Adicto

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- Debes irte -habló Emilio zafándose del agarre de Joaquín y buscando con desesperación su ropa.

- ¿Matías está por llegar? -preguntó mientras veía al rizado con tristeza.

- No, pero no quiero arriesgarme -terminó de abrochar su pantalón y ajustó su camiseta.  - Bien, debes irte.

Joaquín notó que lo estaba evitando, en ningún momento lo miró a los ojos y sus respuestas eran muy secas. Se levantó del sofá y rápidamente se colocó frente a él como Dios lo trajo al mundo.

- ¿Hice algo mal?

- ¡Joaquín, por Dios! Cúbrete con algo -dijo mientras mantenía la mirada en el techo.

- Vamos, dime: ¿hice algo mal?,  ¿No te gustó?,  ¿Acaso te lastimé?

- Nada de eso. Todo fue... excelente -dijo acompañado de un suspiro.  - Pero debe ser la última vez que pase.

- ¿De qué hablas? Sí fue excelente debería repetirse cada vez que se pueda.

La mente de Emilio no podía enfocarse en algo más que no fuese el miembro expuesto de Joaquín frente a sus ojos, así que lo tomó de los hombros y así se obligaba a no bajar la mirada.

- Estamos casados, ¿acaso esa palabra no significa nada para ti?

- Claro, significa que debí haber esperado para no haberme casado con la persona equivocada.

Los ojos color miel divagaban por los color chocolate como corderito deambulando por una pradera, o como si fuese algún adicto en el mejor viaje de su vida.

- ¡Estás demente! -lo golpeó repetidas veces en el torso. - Estamos siendo infieles.

-Vamos, no creo que les importe.

Joaquín caminó hasta donde estaba su ropa y tomó su ropa interior para ponérsela, estar tan expuesto comenzaba a darle bastante frío. Regresó con Emilio y lo miró de brazos cruzados tratando descifrar lo que pensaba.

- Me va a matar -musitó Emilio. - No, yo lo voy a matar, sí se llega a enterar morirá de decepción.

La escena de crisis existencial que estaba pasando por estos momentos era exactamente igual a la de Rapunzel en Enredados. Mientras decía lo mal que estaba, lo infiel que era y lo mal esposo que estaba siendo, por dentro no paraba de gritarse que repitiera lo sucedido: jamás había tenido una experiencia como aquella y definitivamente necesitaba más.

- ¡Qué horrible persona soy! -culminó la sesión de quejas y repulsión hacia su persona.

- Ok, no puedo seguir así -habló Joaquín. - Hagamos algo: fingiremos que nada pasó, ¿sí? Somos amigos que jamás se han visto desnudos. No habrá problema. No le diremos nada ni a Matías ni a Alejandro, porque no pasó nada, ¿cierto? -el rizado asistía atento aquello repitiendo mentalmente todo lo que Joaquín decía. - Pero, sí por alguna razón llegas a cambiar de opinión, aquí estaré esperándote.


*****

Habían pasado dos horas desde que Joaquín dejó la casa de Emilio y el rizado de alguna manera quería compensarle su secreta infidelidad a Matías, así que guisó sus platillos favoritos, se vistió como solía hacerlo en sus tiempos universitarios e incluso le llenó de notitas que decían "Te amo" el estuché de su guitarra.

Pero no había llegado aún. Según le dijo, Derek ofreció invitar algunos tragos y pues no pudo decir no.

Se sentó un momento y cerró los ojos, necesitaba un descanso urgentemente.

Comenzaba a sentir como cada músculo de su ser se relajaba, las células de su cuerpo hacían fiesta después de haber estado en actividad por tanto tiempo y sin descanso.

El sueño comenzaba a apoderarse de él, pero de repente unos ojos color miel aparecieron, luego unos rosados labios, la escena de sus delgadas manos recorriendo cada centímetro de su ser, su lengua dejando un húmedo sendero en su cuello; el éxtasis de aquellos recuerdos hacían que la temperatura de Emilio aumentara insensatamente.

Abrió los ojos y se frotó los ojos con fuerza, ¿qué pasaba con él? Lo que hace poco era arrepentimiento, miseria y culpa ahora eran frustración, deseo y añoranza por aquel chico que le quitó la respiración más veces que lo que alguna vez pudo hacerlo Matías.

¿Qué tan mal estaba que se consintiera de vez en cuando? Es decir, hace mucho tiempo que su esposo no se daba a la tarea de intimar con él, ¡ni siquiera en sus cumpleaños o aniversarios! Siempre salía de gira o con sus amigos, sí estaba haciendo esto con Joaquín era por culpa de Matías, él lo ha llevado hasta ese punto de necesidad, porque es lo que era tener sexo con Joaquín. Solo necesidad.


*****

Joaquín recién había tomado una ducha, su cabello estaba húmedo aún y sólo se cubría con la toalla de la cintura hacia abajo.

Había bajado a la cocina por una manzana para matar el hambre: no había ingerido nada porque Alejandro lo llevaría a una cena, pero surgió una junta ejecutiva de último momento y canceló.

Daba los últimos mordiscos a su manzana ante de comenzar a subir las escaleras, pero llamaron a la puerta.

Con desánimo llegó hasta ella y giró la perilla, dando paso a un desesperado rizado que apenas entró se despojó de su chaqueta y lo besó, tomándolo del cuello y con su otra mano recorriendo el torso desnudo. En cuanto Joaquín tuvo oportunidad se separó, sin ocultar la enorme sonrisa que aquello le provocaba.

-¿Cómo debo tomar esto? -preguntó un tanto burlón.

-Me da igual.

Y sin decir más se volvió a abalanzar contra él, siendo sus labios su objetivo. Ambos caminaron como pudieron hasta el sofá más grande de la sala, para continuar con lo que sería una verdadera velada placentera.

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¿Quieren un pequeño maratón el día de mañana?

Somebody Loves You; Emiliaco (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora