Capítulo 10

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Esperaba que funcionara el plan de Hermione, o si no estaría en grandes problemas.

Regrese a la mansión con el diario y me fui directo a mi habitación.

Se lo daría a mi padre, aunque tendría que buscar las palabras adecuadas para decirle como lo conseguí. Seguramente tendría muchas dudas y estaría desconfiado, pero tendría que confiar en mi.

Ya estaba cansado de la guerra, quería seguir su vida, o la poca que tenía antes de que esto comenzara.

—Winy— llamó a su elfa de confianza. Lo había criado de niño, le tenía afecto a esa pequeña criatura de ojos azules y confiaba en ella.

—¿El joven Malfoy necesita a Winy?

—Si, por favor busca a mis padres y diles que vengan a mi habitación. Tengo algo urgente que decirles.

—Lo que pida el joven Malfoy.

—Winy, se discreta.

—Si joven— dijo Winy haciendo una pequeña reverencia y desapareciendo.

Espero pacientemente sentado en un sillón de cuero negro frente a la chimenea. Ya venía el invierno, las ramas desnudas de los árboles se movían al compás de la brisa, el viento silbaba con fuerza, como si tuviera un secreto oculta que te susurraba.

Sus pensamientos fueron a esa navidad, la navidad qué pasó en Hogwarts.

FLASHBACK

Los terrenos ya se encontraban bajo el frío manto de la nieve. El lago negro congelado y el hermoso paisaje blanco daban una bella imagen, digna de una postal.

Había decidido quedarse en Hogwarts, no tenía ganas de ir a su casa; aunque esta hace mucho qe había dejado de ser un hogar. Le mando una carta a su madre, sabía que lo extrañaría pero comprendería su decisión al no querer volver a la mansión.

Se encontraba en los terrenos, vestía una gabardina negra que le llegaba a las rodillas, debajo traía un suéter verde cuello tortuga, unos pantalones de pinza negros que se ajustaban perfectamente a sus piernas y unas botas negras completaban el atuendo. Su cabello rubio caía en mechones desordenados sobre su frente.

A la vista de muchas mujeres, Draco Malfoy era un hermoso ángel, sus ojos de mercurio, su tez de mármol, sus cabellos rubios y su porte le daban un aire encantador y masculino. Aparte de su actitud de chico malo y esa aura de oscura que lo rodeaba era la tentación de cualquier chica.

Todas tenían esa ilusión, derretir el frío corazón del heredero Malfoy, hacerlo cambiar; pero no. Draco Malfoy era distinto.

Muchos lo juzgaban, lo tachaban de muchas cosas que quizás fueran cierta o quizás no.

Solo muy pocos lo conocían, lo conocían en verdad. No esa fachada de chico mimado y engreído que creía en la supremacía de la sangre.

Para él la sangre siempre fue eso, sangre. Roja y espesa que corría por nuestras venas, no distinguía clase social, ni sexo, ni raza, era igual.

Solo que la vida no le había permitido ser él, demostrar como era en verdad. Que solo era un joven más, que quería divertirse, que quería ir a fiestas, que quería dar su opinión sin importar que, Draco Malfoy quería ser libre.

—Otra vez pensando en la mortalidad del cangrejo.

—No, pensaba en lo molesta que eres al interrumpir en los momentos menos oportunos.

—Lo se, soy encantadora.

Seguí viendo el paisaje, me encontraba  frente al lago negro, esa invierno hacía tanto frío que se había congelado. Le gustaba ese lugar, se respiraba paz y era tranquilo, ajeno a la vista de ojos curiosos.

Lux TenebrisWhere stories live. Discover now