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  Dos meses después.

  Dejó el libro contra el escritorio de mala manera, por más que trataba de resolver ese ejercicio era imposible. Quería acabar todos los ejercicios antes de que empezara el fin de semana, le había pedido a Kento que tuvieran una cita para celebrar los dos meses que llevaban juntos. Los exámenes les impidieron hacerlo en el día correspondiente.

  Cansado, bajó a la cocina a por algo de comer, allí tumbado despreocupadamente se encontraba Kento. Sin pensarlo se lanzó sobre él quien le recibió con una risa.

  — Te envidio ¿por qué no tienes tantos ejercicios como yo?

  — Mi profesora es más gentil que el tuyo.

  — Eres un mimado.

  — ¿Y qué culpa tengo yo? — Haruka comenzó a besar su cuello haciendo que el contrario se mordiera el labio para no hacerle ver que le encantaba.

  Todavía no habían avanzado hasta ese punto y tampoco se lo planteaban, pero la mano de Haruka bajo su camiseta recorriendo su costado no le pareció tan mal.

  — Haruka no es el lugar más indicado.

  — Falta para que lleguen — Se sentó sobre él para poder ver su cara — Pero si no quieres seguir no hay problema.

  Sin decir nada se sentó bajo las piernas de Haruka deslizando las manos en su camiseta para deshacerse de ella. Cuando volvieron a unirse en un beso escucharon un grito de horror, a los segundos Haruka fue separado de Kento por su madrastra.

  — ¡No puedo creer que hayáis llegado a este tipo de comportamiento! ¡Aléjate de mi hijo!

  — Mamá, por favor suéltalo.

  — ¿Esto es lo que buscabas de él? — Zarandeó a Haruka con brusquedad, Kento se interpuso entre ellos.

  — No es lo que piensas, es mi novio.

  Por unos segundos la madre se quedó paralizada, clavó su vista en su hijo para después propinarle una dolorosa bofetada.

  — ¡Basta, no le toques! — Protegió a su novio en un abrazo viendo como la mujer salía de la casa.

  Kento permaneció encerrado en su cuarto el resto del día, únicamente Haruka podía pasar. Tras la cena aprovechando que Kento había logrado dormirse, bajó a la cocina donde la mujer yacía sentada a la mesa en total penumbra.

  — Quiero hablar contigo —Haruka se asustó, pero se repuso en seguida. Tomó asiento frente a  ella — Sé que te gusta el dulce además lo que voy a contarte pasará mejor con una porción de tarta de chocolate.

  Deslizó ante él un plato con un pequeño trozo y luego se sirvió uno para ella. Él estaba incómodo y deseaba volver con Kento, pero sacó fuerzas para oírla.

  — Espero que entiendas mi reacción tras lo que voy a decir. Verás, Kento lo ha pasado muy mal, hace dos años y medio el chico con el que salía se suicidó — Ella le miró con la tristeza en sus ojos, Haruka dudó.

  — Nunca me ha hablado de él. Parece que está muy bien.

  — Estuvo en tratamiento psicológico por el suceso. Durante meses no habló, ni comió, sólo lloraba. Cuando comenzamos esta nueva vida y vi vuestra fría relación temí que le afectara incluso que estuvieras haciéndole daño de cualquier forma. No sabes lo que fue verle en ese estado.

  Haruka fijó su atención en el plato, clavó la cuchara en la tarta para no mirarla a ella, cuando comió el primer trozo ella continúo.

  — Supe de esa relación desde el principio, el chico era un encanto. No sé qué motivos tuvo para hacerlo, creí que Kento haría lo mismo. Cuando os he visto así he pensado que tú... que quizá...

  — Lo entiendo, pero no es el caso. Estoy enamorado de Kento.

  — No tengo nada en tu contra, entiende que estoy preocupada.

  — Lo sé, pero cuidaré de él — Con una modesta sonrisa se llevó un trozo de tarta a la boca haciendo que Haruka imitara su gesto — Quiero que me dejes quedarme con él esta noche. Será más fácil si ve que no te interpones entre nosotros.

  — Quiero la felicidad de mi hijo y su bienestar, si eres tú adelante.

  Comió un tercer trozo para no ser mal educado, después se puso en pie. Ella elevó una ceja, sorprendida.

  — ¿No vas a acabarla?

  — No gracias, quiero volver con Kento.

  — Está bien, cuídale bien.

  Se tumbó junto a él con cuidado para no despertarle, no podía parar de pensar en las palabras de su madrastra. Temía hacer algo que le dañara, pero también quería saber sobre su relación con ese chico ¿le había logrado olvidar? ¿Cada momento juntos le hacían revivir cosas de su pasado? ¿Estaba realmente curado?

  Pasada una hora no pudo conciliar el sueño, de repente un dolor le hizo doblarse sobre sí mismo. Le faltaba el aire por la intensidad, a duras penas y tratando de no despertarle se levantó como pudo para salir en dirección a la habitación de su padre. La voz era un susurró agonizante, su padre alarmado le tomó del brazo.

  — Haruka ¿qué ocurre?

  — Me duele muchísimo... no puedo... andar.

  — Espera, te llevaré al hospital.

  Estuvo a punto de caer por las escaleras de no ser por el brazo de su padre hubiera caído, un grito escapó de sus labios de una manera desgarradora.

  Kento abrió los ojos en la oscuridad.

  — ¿Haruka?

  — Soy yo, cielo.

  — ¿Le has echado? Dile que vuelva, quiero verle.

  — Lo siento, él no está aquí.

  Kento se levantó de un salto, el tono que usó su madre ya lo conocía, era el que utilizaba para dar malas noticias.

  — ¿Qué ha pasado?

  — No lo sabemos, se puso mal. Su padre lo ha llevado al hospital.

  — ¿Cómo está? Quiero verle, llévame.

  — Tendremos noticias suyas ya sean buenas o malas.

 

AMOR ESCONDIDOWhere stories live. Discover now