Aun recuerdo la sensación de la primera vez que sentí y supe que perdería la cabeza junto con toda mi fuerza de voluntad. Tu lengua alrededor de mis dedos, mirada penetrante como si pudieras leerme la mente y el calor de tu respiración chocando contra mi rostro. Nuestros cuerpos pegados en esa pequeña cocina y el gemido que no pude retener. Sabías que te diría que si a todo.
-Karla, ve por más limones para el tequila- mi mamá me ordena y puedo notar claramente que los tequilas se le empiezan a subir, al igual que a todos los presentes. Las reuniones familiares son una cosa seria, no hay reunión donde las cosas terminen tranquilas o dónde el tequila falte.Me paro para dirigirme a la cocina en media carcajada por la pendejadas que dicen mis tíos.
Siempre nos hemos llevado muy bien todos y puedo decir que las mejores borracheras me las he puesto con ellos.
Saco los limones del refrigerador y cuando me levanto puedo sentir un pequeño mareo signo de que el tequila también me empieza a hacer estragos.
-¿Puedes o te ayudo?- mi tío favorito dice con una sonrisa de oreja a oreja y con su tono burlón. Debo decir que es guapísimo y ha sido, en más de una ocasión, protagonista de mis sueños más eróticos. Me avergüenza aceptarlo pero no voy a negarlo.
-Soy totalmente capaz de partir unos limones- contestó igualando su tono y sonrisa.
-Me acuerdo perfectamente cuando confundiste las limas con los limones hace un par de meses- se acerca hasta quedar a lado de mí.
-A ver, una cosa es partir unos limones y otra es diferenciar limones de limas- digo apuntándolo con el cuchillo- además esa vez mi nivel de ebriedad era superior. No sé a quién le pareció buena idea mandarme a mí- suelta una carcajada y levanta las manos en señal de rendición.
-Si mal no recuerdo eras la menos ebria de esa noche y eso dice muchísimo- sonríe ladeando su cabeza y recorre uno de mis cabellos atrás de mi oreja sobresaltandome y provocando que me cortara un poco el dedo.
-Auch- me quejo y aprieto mi dedo fuertemente.
-¿Estás bien? Déjame ver- dice preocupado tomando mi dedo.
Mira fijamente mi dedo y cuando menos lo espero lo mete en su boca abrazándolo con su lengua. Sus ojos fijos en los míos y yo ya no recuerdo cómo respirar. Siento como chupa un poco y suelto un pequeño gemido sin poder evitarlo. Sus ojos se abren un poco más al mismo tiempo que se oscurecen y su respiración se hace más pesada.
Estoy temblando y necesito apartarme antes de hacer una estupidez.
Su boca suelta mi dedo para después dejar caer mi mano con delicadeza.
Estamos tan cerca que puedo sentir su pecho subir y bajar por su respiración. Sus labios se ven tan apetecibles.
-Necesitamos llevar los limones- me apartó un poco para seguir partiéndolos rápidamente.
-¿Quieres que vaya por un curita o algo así?- carraspea un poco aclarando su voz.
-No, está bien. No te preocupes- digo rápidamente para después salir de la cocina.
Solo cuando el aire frío choca contra mi cara puedo empezar a respirar bien.
-Aquí están los limones y esta vez sí son limones- todos se ríen y uno de mis primos me pasa un caballito de tequila cuando me siento.
Esa madrugada después de que todos se fueron me masturbe pensando en ti y en tu lengua alrededor de mi dedo, cuando me vine podía sentir tu respiración chocando contra mi rostro.