Tan blanco 2/2

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Tres años se habían pasado más rápido de lo que Oikawa esperaba.

Su mirada puesta en el cielo de Japón de nuevo, el volver a casa para cualquier persona era algo sensacional, algo que los haría sentirse bien consigo mismo, pero para Tōru no hacía más que traerle recuerdos no tan buenos.

– Tōru, ¿Te encuentras bien?– el castaño parpadeo y sonrió para su hermana, asintiendo a su pregunta – ¿Seguro quieres estar en esa junta de negocios?, Sabes que él estará...–

– Soy un profesional, jamás volvería a cometer el error de involucrar trabajo y amor –

La mujer un tanto preocupada soltó un suspiro y guió a su hermano hasta el auto que llevaría a ambos a la empresa donde estaban dispuestos a invertir, pero debían enfrentarse a la familia Iwaizumi quien también estaba dispuesto a invertir en ese lugar.

El camino era largo así que la chica terminó durmiendo pues aún estaba cansada luego del viaje mientras Tōru se disponía a revisar la cantidad de dinero que tenía que invertir en aquella compra.

Pasaron aproximadamente dos horas en el auto hasta que el chófer les indico que habían llegado a su destino.

Tōru miró a su hermana que aún estaba dormida – Llévala al hotel, y si pregunta por mí dile que llame a mi celular –

El castaño terminó por acomodar a su hermana y bajo del auto con su tablet y un maletín.

El chófer siguió órdenes llevándose a la mujer al lugar indicado.

Tōru observó con detenimiento aquella empresa donde había trabajado por años, donde había invertido su tiempo, lugar que le consumió y mato tanto físicamente como mentalmente.

Negó soltando un suspiro, ¿Acaso no podían reunirse y hacer el trato en la oficina del vendedor?.

Por otra parte Hajime había organizado bien la sala de juntas y la secretaria del mismo se dispuso a llevar botellas de agua para darles a los invitados.

El lugar poco a poco iba siendo llenado por los diferentes comparadores, e Iwaizumi nervioso solo les saludaba con una amable sonrisa.

– Bienvenido, hoy la junta se realizará en mi empresa, espero y no tenga ningún inconveniente – el moreno alzó su mirada y al chocar con los ojos chocolatados se asustó demasiado, tanto que ya no pudo decir nada.

– Gracias – se limitó a decir el castaño quien se adentro a la sala tomando asiento.

Una señorita más entro a la habitación y la reunión dio por comenzada.

Tōru encendió su tableta y se cruzó de piernas escuchando atento lo que el vendedor decía.
Y Hajime se sentó al lado de Oikawa.
Lo miraba cada que podía y una sonrisa boba se reflejaba en sus labios.

Precioso

Esa era la primera palabra que venía a la cabeza del moreno que estaba más distraído de la junta.

Oikawa sabía que era observado así que relamio sus labios sin apartar su mirada de la tableta.
Luego acomodó sus lentes en el puente de su nariz.

– Entonces esas son las cifras por las que estamos dispuestos a vender – terminó por decir el señor y Tōru alzó una ceja negando.

– No estoy dispuesto a pagar ese precio, pero tampoco estoy dispuesto a salir de aquí sin un trato – hasta que Oikawa abrió la boca para defender fue que Iwaizumi volvió en sí tratando de captar la situacion – ¿Por qué no reducimos las cifras a esto?– el castaño le mostró su tableta y el señor arrugó su nariz y negó – Estoy dispuesto a subir unos miles más, pero no hasta la cantidad que usted desea –

Hajime tomo su tableta para leer la información tratando de entender todo.

Oikawa siguió tratando de llegar a cerrar trato con el señor hasta lograrlo.

– Me alegra que trabajemos juntos – el castaño le extendió la mano al señor y el mismo hombre le sonrió asintiendo.

Hajime frunció su entrecejo y dejó la tableta sobre la mesa– ¿Te quedarás un tiempo?– pregunto el señor a lo que Oikawa asintió.

– Hasta que la mercancía sea enviada a mi empresa yo estaré aquí –

El señor siguió hablando con Oikawa un momento hasta que otro sujeto dispuso a comprar los interrumpio sacando a Tōru de la conversión.

– Gracias por todo – el castaño tomo su tableta y chaqueta dirigiéndose a la salida de la habitación.
Pero fue interrumpido cuando le tomaron del brazo. Y sabía quién era y eso era lo que más le molestaba – No quiero –

– Siquiera me has escuchado –

– Vas a pedirme hablar, y no me interesa –

– Solo serán unos minutos –

– Eres el anfitrión de esta reunión no tienes por que irte –

– Solo será poco tiempo – insistió a lo que Oikawa terminó soltando un suspiro y asintió.

Entonces Hajime guió a Tōru hacia su oficina.
Ambos estuvieron en silencio en aquel cuarto de cuatro paredes, sin saber que decir o hacer.
Pero aquel silencio incomodo al final fue roto por Toru.

– ¿Que necesitabas decirme?–

Hajime desvío su mirada y se acercó a Oikawa – Quiero disculparme –

– ¿Por qué?–

– Por todo –

– Pues no la acepto, una disculpa no va a remediar todo lo que me has hecho –

– Lo se –

– Entonces no te disculpes – el moreno intento tomar de las manos a Oikawa pero este último solo las contrajo y dio un paso hacia atrás – No me toques, aún me das asco –

– Déjame arreglar lo nuestro –

– ¿Nuestro?, ¿Te estás escuchando?, Tu y yo nunca tuvimos un nuestro, siempre se trató de mi, solo yo daba todo de mí por algo sin sentido –

– No digas eso... Sabes que me equivoqué una vez pero yo realmente te amo –

– Es asqueroso – concluyo Toru – No voy a arreglar algo contigo solo por qué deseas unir mi empresa con la tuya –

– Yo no deseo eso –

– No seas tan descarado Iwa-chan – este negó – No soy tan estúpido, deje de ser el Tōru que se ilusiona y conforma como un perro por una caricia o beso, ese Tōru murió, al que tienes frente a ti ahora no es capaz de ver el amor –

– Oikawa solo necesitas sanar –

– Yo no necesito nada, yo sane hace mucho, el que necesita dejar esta ridiculez eres tú – Tōru soltó un suspiro – Iwaizumi creo que deberías de dejar de buscar ilusionarme a mi de nuevo, quizás haya alguien más que este dispuesto a creer y caer en tus mentiras, por qué yo ya no caigo en ellas – este terminó brindando una sonrisa y se dio la vuelta abriendo la puerta de la oficina – Yo no creo en el blanco perfecto, esta lleno de fantasías y sueños que no son capaz de cumplirse – se encogió de hombros y miró una última vez a Iwaizumi – El blanco perfecto no existe, por qué siempre habrán manchas que quieran opacarlo – se dibujo una sonrisa en sus labios y salió de aquella oficina tan calmado y con una paz consigo mismo.

La incertidumbre y el miedo que sentía al estar con aquel hombre se había ido por qué ahora se sentía capaz de ser el quien lo derrumbara, por qué Tōru jamás volvería a ser creyente de las fantasías y sueños que dejaban un blanco ideal y perfecto.

One Shot IwaoiWhere stories live. Discover now