III

9.5K 628 47
                                    

*Nick*

Hacía rato de que perdí la cuenta de las vueltas que di en la cama, tratando en vano de conciliar el sueño. No podía. La mente traicionándome, trayendo imágenes de Liam, ¿por qué siquiera pensaba en él? Hubo algo que tildó, algo que hizo clic y no sabía a ciencia cierta qué era.

Posterior de haber hablado con Kael, la preocupación sobrevino (motivo por el cual fui, sin dudar, hasta el departamento de Liam). Jamás esperé ver a Liam... desnudo. No era como si él tuviese algo que otro chico no tendría, solo... verlo despojado de cualquier tipo de vestimenta, sumando su rostro sonrojado, no evité reír por tal escena en ese instante. Aun así, por una milésima de segundo, me pareció una imagen tierna, linda... ¿sensual? No, no puedo pensar de este modo. Es mi amigo, un chico igual que yo. No cambia nada, ¿o sí?, pero su piel blanquecina, tersa, su cuerpo pequeño, delicado y, cuando salió corriendo, no pude quitar los ojos de él, descubriendo —sin querer— un lunar ubicado justo en medio de su espalda baja. Algo que no conocía, sino hasta ahora. Y sí, admito que fue interesante ver su... ¿En qué estoy pensando?

Quedé mirando el techo —no sé por cuánto tiempo— hasta que sentí los párpados pesados. El sueño por fin se acoplaba a mí. Tal vez dormir sería lo que necesitaba, de hecho, era lo que me urgía.

La claridad que se filtraba tenue a través de las delgadas cortinas, iluminando el entorno, fue el detónate para abrir los ojos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La claridad que se filtraba tenue a través de las delgadas cortinas, iluminando el entorno, fue el detónate para abrir los ojos. Pestañeé varias veces, acostumbrándome a la luz de un nuevo día. Lento y perezoso, me erguí de la cama, dirigiéndome directo hacia el baño.

Para las once de la mañana, me sentía renovado. Ropa cómoda, un desayuno ligero. La típica rutina de una persona que vive sola, sin complicaciones. Domingo, nada por hacer en realidad. Pese a ello, realicé varias labores domésticas. El hecho de vivir solo no implicaba ser irresponsable para con las tareas del hogar y, en mi caso, podía fácilmente contratar a una persona para que se encargarse de esas responsabilidades. Sin embargo, son mías a fin de cuentas.

No pasó mucho cuando me percaté de que no había más por hacer. Todo relucía, limpio y ordenado.

Exhalé un suspiro y me desplomé en el sofá. Después de haber hecho zapping, dejé en uno de esos canales de solo películas. Revisé el teléfono móvil, no mensajes, no llamadas. La soledad se posó sobre la acogedora atmósfera del departamento, mutando todo lo que parecía perfecto a un ambiente lúgubre. Resté relevancia a ese detalle, no era momento de pensar en nada.

Dejé el tazón con resto de palomitas sobre la mesita del living y agarré el teléfono móvil, un nuevo mensaje. Sinceramente, no fui consciente del tiempo, sino hasta que vi la hora en el teléfono. Pasé casi toda la tarde mirando películas e ingiriendo comida chatarra.

Leí el mensaje de Leo que proponía juntarnos con los demás chicos... Liam. Mi mente trajo de regreso su imagen y no, no era como si lo hubiese olvidado, solo... no quise pensar en él.

Liam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora