3

12.4K 728 153
                                    

Lo miré y me quité las gafas, sentándome derecha y observando mis manos sobre la mesa.

––Esperaba que dijeras algo, pero ya que no quieres callarme entonces seguiré ––dijo burlón.

Quería cabrearme apropósito. Pero no le daría el placer de comenzar una conversación. Tenía sueño, estaba de mal humor, y no quería que alguien me empeorara.

––¿Así que eres una ignorante de chicos? ––se quedó en silencio, pero pude sentir como sonreía ––. ¿Quieres saber por qué estoy aquí?

––No, quiero que te vayas al diablo.

Se rió.

––También quiero ir. ¿Sabes donde venden pasajes?

Mis labios se curvaron y tuve que taparme la boca para no reír.

––Es bueno saber que te divierto. Soy Ross, ¿como te llamas? ––me preguntó, imitando la voz de Wood, chillona y asquerosa mientras me tendía su mano.

Me reí e intenté no repetirlo mientras le estrechaba la mano.

––Laura.

Su tacto por una extraña razón no me dio repulsión. Lo solté con el ceño fruncido.

––Esto es una mierda, dos horas para hurgarse la nariz como Richard o dormir como Hazel ––se quejó mirando a nuestros compañeros.

Me reí.

––Mira a Richard, parece que quiere ver hasta dónde llega su dedo ––me burlé por lo bajo.

Miré a Ross, quien se reía levemente, intentando simular su diversión. Sus rasgos eran casi perfectos, y un mechón de cabello rubio le caía sobre sus ojos miel.

Aparté la mirada y observé la hora en mi teléfono. Abrí los ojos de par en par cuando vi que habían pasado solo cinco estúpidos minutos.

––Tengo hambre ––murmuró, haciéndome reír otra vez.

––Pues come hojas, porque nos falta más de una hora y media para salir de este manicomio.

Saqué mi libro de Historia para reojear algunas cosas pero en cuanto lo abrí una mano con un anillo con una R grabada me lo cerró.

Lo miré arqueando una ceja.

––Hagamos algo, Laura. No puedes portarte bien siempre ––dijo sonriendo.

––Quita tu estúpida mano de mi libro, ahora ––vocalicé cada palabra sin apartar la mirada de sus ojos.

Sonrió aun más y se me acercó un poco pero alejé la cara con el ceño fruncido.

––Oblígame ––repitió en un susurro.

Esa palabra comenzaba a sacarme de mis casillas. ¿Quería que lo obligara? Perfecto.

Sonreí inocentemente y aleteé mis pestañas seguido de levantar el libro y golpear su parte débil.

Abrió los ojos en grande y soltó un gemido de dolor entre carcajadas, mientras se retorcía en su lugar.

––Lo pides, lo tienes ––dije, abriendo el libro de nuevo.

––Eres buena ––comentó entre dientes, regulando su respiración.

Sonreí sin mirarlo.

––Lo sé, lo sé ––presumí.

Se quedó en silencio y agradecí que cerrara su boca para así yo poder leer tranquilamente. No es que me gustara estudiar, pero tenía que pasar el momento de alguna manera.

Detention »Raura«Where stories live. Discover now