CAP. 3 - NOCHE DE BODAS

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Empezaron con pequeños y juguetones besos, se dejaban con las ganas la una a la otra, aún sabiendo que no podrían escapar, pero falta de ganas de tenerse no les faltaban.

Estaban dispuestas a darlo todo, a complacerse, a hacerse suyas, y solamente suyas.

Amelia, que era la más lanzada en estos casos, y la que más se dejaba llevar, empezó besándole el cuello, dándole pequeños mordiscos. Aún controlaban la situación, pero por poco tiempo. Luisita estaba inquieta, nerviosa, pero confiaba en Amelia, siempre lo había hecho.

La rubia se dejó llevar. A veces le gustaba y le excitaba ver como la morena llevaba el control.

Amelia le quitó la ropa sin despegarse mucho de ella. La necesitaba cerca, como el aire para respirar. Luisita, la frenó cuando esta se disponía a quitarle la ropa interior. Decidió no dejárselo todo tan fácil como otras veces, y le apetecía jugar.

- Así que te apetece jugar... ¿no? - le dijo Amelia entre jadeos.

- Un poco... ¿Tú no? - contestó Luisita lanzándose a su cuello para darle besos apasionados.

- Ey Luisita, frena... que nos queda una vida de noches como esta por delante... - soltó Amelia con una sonrisa picaresca.

La morena se quitó la ropa poco a poco. Sabía que eso le excitaba a la rubia, y hoy era su oportunidad para llevarla al mayor clímax.

Una vez ambas se quedaron en ropa interior, y se besaban cada parte de sus cuerpos. Luisita metió la mano por debajo de las bragas de Amelia, buscando el centro de esta, pero se apartó.

- Si quieres jugar, vamos a jugar... Pero las reglas las pongo yo, ¿sí?

Luisita estaba muy excitada al ver a su mujer con tanto poder, y eso a Amelia le excitaba todavía más.

Amelia le quitó el sujetador a Luisita, y empezó a darle besos por todo el pecho, y a jugar con sus pezones, mientras que con las manos acariciaba sus piernas, hasta llegar donde más ganas tenía. Quiso quitarle las bragas, pero Luisita la frenó.

- Amor... ¿igualdad de condiciones...? - preguntó Luisita mientras le quitaba uno de los tirantes del sujetador.

- Igualdad de condiciones... - respondió Amelia mientras se acercaba a ella, para que pudiera desabrocharlo y quitárselo.

Una vez que ninguna de las dos tenían los sujetadores puestos, Amelia se dispuso a continuar con su plan. Provocarle a Luisita su mayor orgasmo.

Amelia bajó la mirada, y sin tocar, pudo comprobar que sus actos habían surgido efecto. Luisita estaba mojada. Con delicadeza empezó a quitarle las bragas, sin quitar los ojos de la cara de Luisita, que pedía a gritos que la llevase a lo más extremo.

La morena, una vez tuvo a su disposición el centro de Luisita, empezó a acariciarlo. Con el primer roce, la rubia soltó un pequeño y ahogado gemido. Cosa que provocó que Amelia decidiera introducir con delicadeza dos de sus dedos en su interior.

Luisita con una mano agarró las sábanas, y con la otra el pelo de Amelia, que cada vez estaba más segura de que esa noche la recordarían como la mejor de sus vidas.

Amelia no dudó ni dos segundos en acercar su boca al genital de Luisita, el cual estaba empapado.

Luisita no paraba de gemir, y de pedirle a su amada que no parase, que siguiera, que estaba a punto de correrse. Amelia, al escuchar eso, paró en seco, y se acercó al oído de Luisita.

- Tú eres la que quería jugar... - respondió Amelia a la mirada fulminante de Luisita.

- No Amelia... por favor... no me hagas esto... - suplicó la rubia.

- Lo siento... pero así son las reglas. - dijo robándole un beso y tumbandose a su lado.

Luisita no sabía como reaccionar, así que siguió su instinto, y sin decir nada, le quitó las bragas a Amelia, y empezó a hacerle lo que minutos antes ella estaba recibiendo.

Amelia se sorprendió de esta iniciativa, porque no se lo esperaba. Poco a poco empezó a gemir con más fuerza. Cuando Luisita notó que estaba a punto de llegar al clímax, paró como momentos antes lo hizo su acompañante.

- ¿Pagándome con la misma moneda? - preguntó Amelia.

- Puede... Pero quiero que lleguemos a la vez. - dijo Luisita entrelazando sus piernas con las de Amelia.

- Me gusta mucho la idea... - respondió la morena, acercando a la rubia hacia ella - Ven, acércate... - le pidió.

Una vez tenían los genitales rozándose, Amelia empezó a moverse con suavidad, mientras Luisita le daba besos por el cuello.

Poco a poco ambas empezaron a jadear, a notar que les faltaba el aire a causa del placer que estaban sintiendo.

- Amelia, no pares... - gimió Luisita.

- Luisita, más rápido... Hagámoslo más rápido, por favor... - pidió Amelia.

Y juntas, subieron la intensidad hasta llegar al orgasmo.

Se tumbaron la una al lado de la otra, pero Luisita encontró más cómodo el pecho de Amelia, que la almohada, por lo que la abrazó, mientras que Amelia, le acariciaba la espalda.

- Ha estado muy bien para ser nuestra primera vez como matrimonio, ¿no crees? - preguntó Luisita levantando levemente la cabeza para mirar a Amelia.

- Ha sido maravilloso, cariño... - contestó Amelia dejándole un beso en la frente a su mujer.

Se quedaron dormidas. Abrazadas. A media noche, a Amelia le entró una sed terrible, por lo que con cuidado, se deshizo de los brazos de Luisita, y se dirigió a la cocina. Al volver, se encontró con una rubia, sentada al borde de la cama.

- He ido a por un vaso de agua, ¿quieres? - le ofreció Amelia.

- Te quiero a ti, Amelia. Otra vez, y siempre. - confesó Luisita - Llevo días pensándolo, y solo me apetece estar contigo en una cama, entregándonos mutuamente, sin importarnos nada.

- Vamos a resolver eso, entonces... - contestó, mientras dejaba el vaso encima de la mesita de noche, y le comía el cuello a Luisita.

Volvieron a hacerlo. Esta vez, sin juegos, sin reglas. Hicieron lo que les apetecía en cada momento. Se quisieron, se unieron.

- Amelia... - dijo Luisita casi sin voz.

- ¿Sí? - respondió Amelia.

- No pares de hacer lo que me estás haciendo, porque me gusta mucho... - dijo como pudo.

Y sin decir nada, Amelia siguió jugando con su lengua y el clítoris de Luisita, mientras con una mano le introducía dos dedos, y con la otra agarraba la mano de su víctima.

- Quiero que te corras, y no voy a parar hasta que lo hagas. Esta vez quiero que lo hagas para mí. Quiero probarte como tantas otras veces he hecho.

- Sigue así, y lo harás, Amelia... De verdad... Sigue... - pidió Luisita.

Amelia siguió haciendo aquello que Luisita le pedía, y que a ella tanto le gustaba hacerle.

Empezó a aumentar la velocidad a la vez que Luisita cada vez agarraba con más fuerza su mano, y tenía gemidos cada vez más ahogados.

Y cuando menos se lo esperó Amelia, su amada curvó su espalda, apretó fuerte su mano, y finalmente se corrió.

Orgullosa de lo que había logrado, y con los dedos impregnados de secreción vaginal, se acerca a Luisita, y le da un apasionado beso. Acto seguido, cogió sus bragas, y se limpió las manos con ellas.

Volvió a acercarse a Luisita, y se estuvieron dando besos hasta que la habitación de aquella casa en medio de la montaña, empezó a iluminarse por la salida del sol.

- Cariño mío... cómo me gusta llamarte así... Te quiero. - dijo Amelia.

- Yo también te quiero, mi amor. - respondió Luisita.

Y se volvieron a dormir, abrazadas, y desnudas, con la única ropa que les tapaba, era una fina sábana blanca.

10 de eneroTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang