspirando. Doy media vuelta y ahora observo el techo.

Mi tutora. Mi Camila. Mi chica.

Pongo a reproducir un disco de Concorde y en especial selecciono Just kiss her.

De repente, empiezan a tocar la puerta. Me siento tan llena de energía que abro en menos tiempo del acostumbrado.

-Laurr-- Sam alza sus cejas mientras me ve de arriba a abajo.

-¿A qué se debe tu sonrisa?-- supongo que no está acostumbrada a un gesto tan prolongado de mi parte. Quizás a la seriedad sí.

No importa que se entrometa, este día no me lo arruina nadie.

-Hoy es un buen día -- me encojo de hombros y la dejo seguir mientras continúo sonriendo.

-¿Qué hiciste hoy? No te ví en todo el día-- lo dice con un aire de sospecha y me río de cómo intenta sacarme información.

-Hoy estudié y luego me relajé-- voy al equipo de sonido para poner un disco de Bruno Mars.

-¿y tú?--

Como siempre, se acomoda lo mejor que puede recostadose de espaldas en mi cama y sosteniendo un poco de peso con sus codos.

-Estuve en la Universidad y después me ví con las chicas. Alexa estaba radiante así que la interrogué y me contó lo del martes--  la picardía está presente en su voz.

Anhelar a un ángel Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ