Capítulo cuatro

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Dormí solo 3 horas, pero se sintieron las mejores 3 horas de mi vida por el simple hecho de que dormí bien, como no hacía en días, por primera vez creo pensar demasiado fue lo mejor que pude haber hecho. Me levanté más feliz que nunca porque finalmente había aclarado mis sentimientos y ya no había tiempo para seguir ocultándolos. Llegué a la cocina y vi a Sherlock, estaba en bata con sus antiparras haciendo algún tipo de experimento, se veía simplemente adorable. Fue ahí cuando la duda se apoderó de mí. ¿Y si él no siente lo mismo por mí? ¿Y sí solo lo espanto? ¿y si nuestra amistad se arruina? y sí... Pensamientos como esos llegaron a mi mente y me sentí increíblemente inseguro, estaba expuesto por mis sentimientos, en toda la noche no pensé en esa posibilidad, ni siquiera lo había visto como una posibilidad, pero lo era.
Nunca le he conocido a alguien antes. Es un tema completamente desconocido sobre él.

— Buenos días John, ¿cómo te sientes para hoy en la noche? — su voz me sacó de mis pensamientos.

— Estoy bien sí, espera, ¿Está noche? ¿Qué pasa esta noche?— ¿qué sucedía esta noche? ¿iríamos a algún lugar?

— Iremos a la casa de Collins, John. — me miró confundido, realmente había olvidado por completo lo de esta noche— Atraparemos al asesino con las manos en la masa — dijo con cierto tono de felicidad al terminar la oración.

— Claro, ¡sí!, lo siento estoy algo distraído...

— ¿Estás seguro de que estás bien? Te veo ansioso, subiste 1 kilo entre esta semana y la anterior.

— Cierra la boca, estoy bien — este me miró y continuó con su experimento. Me dirigí a mi sofá y noté una hojas encima del de Sherlock, era la partitura de la canción de ayer.

— ¿Terminaste la canción? — pregunté y me acerqué a tomar la partitura. Sherlock apareció derrepente y me las quitó de las manos.

— Sí, ya la terminé — nuestras miradas se cruzaron y permanecieron así por 2 segundos, estaba completamente perdido en sus ojos color azul. A veces sentía que este tipo de miradas que compartiamos en el silencio, significaban algo más que simples miradas y no solo para mí, si no que para él también, pero ¿cómo iba yo a saberlo? Es Sherlock Holmes.

La tarde pasó, traté de buscar un momento para hablar con él, pero estaba tan concentrado en el caso que me pareció mejor intentarlo luego de resolver este.

...

Me puse mi chaqueta negra y guardé mi revolver en esta, Sherlock usaba su ropa usual, su largo abrigo y su bufanda color azul.

— Ya sabes que haremos John, nos esconderemos en la casa, Collins irá a abrirle la puerta a nuestro asesino y lestrade con sus hombres estarán afuera esperando nuestra señal para entrar y arrestarlo – podía sentir la adrenalina en su voz, Sherlock estaba muy excitado por la situación, y por mi parte, el peligro siempre me ha resultado tentador.

— Entendido — hice un gesto de afirmación en mi rostro, hoy era la batalla, cuando hacíamos estas cosas juntos, me sentía como en mis tiempos de soldado nuevamente, me sentía vivo, una sensación que solo cuando experimentaba cuando estaba con Sherlock.

Salimos de la casa, el primer taxi al que Sherlock le hizo señas se detuvo, como siempre. Lo tomamos y nos dirigimos a la casa del Sr. Collins. Llegamos al lugar y Sherlock tocó la puerta, Collins nos abrió, se notaba muy nervioso.

— Caballeros — hizo un gesto de saludo.

— Sr. Collins— Sherlock lo saludó de un apretón de manos, luego yo hice lo mismo. Este nos hizo pasar a su casa.

— Estoy un poco nervioso — decía el hombre con una leve risa nerviosa en su voz pero aún así sonaba preocupada.

— Ya estamos aquí, no tiene de que preocuparse, solo siga al pie de la letra lo que acordamos, ¡sea el cebo! — Sherlock le sonrió y se adentró en la casa. Me quedé ahí con Collins que ya estaba bastante nervioso, y sí, Sherlock le dijo que no debía preocuparse, siendo que alguien quería matarlo esta noche en su propia casa.

— Disculpe, siempre es así, con permiso — le dije y me alejé para seguir a Sherlock. Este entró a la habitación del dueño de casa que estaba contigua al salón principal, dónde iba a reunirse con su viejo amigo.

— Quedan solo unos minutos para el encuentro, mantente preparado, John — me dijo Sherlock.

— Siempre lo estoy — contesté. Admito que me sentía algo ansioso por la situación, la adrenalina corría por mis venas.

Los minutos pasaron y nos manteniamos en alerta hasta que alguien tocó la puerta, era el asesino. Sherlock me dirigió una mirada, había que esperar un poco más. Collins se dirigió a abrir la puerta no sin antes mirarnos, sus ojos reflejaban todo el miedo que sentía.

— ¡Águila! ¡Tanto tiempo! — no pude evitar reir ante el apodo, Sherlock me hizo callar tapandome la boca con su mano, esta cubrió la mitad de mi rostro.

— Serpiente... — nuestro amigo sonaba algo desanimado y asustado, cosa que inquietó a Sherlock.

— Vamos dame un abrazo — le dijo nuestro asesino, estos se unieron en un abrazo.

— Pasa, es b-bueno v-verte.

— Te noto algo raro, no te alegra ver a un viejo amigo — ya dentro de la casa pude ver la identidad del hombre que se hacía llamar serpiente, era de tez morena, cabello negro, tenía barba y andaba muy bien vestido, un traje morado y una camisa azul. Uno definitivamente al verlo no creería que ha sido capaz de matar a 4 personas, pero como dicen, las apariencias engañan.

— No, no, la verdad estoy m-muy alegre de verte — Collins no dejaba de tartamudear.

— Yo estoy mucho más alegre — dijo el Moreno mientras se sentaba en el sofa al igual que Collins — ¿Sabes? No creía que te volvería a ver pero dónde somos amigos, sentí la necesidad de vernos aun que sea una última vez — este hizo una sonrisa malévola.

— ¿Última? No tiene porqué ser la última — rio nuestro cliente nervioso.

— Oh águila, Andrew... Solo digo.

— ¿C-cómo sabes mi nombre? Nunca te lo dije... — dijo Andrew, que estaba comenzando a sudar.

— De la misma manera en que sé que eres el dueño del casino... aún que nunca lo dijiste — el moreno volvió a sonreir — te investigué, ya sabes, para encontrar tu dirección y visitarte, tenemos algunas cuentas pendientes águila... — vimos como el hombre introducía su mano en su chaqueta.

— ¡Ahora John! — me dijo Sherlock.

Cargué mi revolver, Sherlock salió de la habitación y yo lo seguí apuntando con el arma. Pero al parecer el asesino fue más rapido que nosotros porque cuando me encontraba enfrente de él sentí como una bala chocó en mi muslo, caí al suelo golpeando mi cabeza en este, mi arma saltó lejos y pude ver como el asesino escapaba por la puerta.

— ¡John! ¡John! — escuché los gritos desesperados de Sherlock, todo se veía borroso, todo me daba vueltas, hasta que todo se volvió completamente negro.

just the two of us [johnlock] Where stories live. Discover now