•Capítulo 5.1•

246 20 0
                                    

-"Hija mía, sigue siendo siempre buena y piadosa, y el buen Dios no te abandonará. Yo velaré por ti desde el cielo, y siempre me tendrás a tu lado."

-......

-Esa había sido su "promesa", aunque al fin y al cabo las personas mienten porque no saben lidiar con la verdad, y estas mienten a los demás cuando piensan que ninguno sabe lidiar con la verdad. Así avanzan las mentiras, causando una maravillosa fantasía de que el mundo, la sociedad, los seres humanos, forman parte de cuentos de hadas. No obstante, como mencioné antes, sólo es una maravillosa fantasía que nos deja moralejas un tanto raras. Tristemente esto no es similar a un asesinato, ya que no siempre ni todos, conocen la verdad y surge como tal. Pero incluso aquellos asesinatos, son mentiras que se conservan. Vivimos en una terca mentira. Supongo que usted podría coincidir conmigo ¿o erróneo, joven Edogawa Ranpo?

Guardó silencio.

Aquel aclamado detective, guardó silencio sin siquiera desenfundar sentimiento alguno, bajo la periférica vigía proveniente de una habitación enclaustrada y blasfemada. Podía oír perfectamente cada palabra bañada en una dignidad racional, y martirios tan rigurosos que excavan muy firmes, además de escrupulosos en el alma agraviada. Quizás no era capaz de reprochar. El don de hablar, estaba ofuscado en su austera garganta, muy somnoliento que ni tales suspiros arcaicos, tenían la adorable virtud de ser contemplados. Sus orbes jade sólo, yacían abochornados por alguien sin identidad, anexo a enigmas lóbregos que sustentan las observaciones correctas. ¡Oh!, ni si quiera existe el obsequio de pensar y deducir lo que es oculto tras un telón escarlata. Su cuerpo, mente, están fatigados por eslabones frígidos que lo abrazan como el océano actúa benevolente en la costa, acunada de arena. Él apenas movió los labios. Siente un horripilante miedo iracundo, posarse en sus hombros con puñales tóxicos, mientras su estómago es atormentado y los dolores espirituales incineran su sano juicio y sabiduría.

-Edogawa, tienes que conocer a una persona. Es la médico principal del equipo militar, su nombre es Moira, y puede ayudarte. Acéptala, aunque sea hija de su padre. Es una buena chica.

Mueve hacia adelante la silla de ruedas, desarrollando movimientos que se drogan en fébril prudencia para venderle, un tratado generoso al igual de carismático. La gestualidad ejerce como máscaradas pulcras. Silba una compasión que va brincando tan refinada entre los ecos pueriles, y esto permite una dependencia que desliza una vanguardista tristeza, topacio. Es el danzar de páginas muy endebles, el suspiro cínico que admira desde un templo omnipotente. Se trata de un lapsus majestuoso pero embriagado de emociones fúnebres. Progresa a través del corredor superficial con paredes empalagosas y luceros que fracasan cuando los segundos están marchandose soberbios. Tambalean los chasquidos sobre baldosas sucias, bajo las influencias alucinogénas de un rumbo barnizado por variados ropajes ondulantes, cediendo al ideal fragmentado de esperanzas occisas.

Canta el perfume a muerte.

Sombras eufóricas y vehementes les dan compañía para perseguirlos en su instante, desbordante de soledad. Son fisonomías basadas en granates que obligan sus flamas a fulgurar mucho más. Este pasillo representa a quienes entregaron sus vidas, porque maullan sus remordimientos y esas torturas sufridas que debían dar próposito y determinación a la sagrada victoria.

Un gemido agónico hubo de rugir.

Si tuviera que definir este lugar, la palabra "muerte" sería repetida una y otra vez, hasta que cada libro tenga un climáx llamado "santa muerte".

-Mi nombres es "Wild Perrault".

Cadáveres....

Cuerpos mutilados....

Bungou Stray Dogs : La belle au bois dormantWhere stories live. Discover now