Capitulo 3

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-¿Por qué no vamos a la pieza y te muestro mi nueva colección de Marvel, princesa?

-¿Tenes la colección completa?- dije sorprendida.

Subí lentamente, con él atrás mio y entré en su cuarto, donde tiene todas sus colecciones de autos, motos, deportes, etc.

-¿Sabes que este cuarto es mi lugar favorito en el mundo?

-Sí, lo se. Me lo dijiste muchas veces desde que nací.- dije riendo. Y lo vi sonreir con un brillo en los ojos que nunca me había fijado antes. Él se fue acercando despacio para ponerse detrás mio.-Me gusta este.- Apunté al muñeco de la viuda negra.

-Es tuyo, Princesa.- Abrió el vidrio que los protegía y me lo dio.

-No, no puedo. Es tuyo y te costó conseguirlo.-Mi brazo se extendía para guardar nuevamente el objeto. Pero su fuerte brazo me agarró y...

Me desperté nuevamente exaltada y transpirada. Mi pecho subía y bajaba de forma rápida. Mis ojos echaban agua como nunca antes y él estaba ahí, otra vez. Parado en la puerta de mi cuarto. Sus ojos celestes hicieron que mi respiración se corte.

Me hice bolita contra el respaldo de la cama, lleve las rodillas a mi pecho y mi cara se hundió en ellas. Sentí como alguien se acercaba y yo no podía dejar de llorar, se sentó en la cama al lado mio y se acercó a mi oreja.

-Hola princesa, ¿me extrañaste?-

Salté y lo empujé, pero me agarró y me acostó en la cama. Cerré los ojos y empecé a patalear y tratar de salir de su agarre, pero era inútil.

Sentí la voz de Pablo y abrí los ojos. Él no estaba, mi papá me estaba sujetando contra la cama para que me tranquilice. Su respiración estaba acelerada, y Pablo lloraba y gritaba mi nombre, y el de papá. Me quedé quieta por cinco segundos y mi papá me soltó despacio.

-Mari, ¿Estas bien?- Preguntó mi papá sentándose en la cama.

Pablo seguía llorando, pero corrió hasta mi y me abrazó. Sus brazos alrededor de mi cuello y sus lagrimas empapando mi hombro. Era cálido y se sintió bien. Hace mucho no sentía esto. Pero el que me estén tocando por mucho tiempo me empezó a molestar en mi cabeza. Asi que, lo alejé y lo ayudé a sentarse en la cama, frente a mi. Sus lagrimas seguían saliendo, pero él se sentó donde le dije. Los tres estábamos sentados en mi cama, ellos me miraban a mi y yo a la cama. Hasta que papá habló.

-Mari, tuviste otra pesadilla.-dijo haciendo una mueca.- ¿Querés hablar sobre eso?

-No.

Esa fue mi respuesta. Miré a Pablo, sus ojos color miel estaban llorosos. Mi mano que estaba posada sobre la cama sintió un leve toque sobre un dedo. Cuando miré mi mano, el dedo índice de mi hermano estaba sobre mi dedo índice. Se tocaban y no quería alejarme. Se sentía muy cálido, y me sentí como ese día con Christian, protegida y que no estaba sola. Hay alguien que le importo. Alguien que me esta cuidando.

Él dejó de llorar y me miró con sus ojitos color miel, y me sonrió. Hace mucho no veía a mi hermanito. Está mas grande, su pelo ondulado color castaño está mas largo, sus mejillas están mas flaquitas. Su remera favorita de Flash con la capa ya le esta quedando mas corta, y estaba en su boxer del hombre araña. Siempre lo hace cuando mamá no esta, porque papá no lo reta. No aparte mi dedo, y sentí a papá levantarse e irse de la habitación, en la puerta se paró y nos miró.

-Si necesitan algo, me llaman. Voy a hablar con su mamá.

-Si, pa.- dijo Pablo sonriendo, para ver a mi papá yéndose.

Mi hermanito me miró y me sonrió, nunca apartó su dedo. Y en su otra mano tenia el muñeco de Flash, rojo y con un rayo en el medio del pecho. Y el muñeco de arrow, verde con capucha, en una mano tenia su arco y en su espalda las flechas, el arco se podia sacar.

Me acuerdo de ese muñeco. El año pasado Pablo vino llorando a mi habitación cuando yo estaba con mis amigas. Le preguntamos que había pasado, y dijo que un nene de afuera había roto el arco de Arrow. Mis amigas lo hicieron reír diciendo que iban a colgar a ese nene de un árbol y que iban a romper todos sus juguetes. Mientras yo, agarré una gomita la corte y se la ate a su arco. Cuando se la di se emocionó mucho y le dije que faltaba hacer las flechas para su arco. Estuvimos toda la tarde con mis amigas y el enano haciendo flechas con palitos.

Pablo me sacó de mis pensamientos y me extendió un juguete, el de arrow.

-Se que no te gusta jugar con los muñecos, pero podemos hacer mas flechas o mas arcos.- dijo sonriendo.- Quiero hacer algo con vos.

-Esta bien.- Me paré y fuimos a mi escritorio. Saqué mis cosas de pintura y agarré los materiales para empezar.

Después de estar una hora haciendo esas cosas en silencio, Pablo probó todos los arcos y flechas.

-Voy a mostrarle a Franco mis nuevos juguetes, gracias Mari.- estiró su meñique hacia mi y lo mire. Sus ojos me gritaban que lo salude.

Entonces estire mi meñique y los enganchamos. -Chau, te quiero.- Me gritó saliendo de la habitación.

Mire por la ventana de mi habitación, el cielo estaba despejado y el sol se hacia muy presente a las 14:00 pm. Pero, estamos en 20 de marzo, y el otoño empieza a aparecer de a poco. Cambié mi ropa a un jean y una remera negra de Metallica suelta que era de Verónica y nunca se la devolví. Bajé al comedor y ya había llegado mamá.

-Hola, mi cielo.- dijo ella con una sonrisa en su cara. Seguro papá ya le contó todo.-¿Podemos hablar?

Me senté en la silla frente a ellos y espere el sermón.

-¿Que te parece si nos mudamos?- dijo papá.

Mi cara, tendrían que haberla visto. Mis ojos se agrandaron y mis hombros se aflojaron cayendo contra el respaldo de la silla.

-¿Ir... irnos?

-Si, pensamos que tal vez, si nos vamos podes conocer gente nueva y hacer amigos. Ir avanzando de a poco.

-No.

La sonrisa de mis padres se borró.
-¿No?

-No me quiero ir.

-Mariana, esto es por tu bien.-dijo mi mamá. Estiró una mano hasta la mía, pero yo la aparte.

-No quiero irme. Esta es mi casa, siempre lo fue.

-Podemos tener una casa mas grande en Capital.

-¿Capital?- un malestar raro se sintió en mi estómago.

-Si, hija. Creemos que es lo mejor para todos.-dijo papá.

-Papá, nunca fui a Capital, no me voy a acostumbrar. Somos distintos, no estamos acostumbrados a vivir en una ciudad así. Acá es mas tranquilo.

-Mariana vamos a ir a Capital...-mi mamá iba a empezar a gritarme y papá la freno.

-Vamos a hacer algo, de todas formas tenes un mes para pensarlo. ¿Esta bien?

Me levanté y me fui a mi pieza nuevamente. No puede ser que quieran irse. No quiero. Acá nací, este es mi lugar, una cosa es irnos de vacaciones como otros años, ¿pero esto?

Voy a convencer a papá y a mamá de que no nos vayamos.

En la oscuridadWhere stories live. Discover now