IX: Noche de dudas

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༻IX: Noche de dudas༺
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Miré a Nea con la rabia recorriendo todo mi ser y condensandose de forma física en mis manos que desprendían chispas llameantes en todas direcciones. Aún así Nea, sin ningún miedo, bajó su mano desde mi espalda hasta mi palma y entrelazó nuestros dedos. Pude ver su expresión de molestia por las pavesas que tendrían que estar quemándole la piel.

Intenté relajarme porque sabía que no soltaría mi mano. Su mirada estaba segura sobre la mía mientras seguíamos caminando lentamente distanciadas de Medea.

Volví a alzar la vista ante la majestuosidad de la ciudad que se imponía ante nosotras y sonreí amargamente.

—Voy a hacer que ardan, voy a quemarlos a todos ellos desde los cimientos. Se van a arrepentir de haberme conocido —Gruñí bajo.

Como si mi voz hubiera llegado hasta los oídos de Medea su figura giró como un tornillo en ese instante hacia nosotras con una sonrisa maliciosa y evité acobardarme ante sus ojos azules que brillaban a lo lejos con intensidad.

No les tenía miedo.

Iba a vengar a mi abuela, y al padre de Nea o moriría en el intento.

Al fin llegamos al inicio de la ciudad y Medea esperó pacientemente a que la alcanzáramos.

—Tres reglas —Enumeró con la mano cuando estuvimos a su altura.— No miréis a nadie a los ojos. Evita decir que eres solo humana —Miró a Nea con destellos agrios en sus ojos.— No digas nada sobre lo que pasó ayer en tu casa... —Esta vez me hablaba a mí.— Sobre tus dos tipos de magia —Aclaró con voz firme.

Asentimos al unísono y continuamos nuestro camino sin prestar demasiada atención.

Conforme nos acercamos al centro las casas comenzaban a parecer más lujosas y la gente vestía más formal y elegante.

Imaginé que lo que habíamos dejado atrás era el barrio pobre y según aumentaba la cercanía al Consejo aumentaba también los lujos.

Justo antes de llegar allí cruzamos el centro de la ciudad. Era básicamente un mercado donde vendían las cosas más mágicas y variopintas que podías imaginar. Desde hechizos de amor hasta espíritus guardianes embotellados.

—Medea, ¿Cómo pueden vender espíritus guardianes? —Pregunté curiosa.

—No lo hacen, querida, al igual que en el mundo humano, aquí también hay gente que se gana la vida estafando a los brujos más ingenuos. La gente, en su desesperación, puede creer en todo lo que le digas, y más si tienen hambre de poder.

—¿Entonces que les venden? —Insistí.

—Espíritus guardianes —Respondió Nea.

La miré con la duda en los ojos, esperando que continuase su explicación, ella prosiguió con un tono serio:

—En el mundo mágico hay gente que se dedica a cazar a espíritus guardianes, con la intención de venderlos a cambio de cosas valiosas o un alto precio —Prosiguió.— Pero eso no significa que puedas vincularte a ellos, ya que el espíritu debe elegirte al igual que tú a él.

—¿Y por qué el Consejo no regula este tipo de cosas? —Me dirigí a Medea.

—Creemos en el libre albedrío —Su tono de voz fue un poco irónico, como si hubiese contado un chiste que sólo ella entendía.

—¿Y la Bruja Madre? —Cuestionó Nea con voz inquisidora.

La mirada de Medea se clavó en ella con una furia repentina, como si hubiese invocado al diablo en sus narices. Como acto reflejo extendí mi brazo delante de Nea protegiéndola, demostrando a la mujer frente a mí que no me daba miedo.
Su mirada pareció relajarse segundos después, como si tuviera problemas de autocontrol.

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⏰ Last updated: Jul 09, 2022 ⏰

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La noche de las brujas | Noches Oscuras IWhere stories live. Discover now