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Faltaban pocos minutos para llegar a la casa Gilbert y seguía sin poder creerlo, había perdido a otra persona. 

Mi vida siempre ha estado llena de funerales, lágrimas y "tranquila, todo mejorara" de personas que ni siquiera conocía. Desde el funeral de mi abuela comencé a perder a todos mis seres queridos.

 Primero fue ella, después mis tíos, de parte materna, muertos en un accidente automovilístico, a los pocos meses mi padre y abuelo igual en un accidente. La muerte de mi padre fue una de las que menos me afectó, ya que nunca lo amé, él siempre me odió y siempre dijo que nunca llegaría a ser nada en la vida, era un ebrio golpeador de noche y un total idiota de día.

 Mi hermano Zack fue como un padre para mi, era responsable y cuidaba de mi madre así como de mi, era el hermano perfecto hasta que, después de la muerte de mi padre y abuelo, comenzó a usar drogas. Todo el tiempo estaba malhumorado y parecía que su vida se le iba poco a poco. Un día murió de sobredosis mientras estaba de fiesta y después sólo quedamos mi madre y yo.

Días y días de depresión, nuestra casa había perdido todo color, ya no tenía vida, ahora se había vuelto gris y llena de dolor.

Todavía quedaba mi madre, me tenía a mi y yo a ella, todavía había esperanza, hasta que ella, al igual que todos, murió.


*Flashback*
Hoy todo cambiará en esta casa, no debo permitir que las dos nos hundamos en nuestra propia depresión. Decidí prepararle el desayuno, uno especialmente hecho para ella.

Al estar listo lo coloqué todo en una bandeja y comencé a subir las escaleras con ésta en manos, al llegar toqué la puerta pero no recibí respuesta, sólo podía escuchar el televisor encendido, y volví a tocar, nada. Decidí abrir la puerta yo misma, tal vez mi madre estaría completamente hundida en lágrimas. 

Terminé de abrir la puerta y asomé poco a poco la cabeza, miré a su cama, no había nadie.

-¿Mamá...? -Susurré. No hubo respuesta.
Miré al baño y vi la puerta a medio abrir. Dejé la charola en el tocador y caminé al baño, en la habitación podía sentirse un frío enorme, vacío. Al abrir lo único que pude hacer fue gritar, llorar. 

Mi madre ahí, su cuerpo colgaba sin vida, pálido, horrible.

Corrí hacia ella y desamarré el nudo de su cuello, la bajé lo más delicado que pude y comencé a llorar con más fuerza que antes.

"No, esto no es posible, ella no lo haría, no me dejaría sola..." era lo único que pasaba por mi mente, mi vida estaba completamente arruinada.

*Fin del Flashback*

Todo El Mundo Tiene Derecho A Ser Feliz (Damon Salvatore)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora