capítulo 1

3.2K 282 28
                                    

Cuando llegué a mi casa aquella noche, estaba completamente segura de lo que deseaba.

De mi decisión, y el cambio de vida que significaría para mí, y la pequeña familia que había formado estos últimos años. Necesitaba arriesgarme, porque la solución dentro del compromiso, ya se había vuelto un sueño borroso en mi mente. No había solución alguna en nuestra relación. Y eso yo ya lo daba por hecho.

Al traspasar el umbral de la cocina, pude apreciar la figura de Lisa frente a la estufa, moviendo de forma frágil el sartén chispeante sobre ella.

Cerré la puerta al encontrarme en el interior y ambas nos quedamos a solas en la pequeña habitación, solo llena por el agradable aroma de una deliciosa cena. Lastimosamente, estaba segura que aquella noche no podríamos disfrutarla después de mi veredicto, no me sentía orgullosa de ello, pero la decisión tomada a pesar de todo.

Pasaron alrededor de cinco minutos y ella no daba señales de querer girar a verme, estaba completamente segura de que ya hacía tiempo se había percatado de mi presencia. Solo alargando lo inevitable.

Cuando escuché los fusibles de la estufa apagarse, me di cuenta que el momento había llegado. Lisa sirvió la cena sobre dos platos los cuales coloco con suavidad sobre la pequeña mesa para cuatro personas, situada en el centro de la cocina. Pero yo rápidamente, tomé su mano al vuelo, al verlas haber sido desocupadas.

-Tengo algo que decirte- Le dije, tratando de no hacer obvias mis intenciones, y no flaquear ante su mirada.

Ella solo asintió en afirmación, sin verme a los ojos, y con tranquilidad alejando su mano de mi toque.

Una frente a la otra nos sentamos en silencio. Lisa comía callada y la observé, e inevitablemente vi el dolor en sus ojos.

De pronto no sabía cómo abrir mi boca, ella no era tonta, sabía la razón por la cual nos hallábamos con tanta tensión, podría jurar que ella ya sabía incluso lo que saldría de mi boca mucho antes de que llegase a casa. Sentí el nudo en mi garganta apretarse con fuerza, pero tenía que decirle lo que estaba pensando, era ahora, o terminaríamos sufriendo más con el paso del tiempo.

-Quiero el divorcio.

Sentí una punzada en mi corazón al decirlo, pero no se hizo presente arrepentimiento alguno después de aquello, ese día estaba completamente segura de lo que deseaba, incluso con mi esposa frente a mis ojos no daría vuelta atrás.

Miré su rostro para encontrar alguna reacción negativa, pero al contrario de lo esperado, ella no parecía estar disgustada por mis palabras.

-... ¿Por qué?- me preguntó suavemente, clavando aquellos ojos mieles sobre los míos.

Me quedé en silencio sin saber que decir con Lisa observándome atentamente, aguardando por una mínima palabra, una leve mascullación. Pero no había nada que decir, tal vez ya no la quería como mi esposa, pero eso no significaba que desease lastimarla más de lo ya hecho.

Uno, dos, tres minutos... y el rostro impasible de Lisa empezó a decaer. Las lágrimas humedecieron sus ojos de inmediato y la curvatura en sus labios cayó con tristeza.

Ella sabía que yo no iba a hablar.

Se levantó de inmediato, golpeando la mesa con su mano abierta, dejando caer la silla tras si por la gran fuerza que empleó al levantarse.

-Tú no eres una mujer.- Habló indignada, controlando su notable enojo y desilusión -Eres una maldita cobarde... Siempre lo fuiste- y dejó a sus lágrimas recorrer libres sus mejillas.

Un sollozo involuntario salió de su garganta.

Esta cubrió su boca con una de sus manos, tratando de ahogar aquellos otros que aclamaban su libertad. Pero antes de que sucediera, con paso presuroso, salió de la cocina dejándome sola, y con la sensación de su vieja presencia en la habitación. Ya no había nada más que hacer.

Y ahí me quede, terminando de forma mecánica lo que se hallaba en mi plato.

Porque...

Ya no era yo quien debía darle consuelo a Lisa.

No Sabemos Lo Que Tenemos. [Jenlisa; adaptación] Where stories live. Discover now