🌇;;002

15.4K 1.4K 787
                                    

Notaba la sangre caer de su nariz y boca hasta su barbilla, llegando a manchar parte de su chaqueta marrón y su camisa blanca. Además, su ojo derecho empezaba a hincharse por el moratón que tenía y todo su cuerpo dolía demasiado.

Al final eso de las amenazas por twitter se había vuelto una realidad, y, para desgracia de Horacio, le había tocado a el pagar con todo el peso de la gente de twitter. Al menos no le habían secuestrado o lo habían matado.

Se sentó en el suelo de aquel callejón con algo de dificultad. No sabía cuanto tiempo se había llevado ahí tirado, pero poco le importaba en aquel momento.

Buscó su teléfono en sus bolsillos, y, al encontrarlo, pudo ver que este tenia la pantalla rota, posiblemente por alguna de las tantas patadas que había recibido.

Maldijo en voz baja al ver las tres llamas perdidas de Gustabo y las cinco llamadas perdidas de Conway. Decidió llamar primero al superintendente.

-¡¿Dónde coño estas?! ¡Te llevamos esperando una puta hora! ¡En cuánto vengas para aqui te voy a dar una paliza, capullo!-No había tardado ni dos segundos tras descolgar la llamada que ya tenia al hombre de traje pegándole voces tras la pantalla.

-L-Lo de la paliza no hace falta, m-me acaban de dar una hace un rato.-Apenas podía hablar sin ahogarse, y esto se podía notar perfectamente.

-¿Cómo?-Se quedó en silencio unos segundos.-Mándale tu ubicación a Volkov, el t-

-N-No.-Le interrumpió.-N-No quiero que el venga.-Mas bien no quería que lo viera así.

-¡Horacio no me jodas, mándale tu puta ubicación! Yo y Gustabo no podemos ir y el esta de patrulla con Torrente.-

-O se la m-mando a usted o nada.-

-Esta bien...mándamela.-Y sin mas colgó.

Tras eso le envío a Conway su ubicación, para dejar caer la mano con la que sujetaba el teléfono al suelo. Ni siquiera le quedaban fuerzas para seguir manteniendo su brazo en alto.

No habían pasado mas de diez minutos cuando escuchó un coche derrapar muy cerca de la entrada a aquel callejón, y dos puertas abrirse para seguidamente cerrarse. Lo que no se esperó fue ver a Volkov y Torrente entrar allí.

El de pelo gris pudo notar una leve presión en su pecho al ver a Horacio; estaba sentado en el suelo, con toda su ropa sucia y rota, su cara ensangrentada y su pecho subiendo y bajando con rapidez, posiblemente por la dificultad al respirar.

Rápidamente se acercó a el, agachándose a su lado para poder ver mejor sus heridas. Su ropa rota dejaba ver varios hematomas y algún que otro corte. Levantó su mirada hacía la cara del de la cresta, quién estaba mirando a otro lado, como si no quisiera ver al mas bajo.

-¿Qué ocurre?-No obtuvo respuesta.-Hey, mírame.-

Al ver que Horacio no obedecía llevó su mano a la cara de este, agarrándolo de forma suave del mentón para así poder girar la cara del mas alto hacía el. A pesar de haberlo hecho de forma suave, el de cresta hizo una mueca de dolor y soltó un pequeño quejido. Parecía que también lo habían golpeado en la barbilla.

-¿Ya no vas a tirarme la caña?-Bromeó el de pelo gris, logrando sacarle una risa a Horacio, quién acto seguido tosió levemente.

-Conway me la jugó...-Tomó aire por unos segundos.-N-No quería que tu vinieras.-

-¿Por qué?-

-No quería que me vieras así.-Volkov sonrió enternecido. Era la primera vez que escuchaba al de la cresta con ese tono de voz, y se le hacía realmente inocente. No había intento de seducción ni nada, solo pena por el que la persona de la que estaba enamorado lo viera en ese estado.

-Te llevaremos al hospital.-Giró su mirada hacía Torrente, quién los observaba sin saber que hacer.-Torrente, ayúdalo y llévalo al coche, yo conduciré.

Dentro de Volkov había algo que le hacía querer proteger al de la cresta, pero pensó que era simplemente por el tono de voz que había usado este recientemente lo que le había causado esto.

SempaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora