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Mónica Vinca creció y se crió en el pueblo de Las Torres. Fue la mayor de cuatro hermanas: Kristina, Akira, Dulce y Akane.
Perdió a su madre cuando tenía ocho años, el día que nació su hermana más pequeña.
Por esa razón debió madurar más rapido que la mayoría de las chicas a su edad; ayudó a su padre en la crianza y cuidado de sus hermanas, se encargaba de la casa cuando su papá estaba muy ocupado con su trabajo en el hostal.

En la villa todos la conocían por su increíble parecido con su madre: de todas sus hermanas era la única que heredó su cabello negro y sus ojos azules.

"- Tú madre era una mujer hermosa, amable y servicial. Debes ser como ella. "

"- Nuestros dioses te bendecirán de muchas formas."

"- ¡Ya eres toda una señorita!"

"- Conserva tu pureza."

"- Guárdate para el hombre indicado."

"- Eres el ejemplo de tus hermanas."

Mónica escuchó ese tipo de comentarios desde que cumplió los 12 años.

Sabía que en su pueblo era muy importante la imagen de la mujer: todas debían llegar vírgenes al matrimonio o los dioses y el pueblo las mirarían mal.
Así que las señoritas eran educadas desde muy jóvenes para ser doncellas durante el tiempo necesario, más o menos hasta que llamaran la atención de un pretendiente y se comprometieran.

-Yo no quiero casarme todavía, ¿por qué debo pensar en eso desde ahora? -le preguntó a su padre una noche mientras preparaba la cena.

Su padre no supo qué responderle, no era el tipo de temas que hablara un hombre con su hija, pero le respondió lo mejor que pudo.

- No les prestes atención, diles que sí para que se callen y vete ahí con el pretexto de que te mandé a hacer algo.

A los 13 años comenzó a sentirse muy incómoda cada vez que salía a hacer las compras o de paseo.

Todos le decían en la oportunidad que tenían sobre lo hermosa que era y que cada vez se parecía más a su madre. Tampoco le agradaba como la observaban algunos hombres.

Un día mirándose en el espejo entendió por qué comenzaron a notarla; su cuerpo de niña pasó a ser el de una mujer.

Experimentó el miedo por primera vez: ¿a partir de ahora sería así? ¿Todos iban a halagarla? No se sentía bien, pensar en que los chicos la cortejarían sólo por su belleza y para que fuera la madre de sus hijos la ponía enferma.

Mónica decidió que no quería pensar en eso mientras tuviera que seguir cuidando a sus hermanas y ayudando a su padre. Soportaría todo lo necesario pero no se dejaría embobar por cualquiera tan fácilmente.

A los 14 años ya sabía manejar una espada. Su padre les enseñó lo básico para defenderse y ella seguía entrenando en sus tiempos libres.
También consiguió permiso de su padre para ayudarle en el hostal, ella atendía en recepción. Kristina, la segunda mayor de las cinco hermanas, fue un gran apoyo en esos tiempos para cuidar a las más pequeñas; la familia ya vivía en el hostal, prácticamente, pues pasaban todo el día ahí.

Conoció a Lanita por esos tiempos. Era una chica tres años menor que ella, hija del bibliotecario y siempre andaba de un lado a otro, brincando como una liebre feliz.

Se encontraron por primera vez en la biblioteca. Mónica quería llevarse prestados varios libros de cuentos para sus hermanas que se aburrían en el hostal. Lana le habló durante media hora sobre sus mejores recomendaciones. A Mónica le cayó bien desde el primer momento, su buena energía era contagiosa.

Single Dad [LuzuPlay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora