Enfermo y estúpido

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Se despierta y no está muy seguro de que hora es. Puede sentir la sangre seca en su cabeza, que ha resbalado hasta su ceja y el rabillo de su ojo. Su pecho duele e intenta dejar de respirar unos segundos para aliviar el dolor. Se da cuenta de que sigue en el suelo, de que su padre ya no está y de que lo dejó en el suelo, golpeado e inconsciente. Se siente enfermo, sin embargo toma la fuerza de sus brazos cansados para levantarse del suelo.

Sus botas se arrastran y su cabeza palpita dolorosamente una vez está sobre sus pies. Puede escuchar los ronquidos de su padre venir desde el salón y sin saber porqué una lágrima abandonada sus ojos. Se siente estúpido, se siente roto y se siente solo. Pero su orgullo le obliga a tragarse las lágrimas que amenazan con caer y camina con pasos torpes hasta el baño. Cierra la puerta detrás de él y enciende la luz.

No quiere mirar su reflejo en el espejo, no quire ver la marca de los nudillos de su padre contra su rostro, pero tiene que limpiar sus heridas, así que levanta la cabeza y se enfrenta a su propio reflejo, a su propio dolor. Su labio está roto, hay un moratón en su pómulo, su ojo izquierdo está rojo e inchado y su frente y cabello enmarañados con la sangre de una herida. Traga saliva y suspira, se dice a si mismo que no es para tanto, pero no está seguro de que su padre lo haya golpeado así antes. Abre el grifo y por unos momentos tan solo se dedica a ver el agua correr, como si eso pudiese llevarse el dolor.

Sus manos se sumergen en el agua tibia y enjuaga su rostro, ignorando como la pila se va tiñendo de un rojo metálico. Se siente estúpido. Estúpido por dejar que esto pase y estúpido por no saber callar el dolor.
Después solo sabe que no puede pasar la noche aquí. Está cansado y quiere dormir y su casa ya no se siente adecuada para dormir. Las paredes lo ahogan y los muebles le gritan, su reflejo en el espejo lo desprecia y el suelo lo detesta. No puede quedarse aquí. Así que solo sale, sale arrastrando los pies y sin saber si sigue el camino correcto, pero se alegra y sonríe cuando ve la casa de Jhon B entre la oscuridad de la madrugada.

Jhon B suena a amistad y su casa huele a seguridad. No le importa si tiene que dormir fuera en la hamaca, esa hamaca no lo odia tanto como su hogar.
Entra sin llamar a la puerta, porque JB es su amigo y sabe que siempre está invitado a pasar. Llega hasta su habitación con pasos torpes y mueve suavemente el hombro de su amigo durmiente entre las sábanas. Jhon B tarda un tiempo en despertar, pero en unos instantes el moreno lo está mirando con ojos cansados pero intrigados.

-JJ...¿Qué haces aquí, hermano?- Su voz dormida pregunta, ronca por el reciente sueño pero ligeramente preocupada.

-Me metí en una pelea con los Kooks, estoy lejos de casa ¿te importa si me quedo aquí? - JJ pregunta y se da cuenta de que su voz tiembla ligeramente al mentir, sien embargo tiene la suerte de que su amigo está demasiado dormido como para darse cuenta de eso y de la hora que es. También está demasiado oscuro como para que pueda ver sus heridas, querría llevarlo al hospital si lo viese y el rubio ya se sentía bastante estúpido.

JB asintió sin darle importancia y una sonrisa ligera se formó en los labios del surfero rubio. Se movió de su lugar, caminó hasta el salón y se deshizo de sus botas. Se habría quitado la camiseta por el calor, pero ya tendría que darle explicaciones a Jhon B sobre sus heridas mañana y no podía dejar más al descubierto. Así que simplemente se dejó caer en el viejo sofá, que a pesar de ser antiguo y pequeño era más cómodo que cualquier lugar de su casa y se durmió en la seguridad de la casa de su mejor amigo.

Continuará...

Vale, este es más corto pero me pareció bien pararlo antes de pasar a un nuevo día. Espero que les esté gustado y gracias por leer.

Sick Of It {JJ Outer Banks} Where stories live. Discover now