Capítulo Cuatro

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Uno por sus hijos hace lo que sea, eso siempre se lo habían repetido a los niños Potter sus padres. Ver a Pansy Potter apenada y llorando frente al platinado que estaba hecho una fiera tras haberle ocultado que su pequeña niña consentida era la predestinada de un niño que le llevaba diez años de diferencia, era todo un espectáculo digno de ver. James estaba cansado de escuchar esa frase, como si realmente no lo tuviera en cuenta desde que se levantaba adolorido y se acostaba aun más, incluso a veces tenía insomnio a causa de eso.

Pero lo que provocaba un disimulado cruce de miradas entre padre e hijo era descubrir lo que realmente estaba sucediendo frente a sus ojos, aún así, el primero se mantenía alerta seguramente esperando algo similar de lo que sucedió con William Weasley. Eso era lo que más temía James. Había visto cuanto había sufrido Louis con el rechazo de sus padres, sin duda Aurora lo viviría de una peor manera al ser tan unida a Draco Malfoy, por lo que el azabache también estaba dispuesto a cumplir con todos los requisitos que le pusiesen, incluso su Veela estaba peleando contra sí mismo al temer lo peor. Rechazar a su pareja no era una opción, era lo que su instinto le decía, y tanto la bestia como el humano rogaban para que eso no ocurriese. Pero ante cualquier alternativa, ambos concordaban que Aurora estaba primero, no la harían sufrir por culpa de ellos.

Su madre pareció captar la preocupación de James por lo que hizo algo que juro nunca hacer con la familia. Ambos azabaches presentes dentro del despacho de Pansy pudieron percibir ese muy sutil aroma dulce que empalagaría a cualquier persona normal como lo era Draco Malfoy. Él podría ser un mago astuto, poderoso y más uno de los más ricos del mundo mágico, pero nada podía hacer contra los encantos de una Veela que pretendía defender lo suyo.

Estaba tan concentrado en no sucumbir a la esencia de su madre, la cual no hacía más que estremecerlo de miedo ya que su Veela la asociaba a cada ocasión en la que lo regañaba por pelear con alguno de sus hermanos, especialmente con Sirius, que no se dio cuenta del momento en el que su padrino se había ido de la mansión junto a su esposa. Quizás no había estado tan concentrado cuando su consciencia repetía una y otra vez la frase: no la tocaré hasta que ella termine sus estudios. Si aún seguía ileso era algo bueno. Mucho peor hubiese sido tener que no verla en lo absoluto.

La distancia que ocasionaba la asistencia en su colegio ayudaba a aligerar las tensiones entre las familias. Aun no sabían que era lo que William le habría dicho a Draco, pero éste parecía realmente atemorizado de que James lastimara de alguna forma a su niña, y solo por eso James ahora no pisaba la mansión Malfoy si no era acompañado con alguno de sus padres durante las vacaciones. Lo que no podía evitar era que fuese Aurora quien pedía su atención inocentemente, aun en contra de su padrino.

- Jaime – se escuchó el sollozo de una pequeña platinada que entraba fregándose los ojos, vistiendo su pijama verde oliva y arrastrando sus pies que estaban cubiertos por unos adorables gatitos blancos afelpados. Astoria le había regalado uno similar a Cygnus para la navidad pasada.

Abraxas había llegado durante la tarde a la mansión Potter con la pequeña en sus brazos, muy sonriente y con su mochila en su espalda. Tal parecía que estaban solos y aburridos en su casa después de que sus padres estuviesen de viaje y sus hermanos mayores ocupados con sus amistades en donde sea que fuere. Algo similar ocurría en la de los azabaches y dos pelirrojos Potter. Pansy había tenido que visitar uno de sus hoteles muggle y se había llevado a las gemelas con ella; Harry estaba en una misión al igual que Edwart desde ya hace varios días; y el resto de los chicos estaban por algún rincón de la mansión.

El tercero de los hijos Malfoy era muy cercano a Charlus y Louis al tener los tres la misma edad y era la razón de que estuviese de visita con su hermanita. Comentó que había pedido permiso a la matriarca Potter, ambos ignorando que Aurora estaba incluida y que Pansy no estaba en la mansión. Ciertamente ninguno tuvo problema al respecto. Cygnus y Régulus estaban bajo el cuidado de James, y Henry y Abraham no iban a soportar caminar de un lado a otro junto a su madre mientras trabajaba.

Una Bestia PrejuiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora