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—Quince minutos y nos vamos —avisó TaeHyung desde dentro del armario.

Al final JungKook tuvo que ponerse el traje. Aunque si lo pensaba, no le quedaba tan mal. Camisa blanca, corbata roja, pantalones perfectamente ceñidos azules y saco del mismo color, acompañado por zapatos negros. Hasta para él lucía extremadamente atractivo. Además, TaeHyung le había arreglado el cabello y puesto algo de maquillaje, no se sentía para nada como él.

Tener dinero sin duda era algo tenebroso.

No comprendía a TaeHyung en lo absoluto y tampoco sabía que clase de sádico loco era o siquiera si era una persona en la cual confiar. Estaba, literalmente, perdido. Como un niño cuando un desconocido le regala dulces y lo invita a su coche; no sabía que hacer.

—Si alguien te hace alguna pregunta no tienes que responder —sugirió el rubio—. De cualquier manera, no dejarán de ser molestos por ignorarlos.

Las enormes puertas de roble, perfectamente cuidadas, se abrieron de par en par dejando ver a una multitud de gente frente a ellos. Había meseros que iban de aquí para allá repartiendo las copas de champán, rosas rojas en los centros de mesa y cortinas de seda también rojas cubriendo los ventanales. Manteles dorados y candelabros que caían elegantemente sobre el centro del salón.

No entendía que tipo de fiesta era, pero no era como las que él acostumbraba a ir. ¿La gente se divertía en esas fiestas? Todos vestían elegante, con muchas joyas y diamantes. Incluido TaeHyung, que vestía un traje negro a juego con sus zapatos y corbata, camisa blanca y en su diestra llevaba un reloj de oro.

—Es un gusto ver que has aceptado mi invitación —dijo un chico castaño, más alto que JungKook, acercándose al rubio—. No creí que vendrias.

—No vine solo —aclaró. Finalmente, el chico notó a JungKook detrás de él.

—Y vienes bien acompañado.

JungKook se sintió asqueado. El castaño no dejaba de verlo de manera lasciva y de sonreír como tonto. Se mira y no se toca, seré atractivo pero no idiota. Imbécil.

El rubio no supo descifrar la mirada de JungKook, pero se sintió igual de incómodo que el pelinegro así que tomó dos copas de champán, se despidió del castaño y alejó al menor de ahí.

—No me gusta como te miraba.

—Estoy acostumbrado, TaeHyung.

—Pero yo no y detesto que intenten tocar lo que es mío —gruñó. JungKook no se sintió intimidado, sino que lo disfrutaba. TaeHyung le entregó a JungKook una de las copas que sostenía y lo invitó a sentarse en una de las mesas.

—¿Para ti soy un objeto? —se sintió enojado sin saber porqué.

—Un juguete... —murmuró en su oído y se alejó para tomar un trago de champán—. Un lindo y sexy juguete.

El pelinegro no dijo nada y TaeHyung sonrió satisfecho de ver el sonrojo en la cara del menor. Pero no muy seguro de su respuesta. ¿Qué era JungKook para él y por qué no quería que nadie más que él lo tuviera?

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The Demon © 𝗧𝗮𝗲𝗸𝗼𝗼𝗸 ✔️Where stories live. Discover now