Capítulo 39

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Kael

Pongo un bolsa de hielo en mi rostro y observo a Endek que me mira con un gesto de preocupación.

—¿De verdad dejó que esa mujer lo golpeara?

—Me lo merezco —Bufo.

Frunce el ceño.

—Su alteza, no puede dejar que sus concubinas lo controlen, usted es el príncipe, ese comportamiento es inaudito, las esclavas solo deben cumplir sus funciones y ya.

—Endek ¿Qué está mal conmigo? Me indigna lo que acabas de decir.

—Oh príncipe —Suspira —. Me está empezando a preocupar.

—A mí solo me inquieta una cosa.

—Sí, una rubia agresiva —Rueda los ojos —¿Me escucha cuando le hablo?

—No, porque me perdí en los ojos de Jacky, en esas mejillas ruborizadas, en esa boca que me vuelve loco, oh cielos, me voy a morir.

—No va a morir, solo se comporta como estúpido, quiero decir... —Se corrige cuando lo miro de mala manera —piense mejor las cosas, no con la de abajo.

—Vas de mal en peor Endek, y la verdad pienso con el corazón, estoy enamorado.

Suspira otra vez.

—Su alteza, piénselo mejor.

—¿No eras tú el que quería que siguiera a la Belleza del Desierto? —Alzo una ceja.

—Y sigo pensando lo mismo, pero no de esta manera, se está dejando influenciar por esa mujer.

—No entiendo a qué te refieres.

—Cuestiona nuestra cultura y se deja golpear ¿Le parece poco?

—Ya me parecía rara desde antes y esto solo se hinchó un poco, exageras, Endek.

—¡Escúcheme! —Alza la voz —¡Soy su consejero, por favor!

—Y lo hago, pero nunca es malo tener una segunda opinión.

—Vamos a necesitar una tercera —Gruñe y luego se da cuenta, así que chasquea los dedos —¡Eso es, una tercera!

—¿Disculpa? —Alzo una ceja.

—No una opinión, una mujer.

Me río sin humor.

—Eso no va a pasar, ni siquiera sé cómo ocurrió lo de Jacky, no me pondrás a buscar a otra chica.

—Aunque me encantaría conseguirle una tercera candidata, que no sea ni Rebecca ni la Belleza del Desierto, yo hablaba más bien de... bueno de... —Hace una pausa —de su madre.

Frunzo el ceño y se sobresalta.

—Repite eso y te mando a cortar la lengua, hablo en serio.

Traga saliva.

—Mil disculpas, fui muy imprudente, no volverá a ocurrir.

—Bien, como sea, voy a ver qué hacen los habitantes del cielo —Le tiro el hielo para que lo guarde —. No me sigas —ordeno.

—Su alteza, de verdad lo lamento.

—Ya no me hables —Lo esquivo molesto y camino por el pasillo.

Pensé que mi enfado se iría al escuchar la música que hay en la sala siguiente, pero visualizo a Askar bailar con las concubinas de mi padre, y ya se me empeoró el humor. Ese hombre es demasiado alegre para mi gusto, además lo que hace es una falta de respeto, puedo ver a mi padre, sentado en su trono y aguantándose el enojo.

—Su alteza, no tiene nada que envidiarle.

Giro mi vista hacia Endek y lo miro de muy mala manera.

—¿No te dije que te fueras? —Alzo una ceja.

—Mi conciencia no estará tranquila si lo dejo solo. Además vi a la señorita Jaelyne venir en esta dirección, supuse que necesitaba apoyo.

—¿Lo dices porque se me escapó luego de besarla? ¿Por qué me humilló delante de un guardia? Dime por qué lo dices ¡Me lo refriegas en la cara! Estoy indignado.

—Necesita relajarse, un buen baño de sales aromáticas le hará muy bien, se lo aseguro —aconseja.

Aunque la verdad no le presto mucha atención.

—¡Hey, hermano! —habla Askar —¿Por qué no tengo un harem? ¡Yo quiero uno! —expresa alegre y las chicas se ríen.

—Ve, nada que envidiarle —me aclara Endek.

Ankor, como fue identificado por el guardia, el cual está parado frente a una pared, se carcajea, así que le contesta a su hermano.

—Porque tienes una prometida, no seas idiota —se burla.

—¡No la veo hace años, me aburro! —Askar se ríe.

Lo dice tan feliz, no entiendo a este tipo, de verdad que no.

—No parece molesto —opino.

—Los habitantes de los cielos son así —responde Endek —. Usted no sabe lo que piensa.

—Seguro piensa estupideces.

—Seguramente —Hace un gesto de aprobación mi consejero.

—¡Askar! —Veo a Jaelyne venir.

Estoy irritado, muy irritado.

—¿Qué tiene él que no tenga yo? —Mi mandíbula se tensa.

—Su alteza, es solo un salvaje, además ella dijo que se siente atraída por usted ¿Por qué lo duda?

—Porque se fue, por eso.

—Diría que es tímida, pero no lo creo así.

—¡¿Ves?! Piensas igual que yo.

—Es carismático —responde mi anterior pregunta —. Pero por eso no es mejor que usted.

—¡No lo entiendo! —Me acerco a ellos.

—¡Su alteza! —Se alarma Endek —Sabía que no debía dejarlo solo —Me sigue.

Jacky me ve y se sonroja, luego frunce el ceño, poniéndose detrás de Askar.

—¡No me hables! —me grita la rubia.

—Jaelyne, regresa al cuarto —le ordeno.

—¿Cuál es el problema? —Se ríe Askar, mirándonos a los dos, al mover su cabeza para ambos lados —Estamos de fiesta —Mueve las cejas —. No seas aguafiestas —se burla de mí.

Lo voy a matar.

—Esto es entre mi concubina y yo, no te metas.

—Pues la verdad... —Alza su dedo índice y se calla cuando visualiza a Rebecca entrar a la sala, la sigue con la vista, luego reacciona —la verdad es... que ya me olvidé lo que iba a decir —Se carcajea.

—¿Te burlas de mí?

—¡Señores! —habla Ankor y se acerca —Dejemos las trivialidades, es hora de comer.

—¡Qué buena idea! —acota mi padre que ya se estaba estresando —¡Traigan los aperitivos!

Papá da dos aplausos y los sirvientes rápido acomodan las mesas. Veo como Askar sin muchos modales, se sienta saltando sobre una silla, y de hecho invita a Rebecca a ponerse a su costado, mi padre le hace una seña a ella para que se acomode en donde se le indicó, yo rápido tomo la mano de Jaelyne, entonces la hago sentarse al lado de mí. Terminamos todos sentándonos en las que no son nuestras respectivas sillas, lo que demuestra que esto no será una comida tranquila.

Será turbulenta e incómoda.

Belleza del Desierto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora