Capítulo Tres

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Si bien la voluntad estaba latente, la naturaleza que invadía a cada uno no acompañaba los ideales de la familia Potter.

Quizás en el pasado, Pansy se había negado tanto a prestarle atención a su bestia interna que posiblemente le jugaba una mala pasada en los años posteriores. Los cambios que veía en sus hijos eran sorprendentemente alarmantes cada vez que los recibía en la estación de trenes.

Era ilógico creer que un día Pansy llegaría a sentir algo de vergüenza por tener tantas miradas encima, y la mayoría de ellas no eran por su sola presencia. A su lado, ignorando a todos, estaba su primogénito haciéndole compañía mientras esperaban el expreso de Hogwarts.

James, al contrario de sus hermanos, había decidido por su cuenta asistir al colegio Durmstrang donde la presencia femenina era casi mínima y así lo prefería él, aunque de trasfondo negara a todos de que había sido Aurora quien había elegido su uniforme en una salida al callejón Diagon meses antes de recibir sus cartas, aun evaluaban donde asistirían. Esa tarde todos se habían probado los uniformes de ambos colegios y Aurora, que ni siquiera llegaba a un añito de edad, solo aplaudió entre balbuceos cuando James apareció mostrando el de Durmstrang, lo que también fue acompañados por las risas de sus hermanos al ver el sonrojo en el azabache. La platinada los acompañaba junto a Régulus y Cygnus, eran un trio muy unido e intrigante.

Sirius por su parte solo seguía a los consejos de Lynxi sin chistar y con orgullo a pesar de que a ella debiese esperarla dos años más. Nada sorprendente fue recibir su carta anunciando que sería un orgulloso Slytherin, ciertamente lo llevaba en su sangre y que no lo fuera sería lo alarmante. Aunque también ocultaría el hecho de que tener un mapa secreto de Hogwarts era su principal ambición para asistir allí.

Remus, en cambio, le haría compañía a Edwart dentro de la casa Griffindor, aunque solo fuese por solo un año ya que era el último del castaño, ambos se mantenían fiel a Harry. No tenía un secreto, solo quería seguir a su instinto que era proteger al más débil, a Sirius. Su Veela sabía que entre James y Sirius se había establecido una guerra de egos entre sus bestias que de momento pasaba desapercibida para todos.

Fueron unos primeros años tranquilos, solo un par de llamados de atención por las travesuras de uno u otro, y unas cuantas visitas a San Mungo tras involucrar unas potentes pócimas de Amortentia y entre muchas otras para tener la atención de esos dos Veela que a veces no se podían contener.

Curiosamente, James era el más tranquilo, aunque no por eso el menos peligroso. Robando las miradas de las pocas chicas del colegio, conseguía obtener un par de golpes como recompensa de los otros muchachos, pero que todo quedaba en nada al saber defenderse y no dejar intimidarse.

Con tan solo trece años, el cuerpo de los muchachos parecía experimentar la pubertad en su máximo esplendor. Pocos centímetros les faltaban para alcanzar la altura de Edwart, que superaba la de su padre biológico, y quien ya había conseguido entrar en la academia de Aurores bajo la estricta vigilancia de su padrino. Sus rasgos faciales también se veían intensificados, pero aun conservaban esa sutil apariencia infantil, y eso era un alivio para el matrimonio Potter si pretendían seguir manteniendo en secreto la esencia de la familia.

Pansy no dejaba de preguntarse si ella misma había experimentados ese tipo de cambios en si misma, pero no lo notaba. Harry sospechaba que era algo que se limitaba a los Veela machos ya que la información sobre ellos era escasa, y no podía negar que estaban aprendiendo por cuenta propia.

Lo más alarmante fue ver a Charlus presentar los mismos cambios con apenas solo once años. Al ingresar a Hogwarts muchos creyeron que era el trillizo que les faltaba. Su altura era alarmante, pero su sonrisa lo compensaba con creces a ignorar esos detalles. Su complemento, Louis Weasley, parecía camuflarlo a la perfección con sus también nada sutiles cambios. Pansy no había tenido en cuenta a ese castaño debido a la poca afinidad que presentaba su Veela para con Fleur, a pesar de que Harry y Bill parecían entenderse bastante bien. Los hijos de ambos parecían llevarse aun mejor. Ambos habían quedado en Griffindor también.

Una Bestia PrejuiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora