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Conway aparcó el coche frente al Vanilla, y, acto seguido, abrió la puerta para salir. Volkov hizo lo mismo, para luego ir junto al superintendente, quien se había quedado apoyado en el coche y había sacado un cigarro.

–Ve tu a buscarlos, no quiero ponerme mas violento de lo que ya estoy.–Le ordenó, a lo que el de pelo gris asintió con su cabeza.

Caminó hacía la puerta del antro, y, una vez dentro, tuvo que parpadear varías veces para poder acostumbrarse a la oscuridad del lugar. Acto seguido continuó su camino hasta el final del pequeño pasillo. Fue entonces cuando empezó a buscarlos con la mirada.

Sus mejillas se pusieron completamente rojas y sus ojos se abrieron como platos al ver aquella imagen en la zona de baile; Horacio bailaba prácticamente desnudo, tan solo llevaba puesto unos boxers de cuadros y unas botas. A su lado estaba Gustabo, quién iba sin camiseta y también bailaba.

Su vista solo se fijó en el de la cresta. Lo observó bailar de aquella forma lenta, moviendo sus caderas de una forma que se le hacía realmente seductora y sonriendo ampliamente. Podía notar su miembro empezar a ponerse levemente duro ante la imagen de Horacio bailando, aunque trató de calmarse.

Sintió una corriente eléctrica recorrer toda su espina dorsal al cruzar su mirada con la de el de la cresta, quién le guiñó un ojo y mordió su labio inferior sin dejar de mirarlo. Se maldijo mentalmente por la reacción de su cuerpo ante aquello. No quería admitirlo, pero realmente le gustaba ver al contrario así.

Tomó aire en un intento de calmarse, y bajó las escaleras en dirección a la zona de baile. Podía notar la mirada del mas alto en el todo el tiempo, lo cual hacía que se pusiera mas nervioso de lo que ya estaba.

–Bajen de ahí, esta el superintendente esperando fuera.–Ordenó. Su voz salió temblorosa por los nervios.

–¡Venga Volkov, siéntelo en el cuerpo!–Exclamó Gustabo.

Horacio agachó parte de su cuerpo hacía el de pelo gris, agarrándolo del cuello de la camisa y haciendo que lo mirara. Sus rostros quedaron muy cerca.

–¿No te gusta lo que ves, comisario?–Susurró el de la cresta con un tono realmente seductor, sonriéndole de forma maliciosa.–Porque tu amiguito no dice lo mismo.–Señaló la parte baja de Volkov, quién llevó su mano a aquella zona para intentar taparla.

–¿El primer día de trabajo luego de la paliza y esto es lo que haces?–Le reclamó.

–Pero bien que te gusta.–Le guiñó un ojo, soltando su camisa para caminar al centro de la pista al mismo tiempo que movía sus caderas de forma provocativa.

Lo siguiente fue el superintendente entrando en la pista para pegarles con la porra a ambos.

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