Capítulo 24

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Momentos de odio

     La cabeza me dolía una barbaridad. 

     Eso fue lo primero que noté: una brutal punzada en el centro de mi frente que me obligó a soltar un gruñido. ¿Qué había pasado? 

     Abrí lentamente los ojos. No estaba en en mi habitación de Grimmauld Place... Mierda ?dónde coño me encontraba? Joder, no reconocía el lugar. ¡Me habían secuestrado!

     ¿Qué había pasado?

     Entonces me di cuenta de que en realidad simplemente estaba en mi habitación de Hogwarts. Que susto. Volví asentir la punzada en mi cabeza, y los recuerdos me abofetearon.

     -No voy a volver a beber... -dije en voz alta-. Por lo menos el vodka, que parece que me sienta mal.

     Entonces, una bola de plumas y un palo con patas vinieron en mi busca. Aterrizaron en mi pecho, y empezaron a apretujarse en mi. Yo solo quería vomitar.

     -No se quien me ha traído -dije a la nada-. Pero tengo la sospecha de que no va a estar nada contento.

     Me puse en posición fetal, con las dos criaturas en el hueco de mi barriga, empapándose de mi calor corporal. Hablando de calor corporal, estaba hirviendo. Puse una mano en mi frente, tenía fiebre.

     Supuse que el numerito de quitarme la camisa me estaba pasando factura. Suspiré y volví a abrir los ojos, e intenté enfocar bien la mirada en la mesita. Eran las cinco de la tarde. 

     Delante del reloj, había una nota: "Dirígete a mi despacho lo antes posible, no hables con nadie"

     La letra era de Dumbledore.

     Me levanté y casi vomité. Tenía un peso extraño por el cuerpo al mismo tiempo que notaba el estómago vacío, pero si comía algo reventaría.

     Me vestí con lo primero que vi. Peque escaló solo y se puso en el sujetador y Nyx voló hasta mi hombro. Bostecé una última vez y puse la cara más inexpresiva que sabía poner. Las ojeras eran más notorias que nunca.

     Mientras estuve sola subiendo por la escalera mecánica tras la gárgola, me apoye a la pared medio muerta de cansancio, y al llegara las puertas dobles me enderecé lo mejor que pude. Me obligué a poner mi cara seria y toqué la puerta.

     -Adelante.

     Cuando entré a aquella residencia, solamente se encontraba el director. Sus utensilios de la mesa brillaban y trabajaban sin parar, y los retratos cuchicheaban mirando sin mucho disimulo en mi dirección.

     -Buenos tardes, Lily -dijo amable el director-. Toma asiento por favor.

     Caminé con paso firme, y el viejo soltó una risilla cuando me senté un poco más fuerte de lo normal. 

     -Coge un caramelito de limón -iba a negar, pero el director se me adelante-. Es para el sabor de la boca.

     Tenía razón, tenía un gusto asqueroso en mi boca. Alargué la mano y me puse el caramelo en la boca. Me sentí mejor enseguida.

     -¿Cómo te sientes? -me preguntó, su voz tenía un regusto triste.

     -Se que fue imprudente de mi parte desaparecer así -dije sin rodeos-. Intentaré controlarme. 

     -Estaría bien, si -dijo con ojos cansados-. Todos en la casa Black estuvieron muy preocupados, pero ya les he dicho que te habíamos encontrado. He evitado decir en donde y el estado.

Lilianne y la Orden del FénixWhere stories live. Discover now