Capítulo 11

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La escuchaba tocar el piano, la melodía inundaba la habitación. Era una armoniosa melodía , la luz del atardecer resplandecía detrás de ella, haciendo que un halo de luz se posicionará alrededor de ella.

Se veía cuál ángel. Era tan hermosa, su cabellos de oro caían como una cascada por su espalda, sus ojos miel trasmitían una paz y un cariño inigualable, su sonrisa iluminaba todo. Ataviada en un hermoso vestido blanco que se ajustaba a su figura junto con unos tacones dorados y finos. No portaba ninguna joya, ni gota de maquillaje, su belleza era tan natural.

Sus finas manos tocaba el piano con maestría y elegancia, cantando una suave melodía.

La miraba admirada, ella era la persona que más admiraba en el mundo y en su mente pasaban miles de pensamientos de querer ser como ella.

Estaba sentada a su lado en la banqueta del piano, me había pedido que me sentara junto a ella y la acompañara; aunque no quería tocar el piano. Tenía miedo de hacerlo mal y decepcionarla.

La melodía se detuvo y la mujer me miró sonriéndome dulcemente.

—No tienes que temer, toca unas cuentas notas.

—Pelo... ¿y si ño lo hago bien?

—Tranquila princesa, apenas tienes cuatro años. Seguramente lo harás bien y con mucha práctica tocaras bellas melodías— me respondió ella, acariciando mis bucles castaños. Mi cabello era castaño y no rubio como el de ella. Cuando le preguntaba ella me respondía que yo era una combinación entre ella y mi padre.

Alentada por sus cálidas palabras comencé a tocar unas cuentas notas, ya antes me había explicado y enseñado cómo se llamaba y tocaba cada nota.

Y así mientras yo tocaba, ella volvía a cantar la suave canción.

Que hermoso tiempo ese, ojalá lo hubiera sabido. Porque allí sentada inocentemente no sabía que mi vida cambiaría a partir de esa día.

Quizás y sólo quizás, si lo hubiera sabido la habría abrazado más fuerte, le habría dicho muchas cosas...pero en la vida no existían los quizás, las cosas sucedían y ya.

Y como decía ella, "las cosas en la vida suceden por una razón" y tal vez en ese momento no entiendas porqué sucedió pero mas tarde lo entenderías, yo lo entendería.

Desperté en la oscuridad de mi habitación, vi el reloj que reposaba en mi mesa de noche dando la 1:00 am.

Intente volver a dormir pero estaba intranquila, hace mucho que no soñaba sobre lo que ocurrió. Sentía un vacío en el pecho cada vez que lo recordaba y por más que quisiera llorar, las lágrimas no brotaban de sus ojos. Había llorado bastante en su momento y ya no tenía más lágrimas con las que lamentarse.

Apretó el collar que colgaba de su cuello, lo necesitaba. Se levanto y se calzó, se colocó su capa negra y agarrando su varita se desapareció.

Apareció en la cabaña, justo en el centro de la estancia. Se fijó en cada detalle, era acogedora. Tenía una pequeña sala de estar, una chimenea de piedra se encontraba en el medio rodeada de sillones de cuero negro, el piso era de madera y la estancia reluciente e iluminada.

Se fijó en el piano que se encontraba en una de las esquinas de la sala. Un piano de cola negro, sonreí recordando que Draco lo había puesto allí cuando se lo pedí.

A pesar de su fachada por fuera, la cabaña era todo lo contrario por dentro. Una cocina de un tamaño adecuado se mostraba enfrente de la sala dividida por una isla con bancos para comer. Un pequeño pasillo le seguía y al final de este la única habitación de la cabaña, entró en la habitación viéndola tal como recordaba. Una cama grande en el centro de la habitación, las ventanas cubiertas por cortinas negras, un escritorio en la esquina y al lado de este un gran armario. La puerta que estaba del lado derecho de la habitación daba paso a un reluciente baño de mármol negro; donde se encontraba una gran tina blanca en la cual podrían caber perfectamente dos personas.

Lux TenebrisOnde histórias criam vida. Descubra agora